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RELIC crítica: Porque yo lo valgo

Peli de terror emocional con más emocionalidad que terror, pariente de Hederitary y Saint Maud

ANNA BOU

En principio, no soy la más adecuada para hablar de Relic, y por eso mismo soy la más adecuada, ¿se me entiende? Perfecto. Sigamos. Se está amasando un nuevo cine de terror, más sofisticado, emocional, abstracto; películas con más ínfulas de cine de autor que apetito comercial (es un decir), como si las “películas de miedo” de toda la vida avergonzasen un poco. “Me ha salido el niño tonto”. Esta sería la descripción de una película de miedo de las de toda la vida, ahora. “Mi hijo es rarito, pero oye, más listo que su padre”. Este sería el comentario de una película de terror actual. Demuestran esta tendencia films como Hereditary, Midsommar, Saint Maud, y ahora, Relic. Fíjense que hasta los títulos se parecen. Van en rebaño, como ovejas que, en el fondo, no descarrilan tanto, y se clonan entre ellas, como Dolly, la bi-oveja.

Es precisamente este binomio “terror emocional-película de autor” el que podría, a priori, entrarme en vena, pero hay algunos detalles que (me) fallan. Vayamos al grano, es decir, dentro de la película, es decir, dentro de la casa. Porque de eso trata Relic, de una casa encantada propiedad de una abuela desaparecida, en un principio. Para encontrarla, hija y nieta se instalarán en dicha propiedad, tan lozanas ellas por mucho que paredes y techos lleven escrito en la cara (sí, paredes y techos tienen rostros) que aquí-va-a-pasar-una-de-bien-gorda. También es cierto que, hasta que se cumpla dicha amenaza (y siéntate bien, porque las escenas son largas y la vida tan corta) la directora Natalie Erika James nos regala bellos encuadres y un terror a cuentagotas que salpica tres generaciones conviviendo juntas: abuela-hija-nieta forman un triángulo equilátero y psicológico, con la abuela en la punta de todo, con su demencia senil rozando lo sobrenatural, o viceversa.

 

"Pues a mí me da más miedo una peli de Isabel Coixet que una de Ari Aster"

 

Hay que reconocerle a la directora novel que sabe crear ambiente: esa tetera que chirría agonizante como un tren camino a Auschwitz, sombras que parecen vivas, el ruido galopante de la lavadora que más parece una jauría de caballos locos al trote que un electrodoméstico, la música con puntos suspensivos, y la melena -maravillosa- de la abuela, que no sabes si debajo tiene la piel del cráneo o, por el contrario, esconde al mismísimo Satanás. Se podría decir que estamos ante un terror minimalista, un terror bello, si cabe este concepto.

“Se está amasando un nuevo cine de terror, más sofisticado, emocional, abstracto; películas con más ínfulas de cine de autor que apetito comercial”

Hasta que nos vamos acercando al desenlace y parece que al lobo del argumento se le abre el hambre, y harto de tanto embelese, de tanto encuadre, de tanta lentitud, le salen los colmillos de golpe. Y aparece, de la nada, un final absurdo, metido con calzador en el terror zen del resto la película. Es exactamente la misma sensación que tuve con Hereditary: películas que se las quieren dar de intelectuales, pero luego son unas acomplejadas, sus genes antiguos afloran, y se resuelven a base de los lugares comunes de siempre, pero con más cabello, porque yo lo valgo.

 

"Vámonos antes de que a Isabel Coixet le dé por hacer Mi otro yo 2"

 

Las actrices trabajan eficazmente (típico recurso cuando no se sabe qué decir de bueno, en una crítica). Robyn Nevin es una abuela misteriosa estupenda, y Emily Mortimer está resolutiva, queda bien, como también queda bien un pin en una nevera, le da color. Te crees a Mortimer, y ¿qué más se le puede pedir a un actor? Nada más. Palmadita en la espalda. Pero francamente, la parte emocional del triángulo generacional femenino que promete la directora, está tratado de manera superficial; sabes que entre las tres hay alguna cosa que chirría, como en cualquier familia, vaya. A esto, más que terror emocional se le llama el pan nuestro de cada día. Y la casa que arrastra una tradición maldita. Super original. Maravilla.

Hay a quien le encantará este nuevo terror bicéfalo, mitad intelectualoide, mitad miedo gourmet, pero yo voy a echarle un cable y a reivindicar el cine de terror de toda la vida, por genuino, por no mentir ni disimular. Esta nueva oleada de terror emocional con ínfulas de profundidad se queda en la superficie: es un terror delicado como un jarrón chino mírame-y-no-me-toques, que se corona con finales con más pimienta de la prevista, y al final, el cuerpo no sabe con qué órgano digerir, si con la cabeza o con el estómago. En una entrevista, la directora hablaba como si Relic fuese una lección de filosofía, una catarsis, una metáfora del alzheimer. Sí claro, al final resultará que Freddy Krueger es un alias de Freud, Sigmund Freud Krueger, ya que se mete en los sueños. Apaga y vámonos. Mi consejo, queridos venusvilleros, venusvilleras, es que, si quieren filosofía, lean a Nietzsche, que las dice más gordas sin tanta tontería. La segunda opción es que miren una película de miedo de las de toda la vida, sin complejos, con alegría, con gusto, porque tú lo vales.    

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

Recomendada por Kuato a: los que les gustan las pelis de miedo new age, new cool, new punch, new new.

No recomendada por Kuato a: los que saben disfrutar de una buena película con sus palomitas. Por cierto, odio las palomitas en el cine.

Ego-Tour de luxe por: la melena de la abuela. Cuánto suspense cabe debajo de una melena, sobre todo en la escena en la que no sabes si ella está de cara o de espaldas.

Atmósfera turbínea por: el plano final. Me quedé como Messi en una celebración de Champions en el Camp Nou, cuando en su turno de palabra soltó: “dije que hablaría, pero no sé qué decir”.

 

RELIC. "Relic" (2020). Dirección: Natalie Erika James. Guión: Natalie Erika James, Christian White. Reparto: Emily Mortimer, Robyn Nevin, Bella Heathcote, Jeremy Stanford, Chris Bunton, Catherine Glavicic, Steve Rodgers. Estreno en Venusville: 12/03/2021.

 

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