Categorías

SITGES 2019 crónica 4: Amigos hasta en el infierno

Harpoon; Starfish; Antrum, The Deadliest Film Ever Made; El hoyo

CHEMA PAMUNDI

Algún año anterior, en estas mismas crónicas, creo haber comentado que en el mundo, o más bien en el micromundo que es el festival de Sitges, hay tres tipos de personas que nunca se callan lo que piensan: los niños, los borrachos y Carlos Pumares. Pumares es ya tan patrimonio de Sitges como el King Kong de presentación que aparece antes de cada película, y siempre da espectáculo.

Hoy sin ir más lejos, con el Auditori llenándose de gente para el pase de Les partícules (un muermazo francés del que sólo he aguantado un cuarto de hora, huyendo después de la sala a tal velocidad que yo creo que hasta he dejado estela, como el Correcaminos), se ha oído a Pumares vociferar de pronto: “¡Levántese señora, que yo llevo VEINTISÉIS AÑOS en este asiento!” (creo que ha dicho veintiséis, pero podrían ser más). Estaba increpando a una espectadora por haberle “robado” su sitio de siempre, que todos conocemos ya: la butaca de pasillo de la fila central del lateral derecho, según se mira a la pantalla.

Y no ha acabado ahí la cosa. Ante las risas generalizadas, Pumares se ha venido arriba y le ha gritado a la pantalla “¡Y vosotros a ver si ponéis alguna de miedo de una puta vez! ¡Y si no, quitadle lo de cine fantástico del nombre y que esto sea como el festival de Valladolid!”. Ahí hemos aplaudido todos porque, histrionismos aparte, el tío tiene mucha razón. Sitges, en su búsqueda de la acepción más amplia de lo que es “género fantástico” (tan amplia que, básicamente, incluye a todos los demás géneros; aquí hemos visto desde pelis de gánsteres chinos hasta comedias de Woody Allen), la presencia del cine de terror fiestero se ha acabado diluyendo más de lo que a los fans nos gustaría. Sobre todo en el Auditori. En el Retiro sigue resistiendo bien, aunque cada vez se entienda menos que algunos títulos con bastante tirón queden relegados a sesiones psicotrónicas como las maratones Midnight Extreme a la 1 de la madrugada entre semana, con cuatro gatos de público (lógico). Igual va siendo hora de repensar un poco el actual formato.

Y vamos con las pelis de hoy:

 

HARPOON (Rob Grant, Canadá, 2019)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Tres personajes (dos amigos de toda la vida y la novia de uno de ellos) matándose mutuamente durante 83 minutos en un yate perdido en alta mar, por un quítame allá esos cuernos. Eso parecía que iba a ser Harpoon y eso es ni más ni menos lo que es. Lo que no parecía es que con esa anémica sinopsis fuera a ser tan jodidamente buena, que fuera a saber dar complejidad al trío protagonista y jugar de manera interesante con la dinámica de su relación (qué finos están los tres actores, por cierto), o que fuera a sacar tanto partido al angosto entorno en el que se desarrolla la acción. Harpoon quizás podría definirse como una trama de Alfred Hitchcock rodada por los hermanos Farrelly. O al revés.

 

SITGES 2019

"Imagina que somos la versión teen de Calma total"

 

Harpoon es una comedia negra divertida, astuta, macarra y notablemente tensa en sus momentos definitorios (incluso un público tan gritón y fiestero como el de Sitges, que corea cualquier muerte sangrienta, ha contenido la respiración en silencio durante una de sus escenas de violencia más pasadas de rosca). Tiene, además, un guion bien llevado hasta el final, y esto sí que es digno de mención en un género plagado de cintas que descarrilan en su tercer acto o que adolecen de “la maldición del cortometraje alargado”, siempre tan extendida en la parrilla de Sitges. Pues no, contra todo pronóstico, resulta que Harpoon es la perfecta película de palomitas para un certamen de este tipo.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

STARFISH (A.T. White, Reino Unido/EUA, 2018)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

A la joven Aubrey se le ha muerto su mejor amiga, Grace. Tras el funeral, Aubrey decide colarse en la casa ahora vacía de su compañera de fatigas, a fin de pasar allí unos días de luto y recuerdos en soledad; y en estas, va y se desencadena el fin del mundo, versión monstruos extraplanares colándose por portales dimensionales. ¿Cómo se lleva el duelo por el fallecimiento de alguien cercano cuando lo que hay enfrente tuyo es el apocalipsis? ¿Tienes siquiera derecho (desde un punto de vista moral) a darle peso a la muerte de una persona concreta, en un contexto que posiblemente implique la muerte de todas las cosas vivas? Aubrey se pasa buena parte del metraje de Starfish reflexionando sobre esto, mientras persigue unas cintas de cassette que su amiga ocultó por todo el pueblo y que, si se reproducen en el orden correcto una tras otra, emitirán una concatenación de sonidos capaz de detener lo que está ocurriendo.

 

SITGES 2019

"Soy la versión femenina de Leonardo DiCaprio en 'La renacida'"

 

Starfish podría suceder en el mismo universo que La niebla (la de Darabont) o Un lugar tranquilo, pero su tono es bien distinto al de esos dos títulos, por no decir que es bien distinto al de cualquier otro título postapocalíptico que uno recuerde. Aunque tenga sus detallitos de monster-movie (incluyendo un plano de un bicharraco tamaño rascacielos bastante impresionante), aquí de lo que se trata principalmente es de explorar los sentimientos de dolor, tristeza, culpa, vacío y confusión de la protagonista. Esto funciona a rachas: algunas escenas sí que llegan a tocarte dentro o a sorprenderte (hay un momento de terror onírico particularmente efectivo, rodado en anime), mientras que otras te dejan frío, y otras simplemente parecen un anuncio de colonia.

Aún con esas irregularidades, en conjunto los buenos momentos se zampan sin problemas a los que no lo son tanto, y la película te mete exactamente en el estado de ánimo que pretendía; y cuando la narrativa no alcanza, lo hace la actriz protagonista, Virginia Gardner, que compone un personaje al que te dan ganas de llevarte a casa y taparlo con una mantita. Starfish tiene las imperfecciones y aristas que cabe esperar en una obra de debut, pero también el talento y el arrojo a los que debe aspirar el cine fantástico indie.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

ANTRUM, THE DEADLIEST FILM EVER MAD (David Amito y Michael Laicini, Canadá, 2018)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Antrum son dos películas en una. La primera, de unos 20 minutos de duración, es un falso documental que intenta convencernos de la existencia de una cinta de terror maldita, titulada “Antrum”: durante su estreno, a finales de los 80 en Budapest, se declaró un incendió en la sala que mató a más de 50 espectadores, y desde entonces ha ido dejando un reguero de cadáveres en los (pocos) festivales que se han atrevido a programarla. Todas las copias fueron destruidas, hasta que recientemente se encontraron unos negativos y se ha podido montar una versión restaurada. Acabado el documental, lo que sigue es, justamente, la versión restaurada de Antrum (incluyendo un aviso previo en el que la productora declina toda responsabilidad sobre lo que pueda ocurrirles a los espectadores, mientras se activa una cuenta atrás para que dé tiempo a abandonar la sala a quien así lo quiera).

Por lo que respecta a la trama de “la película” en sí, puede resumirse en: un niño y su hermana adolescente se escapan de casa y se van a un bosque que tiene fama de maldito, para allí cavar un túnel hasta el infierno, rescatar el alma del perro de la familia recientemente fallecido, y recitar un encantamiento que lo haga subir al cielo. ¿Que por qué creen que está allí? Pues porque su madre lo hizo sacrificar después de que mordiera al niño, y les dijo que era “un perro malo”. Lo que empieza como una excursión algo siniestra derivará rápidamente en una pesadilla enloquecedora mientras los diversos niveles del infierno parecen irse manifestando poco a poco en el bosque.

 

SITGES 2019

"Tú sigue, que si en El día de la bestia funcionaba, aquí también"

 

Antrum le da unas cuantas vueltas de tuerca al concepto del cine dentro del cine y a los límites entre realidad y ficción artística, no sólo por el mini-documental sino porque la propia “película restaurada” incluye una serie de bruscos insertos en blanco y negro rollo ritual snuff, y otros en los que se ve a un demonio mirando al espectador en primerísimo plano, que claramente no pertenecen a la película (se supone que habrán sido añadidos por el montador, pero su origen es desconocido). Esas secuencias, además, remiten al atractivo de lo prohibido, recordándonos que cuando miramos algo que se supone que no deberíamos mirar, en cierto modo lo estamos legitimando; y el propio concepto de película maldita nos habla sobre la naturaleza del terror, sobre ese inconsciente colectivo en base al que nos asustamos (en el pase al que he asistido, varios espectadores se han mirado con sonrisas gamberras en plan “¿te imaginas que de verdad nos morimos por ver esta mierda?”).

Lo mejor es que todas estas ideas se transmiten de manera implícita, sin discursos ni subrayados; y que ni el documental ni la “película” en sí están concebidos como una parodia o un pastiche. De hecho, Antrum funciona de manera competente como rip-off de lo que hubiera sido una cinta de terror ochentera de bajo presupuesto y con producción de Europa del este (incluyendo varios pasajes de genuino mal rollito). En resumen, Antrum, The Deadliest Film Ever Made, tiene más capas que una cebolla; y todas ellas son fascinantes.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

EL HOYO (Gáldar Gaztelu-Urrutia, España, 2019)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Un edificio prisión absolutamente vertical, formado por celdas una encima de la otra. En el centro de las celdas, un hueco por el que desciende una plataforma llena de comida; y no de cualquier comida, ojo: estamos hablando de platazos nivel Máster Chef. En cada celda hay dos presos, cuya única fuente de alimento es lo que vaya quedando en la plataforma a medida que desciende (se detiene durante unos minutos en cada nivel). Lo cual quiere decir, claro, que si te ha tocado una celda en un nivel relativamente bajo lo único que te llegará serán sobras; y si te ha tocado en un nivel REALMENTE bajo estarás bien jodido, porque no te van a llegar ni las raspas del pescado. La buena noticia (y también la mala noticia, todo depende de dónde estés) es que una vez al mes se cambia de nivel a todos los presos. Un mes puedes estar en el nivel 5 o 6, zampando a dos carrillos, y al mes siguiente en el nivel 150, sin nada que llevarte a la boca y empezando a mirar a tu compañero de celda como si fuera un cochinillo al horno. Este es el entorno básico en el que se desarrolla El hoyo, y que vemos desde la perspectiva de uno de los reclusos, Goreng (Iván Massagué). Hay muchos más detalles que tener en cuenta, claro, pero parte de la gracia consiste precisamente en irlos descubriendo.

 

SITGES 2019

"Mientras no nos canten el 'Qué festín' de La bella y la bestia, todo irá bien"

 

Vamos a sacarnos esto rápido de dentro: El hoyo es la mejor película española de género fantástico desde REC.; y si afinamos más y nos referimos en específico a la ciencia-ficción, me tengo que poner a pensar fuerte para recordar algo hecho aquí en los últimos 20 años que tenga más potencia visual (a ratos hipnótica, a ratos repulsiva), más carisma (los diálogos son excelentes), más inteligencia (tiene un componente de crítica social bastante tocho pero, nunca mejor dicho, no te lo da masticado), y las ideas más claras (la trama no para de ganar matices a medida que avanza).

El hoyo probablemente tendrá recorrido internacional, catapultará al estrellato a su director, será señalada como “la nueva Cube” (las similitudes son evidentes, sólo que esta es notablemente mejor que Cube en casi todo), se convertirá en obra de culto y frases como “El mensaje es la panacota”, “No puedo cagar hacia arriba” o simplemente la palabra “obvio” pasarán a ser icónicas. A poco que se junten los astros, El hoyo va a hacer historia dentro de nuestro cine. Así de buena es. ¿Es perfecta? En absoluto. Tiene cosas mejorables, como alguna vuelta de tuerca forzada o ese final que plantea una revolución social un poco de verbena (y que se basa en el único agujero de guion de toda la película), pero acierta en tantas cosas en las que era difícil acertar, que sería hasta de mal gusto ponerse pejiguero con ella. En la primera de estas crónicas comenté que Sitges 2019 no iba a ser especialmente recordado; pues ahora digo, con idéntica convicción, que Sitges 2019 puede ser recordado como “la edición de El hoyo”.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

SITGES 2019

 

Facebooktwittermail

No hay comentarios

Agregar comentario