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SITGES 2009: DEAD SNOW crítica

   

Muerte entre la nieve

Imagínense una versión trash de Los héroes de Telemark dirigida por Sam Raimi en vez de por Anthony Mann

Por Beto

 

<Dead Snow es una de esas películas que forma parte de la fiebre por los gules que asola el cine, la literatura y el universo freak. Tras pasar por festivales como Sundance o Sitges con buena nota, el filme del noruego Tommy Wirkola (director de la parodia de Kill Bill,  Kill-Buljo-La película, que fue todo un éxito en su país de origen) se ha convertido en una cinta de culto con una fórmula bien sencilla: película de estética slasher con muertos vivientes y unas buenas dosis de comedia. Nada más.
 
   La clave de las películas de zombies, además de que los muertos acojonen un poco (lo que se consigue en este caso, con ese aspecto calavérico y momificado), es que cuantos más sean, mejor. Y si además de ser centenares de zombies los que te persiguen (y que encima parecen estar cabreados), resulta que llevan uniformes nazis (siempre me gustó más el uniforme nazi que el de las tropas aliadas, que era bastante mierdecilla), el orgasmo es total.

 

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"Queríamos vestirnos con uniformes de Village People, pero no habían de nuestra talla"

 

   Comenta Wirkola que ha querido homenajear a cintas como Braindead o la saga de Posesión infernal (que son mencionadas en la película, por cierto). Sólo hay que ver como declaración de intenciones el ritmo demencial que toma el film cuando los muertos se presentan ante el grupo de amigos (amigos que parecen tener las hormonas a punto de salirles por las pelotas,) que van a pasar un fin de semana de esquí, cerveza y folleteo en las montañas nevadas de Noruega. También se ve claramente el homenaje a Sam Raimi en que los protagonistas parecen en muchos momentos clones de Bruce Campbell en Posesión infernal, tanto por su actitud entre histérica y burlona ante amenazas fuera de toda lógica, como por las herramientas de lucha (quién no recuerda esa sierra mecánica…).

 

  "Y si además de ser centenares de zombies los que te persiguen (y que encima parecen estar cabreados), resulta que llevan uniformes nazis, el orgasmo es total"  

 

   El paisaje nevado es además un marco incomparable y no visto hasta el momento como telón de fondo en la lucha de humanos contra zombies. La mezcla del blanco de la nieve y el rojo de la sangre que sale a borbotones de los cuerpos mutilados (de zombies y no zombies) es espectacular (aunque sin llegar al desfase de Braindead). Da igual que la explicación de cómo el destacamento alemán que se perdió en las montañas nevadas se llega a convertir en una legión de muertos andantes sea nula. Lo que importa es que el desenfreno y la exageración no abandona Zombies nazis en ningún momento.

 

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"Pues como me salgan dos cabezas como le sucede a Ash, la cagamos..."

 

   Y es que a la hora de plantearse una cinta de este género, o se hace desde una vertiente más seria, al estilo de otra gran película como es La horde (a ver si hay alguna distribuidora que coge el guante y la exhibe de una vez, ¡hostia!), o hay que buscar el cachondeo, la vertiente cómica y lo absurdo mediante la exageración. Wirkola toma esta segunda opción con acierto, porque si no sería imposible explicar cómo dos humanos se atreven a enfrentarse ellos solitos a cientos de zombies en una lucha final espectacular, cómo queda uno de ellos colgado de un precipicio con un zombi agarrado a sus pies para no caer al abismo (¡si está muerto que más le da caerse!), o el uso que se da a cierta parte de un zombi que ha sido despedazado…

   Aún así, que nadie piense que los zombies dan una imagen cómica. Es la película la que destila un humor gamberro y desternillante en ciertos momentos. Otro punto para Wirkola y su cine de evasión en mayúsculas./>

 

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