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SHANG-CHI Y LA LEYENDA DE LOS DIEZ ANILLOS crítica: Sangre nueva

Nueva adaptación de Marvel, en esta ocasión de un súper menor, pero con tratamiento de gigante

CHEMA PAMUNDI

El personaje de cómic Shang Chi, que hasta el estreno de esta película era casi más conocido por el sobrenombre “Master of Kung Fu” de algunas de sus colecciones, fue un invento de Marvel a principios de los 70 para intentar capitalizar el tirón popular de las artes marciales, en especial gracias a la serie de TV Kung Fu y a la figura de Bruce Lee. Sin embargo, incluso en sus momentos de mayor éxito (con Jim Starlin o Paul Gulacy a los dibujos) y pese a los constantes intentos de integrarlo en la élite superheroica (ha militado en Los Vengadores, ha colaborado con la Patrulla-X, ha ejercido de entrenador personal de Spiderman…), en general se trata de un personaje que ha vivido muy a la sombra de los grandes títulos de la editorial.

Hace solo diez años, hubiera sido impensable plantearse el salto de Shang Chi desde la tinta impresa al blockbuster con bebida extragrande y palomitas. Pues oye, aquí estamos, con una superproducción cuya espectacularidad y compromiso con la metatrama Marvel no tienen nada que envidiar a, por ejemplo, las primeras cintas de Iron Man, Thor o Capitán América. El tinglado Marvel está ya tan asentado que nada de lo que hacen parece postizo; y el pifostio de Thanos, más el relevo generacional de algunos actores, ha permitido abrir la puerta a muchos personajes marginales que, según pinta la cosa, van a brillar en cine bastante más de lo que lo hayan hecho nunca en los tebeos.

 

"Ahora es cuando digo 'alárgate bastón', sin llevar bastón"

 

Y sí, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos brilla. Brilla sobre todo por su elegancia y desparpajo al unir lo superheroico con la fantasía wuxia y las artes marciales dinámicas, cabriolescas y coñonas estilo Jackie Chan. Posiblemente, el haber podido trabajar con un personaje sin apenas carga popular ha dado a los guionistas mucho más margen para jugar con él y moldearlo a medida. Así, el canon del Shang-Chi fílmico es un batido de elementos sacados de multitud de cómics distintos, desde su colección principal hasta variantes como el universo Ultimate o las Secret Wars del 2015. El resultado es una obra divertida, fresca y, aquí está la noticia, ambiciosa. Lejos de plantearse como una serie B exótica, como un jiji jaja contra mafiosos de medio pelo y supervillanos alcanforados, exhibe una escala épica de primera división.

Eso no quiere decir que la película sea un dechado de originalidad. De hecho, plantea la enésima historia del superhéroe que ha crecido marcado por sus “problemas con papá”, tirando de una plantilla ya algo trillada y que, en escenas concretas, parece incluso una versión de Viuda Negra en clave de comedia ligera. En este caso, los susodichos problemas familiares tienen que ver con una leyenda milenaria, que implica a una especie de deidad infernal atrapada en una dimensión paralela y a unos brazaletes mágicos (los diez anillos del título), que otorgan a su portador la inmortalidad y vistosos poderes de combate estilo Son Goku.

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos brilla al unir lo superheroico con la fantasía wuxia y las artes marciales estilo Jackie Chan”

Al menos, es un alivio que el protagonista conozca de salida buena parte del argumento, porque ello nos evita los típicos 30 minutos del chaval descubriendo su pasado y sus superpoderes (un peaje cada vez más cansino en el cine de este género), y permite entrar en harina casi desde el primer momento, con una descomunal escena de acción en autobús que pone a la función en una velocidad de crucero óptima.

Un defecto, y no resulta menor, es el actor principal. Simu Liu está en el tramo soso del espectro interpretativo: cuando toca brincar y repartir estopa lo hace como nadie, pero cuando tiene que emocionarnos o hacernos empatizar, ay, sólo sabe poner cara de que ha ido al dentista y le han cobrado de más. Lo de su hermana Xialing es aún peor, un personaje con el que tanto los guionistas como la actriz que lo encarna, Meng'er Zhang, parecen haber confundido frialdad distante con acartonamiento plomizo (aunque se redima un poquiiito en la escena post créditos). Por suerte, el resto del reparto sí que cumple, y la película se beneficia de cierto espíritu coral.

 

"Ni puto caso: imaginad que somos Chow Yun-Fat, Michelle Yeoh y Zhang Ziyi"

 

Destaca el estrafalario Trevor Slattery (Ben Kingsley), aquel Mandarín de pega que salía en Iron Man 3, y que aquí ya pierde el escaso glamour que le quedaba para convertirse en aliado accidental (y occidental) de los héroes, un poco tontaina pero muy voluntarioso; y también Katy, la chisposa mejor amiga de Shang-Chi, que le canta la caña cuando conviene, sirviendo a la vez de brújula moral y de cómplice carismático de la audiencia. No obstante, quien se come de verdad la pantalla es Wenwu, el padre del protagonista y “villano con remordimientos”, interpretado por un Tony Leung que supone una decisión de casting finísima. Su particular talento para los dramas románticos “intensitos” (lo hemos visto en Chungking Express, 2046, Deseando amar…) le viene que ni pintado aquí para encarnar a un personaje que comete errores trágicos, pero al fin y al cabo lo hace todo por amor.

Se podrá decir, ya para no dejar títere con cabeza, que el último tramo de Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos está dominado por una macroescena de acción demasiado larga, previsible y atropellada. Pues sí, también es cierto. Pero el caso es que, siendo patentes todas esas imperfecciones, la película logra sobrevivir a ellas a base de simpatía, ligereza, un buen tono cómico, cuarenta minutos iniciales que van como un tiro, y una imaginería visual a ratos hipnótica. Es, en conjunto, una aventura mucho más disfrutable de lo que cabía esperar para un personaje de relleno, y la conexión que se apunta al final con el universo del Dr. Strange abre posibilidades que dejan con ganas de más. Shang-Chi ha llegado por la puerta grande y sin pedir permiso.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

Recomendada por Kuato a: quienes quieran contemplar el dragón chino volador más molón que se ha visto jamás en la gran pantalla.

No recomendada por Kuato a: los fans letales del Shang-Chi de los tebeos (no son muchos, pero los hay) que quieran una adaptación milimétricamente fiel del personaje.

Ego-Tour de luxe por: la relación de colegueo gamberro entre Shang-Chi y Katy. Que los guionistas hayan sido capaces de resistir la tentación de convertirla en el interés romántico del héroe, es todo un logro.

Atmósfera turbínea por: después de hora y media vendiéndote que la ciudad secreta de Ta Lo es un lugar mágico y maravilloso (rollo Wakanda, pero en chino), es un poco decepcionante que acabe pareciendo una mezcla de balneario rural y atracción étnica de Port Aventura.

 

SHANG-CHI Y LA LEYENDA DE LOS DIEZ ANILLOS. Estreno en Venusville: 03/09/2021.

 

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