SITGES 2022 crónica 4: Ensayo sobre la ceguera

Leonor Will Never Die; Unicorn Wars; Speak No Evil; Occhiali Neri

Hace 30 o 40 años, resultaba hasta cierto punto común ponerse a ver una película sin saber de ella nada más que el título. Esto se daba especialmente en las salas de reestreno, que proyectaban sesiones dobles cambiantes de semana en semana. Mucha gente acudía a ellas como entretenimiento de proximidad, “a ver qué echaban”. El cine de reestreno al que solía ir mi abuelo era el Céntrico, y muchas veces me llevaba con él. Yo casi nunca tenía ni idea de lo que íbamos a ver, y claro, cuando se apagaban las luces de la sala y descubría por sorpresa pepinazos como El desafío de las águilas, Lawrence de Arabia o La aventura del Poseidón, los ojos se me salían de las órbitas.

Esa manera de ver cine prácticamente ha desaparecido. Hoy en día, lo que cuesta es justo lo contrario: lograr ver una película sin conocer de antemano todo el argumento, los giros sorpresa y hasta lo que comieron los actores durante el rodaje. Nadie (o casi nadie) consume cine a ciegas; y menos aún en las plataformas digitales, con sus catálogos de opciones interminables, que nos obligan a filtrar informándonos todo lo posible para asegurarnos de acertar el tiro. El FOMO (“Fear of Missing Out”, o sea el “miedo a perderte lo bueno”) es un síndrome poderoso en una sociedad que tiene mucha más oferta de entretenimiento que tiempo material para disfrutarla.

Sin embargo, aún hay un sitio, una aldea gala, donde se sigue estilando eso de entrar a ver “lo que echen”, sin saber de qué va, quién lo protagoniza, o siquiera cómo se pronuncia el título: el festival de Sitges; y esto le ocurre tanto al que viene a ver 40 películas y quiere llenar parrilla con lo que sea, como al que puede venir un solo día de fin de semana y claro, no tiene mucho margen de elección. (“¿Qué dan a las 15:30? ¿Una iraní de fantasmas? Bueno, pues la iraní”). En mi caso, precisamente una de las mejores sensaciones de venir a Sitges es descubrir joyas inesperadas, películas desconocidas que he elegido simplemente porque tenía dos horas libres en una matinal, o porque el horario del pase me encajaba perfecto antes o después de comer. Así es como he descubierto estos días maravillas como Leonor Will Never Die (que reseño hoy) o Jerk (que reseñaré mañana), películas que me llevo en el corazoncito y que posiblemente nunca hubiera podido ver desde la comodidad de mi sofá porque estarían invisibilizadas bajo toneladas de sitcoms ganadoras de Emmys, series Marvel de moda y estrenos exclusivos “que no te puedes perder”.

O sea, que en cierto modo Sitges me reconecta con esas salas de reestreno en las que, a base de ver cine a ciegas, me enamoré del cine.

Las cuatro películas de hoy:

Hoy en el cine Céntrico: Lawrence de Arabia y La tonta del bote

LEONOR WILL NEVER DIE (Martika Ramírez Escobar, Filipinas, 2022)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Leonor Reyes fue una directora de cine de acción muy famosa en la Filipinas de los años 80, que se retiró súbitamente tras una tragedia ocurrida en uno de sus rodajes, dejando a medias su último guion. Ahora es una simple mujer mayor con principio de demencia senil y muchas facturas por pagar, para desesperación de su hijo. Un buen día Leonor ve en la prensa el anuncio de un concurso de guiones cinematográficos y decide presentarse, recuperando aquel borrador que quedó sin terminar. Pero entonces sufre un accidente que la deja en coma, y su mente se queda atrapada en el universo de la película que estaba escribiendo. Lejos de perder los estribos, Leonor decide aprovechar la ocasión para completar el guion “desde dentro”, diciéndole al héroe lo que debe ir haciendo en cada momento para que la historia avance por los derroteros que ella ha imaginado. Poco a poco, el mundo real y el de ficción se irán solapando cada vez más.

Al igual que Coupez!, que reseñé en una crónica anterior, aquí tenemos una película de cine dentro del cine, aunque en este caso sea menos borrica, más sutil, intimista y luminosa. De hecho, de lo que acaba hablando Leonor Will Never Die no es de algo exclusivamente cinematográfico, sino de algo tan genérico universal como el poder catártico de inventar y contar historias, es decir que en realidad su trama hubiera podido funcionar igual de bien (y sin cambios sustanciales) si la protagonista hubiese sido, yo qué sé, directora de teatro, dibujante de cómics o novelista.

"Si Van Damme salía en batín en Jean-Claude Van Johnson, yo no voy a ser menos"

Leonor Will Never Die mezcla comedia y drama con muy buena mano para ambos palos. En el plano de la comedia, las escenas de tortas y tiroteos del “mundo guion” son geniales, no solo por reproducir fielmente el cine de serie B filipino ochentero (incluso adoptando su definición digital, su paleta de colores y su formato de pantalla), sino por el factor bizarro de tener por allí en medio a Leonor, vestida de estar por casa y supervisándolo todo, susurrando las frases de los personajes en sincronía con ellos (porque las ha escrito ella, claro) e incluso “rebobinando” cuando el resultado no le gusta. En cuanto al plano del drama, la película brilla por sus lúcidos apuntes sobre la inexorable vejez, la aceptación de los errores y la necesidad de exprimir al máximo el poquito tiempo que tenemos, porque una vez haya pasado no va a volver. La directora Martika Ramirez Escobar ha facturado lo que debería convertirse con el tiempo en un pequeño clásico moderno del fantástico weirdo. Títulos así justifican venir a Sitges.

Venusentencia: Copas de yate

UNICORN WARS (Alberto Vázquez, España/Francia, 2022)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Unicorn Wars cuenta, mediante dibujos animados de diseño infantil, esponjoso y cuqui, la cruenta guerra entre una civilización de osos amorosos y otra de unicornios, por el control de un bosque mágico. Los protagonistas principales son dos hermanos osos, reclutados y entrenados por el “Ejército Osito” para ir al combate. Uno de ellos, Gordi, es empático, comprensivo y generoso, pese a estar algo acomplejado con su peso y ser objeto de burlas por ello. El otro, Azulín, es un psicópata envenenado de ira y egoísmo, obsesionado con ser el mejor en todo hasta el punto de dejarse engañar por la religión para cumplir una profecía aberrante: aquel que beba la sangre del último unicornio vivo alcanzará la eternidad, el poder y la belleza absolutos.

Unicorn Wars lo tiene todo para dejar flipado a cierto tipo de público, entre el que me incluyo: irreverencia, crueldad extrema, ultraviolencia explícita y negrura moral a raudales (inocentes pagando por pecadores todo el rato, sin la menor justicia divina que lo compense); y, sin embargo, he salido del pase con la sensación de haber visto algo intermitentemente brillante, pero también intermitentemente desaprovechado. Visualmente te noquea, pero como la película no está planteada como un mero espectáculo estético sino que pretende hacerte pensar, habrá que decir que su denuncia del odio como fuerza inexorable que lo corrompe todo es un tanto básica, y que narrativamente sufre de una sobredosis de flashbacks explicativos que le rompen el ritmo, sobre todo en su estiradísima parte central.

"Todos los dicen pero yo no me fío, las unicornios tienen el chocho frío"

Ojo, hay mucha buena matraca en Unicorn Wars: una idea de world-building fantástica que remite al cómic underground norteamericano y a obras como Maus, un villano demencialmente despiadado hasta su último aliento de vida, influencias muy bien traídas de obras como La princesa Mononoke, Samurai Jack, La chaqueta metálica o Apocalypse Now (esas patrullas de osos, avanzando por el bosque y teniendo que lidiar con todo tipo de peligros, son puro cine de la guerra de Vietnam) y un cuarto de hora de clímax potentísimo, con una secuencia de cierre extraordinaria y completamente descorazonadora. Por lo tanto, es fácil disfrutarla, aunque se pierda a ratos en escenas banales que la alargan innecesariamente, y aunque no deje del todo claro si todos los cercenamientos, destripamientos, degollamientos y actos de canibalismo que nos muestra son una denuncia o un exploit gamberro. Porque el caso es que mola mucho ver a un simpático osito amoroso inmolarse granada en mano para frenar una carga de unicornios.

Venusentencia: Copas de yate

SPEAK NO EVIL (Christian Tafdrup, Dinamarca, 2022)

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El matrimonio danés compuesto por Bjørn y Louise, más su hija Agnes, conoce de manera “casual” durante un viaje de vacaciones por la Toscana a Patrick y Karin, otra pareja con niño, en este caso holandeses. Enseguida ambas familias conectan. Se reúnen para cenar y todo indica que tienen opiniones, gustos y sentido del humor parecidos. Hay complicidad. De hecho Bjørn, un tipo tirando a pusilánime, queda un tanto infatuado por la masculinidad carismática, el desparpajo y la seguridad en sí mismo que despliega Patrick. Así, cuando el matrimonio holandés invita a Bjørn, Louise y Agnes a pasar un fin de semana en su casa en el campo, aceptan sin dudarlo mucho. Ni que decir tiene que esa será solo la primera de una cadena de malas decisiones que llevarán a nuestros tres protagonistas a vivir el fin de semana más infernal de sus vidas, y quizás el último. Claramente, deberían de haberse quedado en casa viendo Netflix.

Speak No Evil funciona a muchos niveles. Como cuento de miedo clásico, como juego macabro con el espectador (una especie de Funny Games o Los extraños “para toda la familia”) y como crítica al borreguismo al que nos vemos abocados en una sociedad que nos quiere callados y obedientes, que a menudo nos empuja a hacer lo que no queremos hacer simplemente por evitar el conflicto que supone decir “no” (el título hace referencia a un pasaje de "La Biblia" que invita a ser educado y amable con tus semejantes). En nuestra vida cotidiana, eso nos suele llevar a poner buena cara ante humillaciones laborales, reuniones familiares tensas o relaciones de pareja que ya no hay por dónde salvarlas. En el caso de la familia protagonista de la película, saber decir “no” a tiempo puede acabar marcando la diferencia entre la vida y la muerte.

"Ahora es cuando dejamos los móviles encima de la mesa como en Perfectos desconocidos"

Speak No Evil es un ejercicio muy inteligente de terror psicológico, que te va helando poco a poco la sangre no a través de sustos ni de gore, sino gracias a un mal rollo creciente hecho de silencios incómodos, diálogos cargados de tensión contenida (los actores están espectaculares, por cierto), una iluminación macabra pero a la vez funcional y naturalista y otros recursos de guion y puesta en escena que casi podría decirse que sacan los pies fuera del tiesto del género pero que, precisamente por eso, por esa incomodidad que no eres capaz de ubicar pero a la vez te resulta tan cercana, te hacen salir del cine perturbado de mala manera. ¿Cuánto estarías dispuesto a aguantar tú si te vieras metido en la misma situación que los protagonistas? La respuesta a esa pregunta no es nada tranquilizadora.

Venusentencia: Copas de yate

OCCHIALI NERI (Dario Argento, Italia, 2022)

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Diana (Ilenia Pastorelli) es una escort de alto standing que se convierte en blanco de un asesino en serie, que recorre las calles de Roma en una furgoneta degollando a prostitutas. Diana logra escapar con vida de su primer encuentro con el psicópata, aunque en el proceso sufre un accidente de coche que la deja ciega. Tras ese desgraciado episodio conoce a Rita (Asia Argento), una asistente social que la enseña a manejarse en la invidencia, y a Chin (Andrea Zhang), un niño chino cuyos padres murieron en el accidente en el que se vio implicada Diana, y que al principio le guarda rencor por ello pero al cabo de dos escenas ya la quiere como madre adoptiva (hay que decir que ella le regala una Switch, que no es cualquier cosa), porque la película dura solo 87 minutos y hay que ir por faena.

A ver, por favor, hagamos el ejercicio de imaginarnos que Occhiali Neri no viene firmada por Dario Argento, acaso el mayor icono viviente del cine de terror europeo. Imaginemos que ha sido dirigida por un desconocido del que no tenemos referencias. ¿Sí? ¿Lo visualizamos? Muy bien, pues ahora ya podemos opinar sobre ella sin paternalismos y centrándonos exclusivamente en su calidad intrínseca como película. Que, lamento decirlo, es infumable. Se salvan la potente banda sonora de Arnaud Rebotini, los trucajes gore y el breve papel de Asia Argento (que tampoco es que esté de nominación al Oscar, entendámonos; simplemente cumple), pero por lo demás esto es un slasher formulaico, perezoso y con olor a cerrado, un guion de chiste, un asesino de cartón recortable (en el pase de hoy en el Retiro, durante la escena en la que el tipo revela su identidad y explica sus motivaciones, han habido carcajadas) y algunas interpretaciones tan pobres que invitan a santiguarse, empezando por la de la actriz principal Ilenia Pastorelli.

"Ahora ya sabes porqué Jennifer 8 es mi película favorita"

Occhiali Neri arranca más o menos bien, con un asesinato en plena noche que transmite brío y desasosiego pese a la factura visual de bajo presupuesto. Sin embargo, a partir de ahí la cosa entra rápidamente en barrena, acumulando momentos de vergüenza ajena y personajes que parecen paródicos (lo del niño chino no tiene nombre). Argento ha intentado reverdecer laureles por la vía del género que le hizo grande, pero solo se ha traído de vuelta la caspa y se ha dejado atrás todo lo bueno: ni rastro del suspense taquicárdico o de la estética hipnótica que caracterizaron su mejor cine. He visto algunas reseñas enfadadas con quienes le venimos dando cera a esta última etapa de la carrera de Dario Argento. Es cierto que ni Occhiali Neri, ni Giallo ni Dracula 3D, por citar sus despropósitos más recientes, van a hacer ningún daño a su legado. Pero es igual de cierto que defender malas películas como ésta por puro corporativismo fandom no solo resulta inútil, sino que hace un flaco favor a sus obras mayores. Ya puestos, ¿vamos a empezar ahora a defender al Spielberg de La terminal?

Venusentencia: Condenada a alforfones