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SITGES 2021: EL PÁRAMO rueda: Confidencias paramodales

Presentación de El páramo, y misión de presentar una ópera prima de producción catalana cumplida

RAY ZETA

El Festival de Sitges no sería el Festival de Sitges sin una ópera prima de producción catalana. “Hay que ayudar a nuestros jóvenes cineastas”, parece que se diga en cada edición… Así que hay que pagar el peaje anual de la ópera prima catalana de rigor, sea de directores que no se vuelvan a oír en la vida, como Animals o L’altra frontera, o de futuros directores de éxito, como El orfanato o El cuerpo. Y si debido a las nuevas tendencias de consumo, la ópera prima catalana es una producción para una plataforma televisiva como Netflix, pues de Netflix.

Es el caso de El páramo, cuento de terror de madre con niño del siglo XIX en un caserón, con fantasma de por medio, a modo de Babadook pero a la española, que no pasará por cines porque se estrenará directamente en Netflix a principios de 2022. Aún así, su director David Casademunt está tan feliz y contento de que se proyecte su peli en Sitges, que le resta importancia: “La comunión pantalla de televisión-pantalla de cine pueden coexistir y la película se puede disfrutar en cualquiera de las dos dispositivos”, afirma casi en un ejercicio de autosugestión…

 

"Mientras no la veáis cagando por el móvil, lo que queráis"

 

Y con una incontinencia verbal digna de la felicidad que le embarga, nos cuenta que estudió cine en la ESCAC, que empezó a escribir el guión de El páramo en 2014, que es el quinto proyecto que ha intentado levantar y el primero en conseguirlo, que entre sus referencias se encuentran Juan Antonio Bayona, M. Night Shyamalan y Mel Gibson (a quien considera un maestro de la dirección), que ha seguido todo el cine de terror que se ha producido desde que empezó a escribirla, y que cuando vio el tráiler de La bruja de Robert Eggers, se acojonó al creer que era clavada a su peli.

“El Festival de Sitges no sería el Festival de Sitges sin una ópera prima de producción catalana como El páramo

También que eligió el siglo XIX porque para contar esa historia necesitaba una época que transmitiera aislamiento e incomunicación, lo que descartaba la actualidad, y un marco en un contexto histórico de conflicto, para lo que el siglo XIX le iba de perlas, además de aportar una estética pictórica cojonuda. Encima con ese caserón tan auténtico que es un personaje en sí mismo, un caserón real que fue encontrado por el equipo de localizaciones cuando les pasó imágenes de Bailando con lobos para mostrarles lo que quería.

 

"La próxima vez enséñales Downton Abbey y tendremos más comodidades"

 

Tal es el grado de confianza que alcanza su speech, que hasta confiesa que el resultado de El páramo se debe a haber querido hablar de sus miedos personales, tras haber perdido a su padre de joven, después de haber convivido largo tiempo con su enfermedad. “La magia del cine es poder hablar de todos los temas desde los códigos de los géneros”, afirma, mientras Inma Cuesta lo mira con expresión maternal, aunque pronto traslade esa maternidad al niño de la película, Asier Flores.

Tanto Inma Cuesta como Roberto Álamo, padres de ficción de la criatura, se deshacen en elogios hacia Asier Flores, mientras él, muy educadito, agradece en un discurso aprendido a todos y a cada uno de los presentes, la ayuda que le brindaron durante el rodaje. Para Inma Cuesta fue el hijo ideal, a pesar de que ella es muy morena y él muy blanquito, y para Roberto Álamo es un niño que ve y escucha en vez de mirar y oír, y encima extremadamente efectivo. “El actor perfecto”, sentencia. Pues nada, le seguiremos la pista.

 

 

Diario de "Páramosville"

 

■ SITGES 2021

 

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