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THE EAST crítica: El club de la trucha

   

El club de la trucha

Thriller con poco de thriller sobre terroristas
con poco de terroristas: gamberros y gracias

Por Ray Zeta

 

<Hoy en día a cualquier cosa se le llama thriller. Y lo peor de todo es que se inventan subgéneros de thrillers para colar como thrillers las películas que tienen de thriller lo que tiene de thriller plegar calcetines (¿han entendido algo? Seguro que sí). Hasta ahora un thriller podía ser de suspense, de acción o policiaco, pero ahora, si Steven Soderbergh filma una denuncia contra la industria farmacéutica en forma de semi-reportaje con la única emoción de ver cuántas pústulas le salen en la cara a Jude Law por haberse inoculado un virus, como ocurre en Contagio, se dice que la peli es un “thriller médico”; si Richard Gere es un ejecutivo que mata sin querer a su joven amante de accidente de circulación en El fraude y toda la película gira en torno a si lo descubren o no con la misma emoción de si la gallina Turuleta pone un huevo o pone dos, se cataloga a la peli como “thriller financiero”; y si como en la peli que nos ocupa, una agente se infiltra en una organización clandestina que comete actos de reivindicación ecologista contra empresas que dañan el medio ambiente, se etiqueta a la peli con el sello de “thriller de espías ecologista”, y los distribuidores se quedan tan panchos.

   Y claro, como la palabra “thriller” atrae a los venusvilleros como la miel atrae a las moscas, picamos, vamos a verla y la reseñamos. Eso es The East, un presunto thriller de espías que narra la historia de una agente infiltrada en una banda terrorista ecologista, sólo que es tan sosa y tiene tan poca emoción como thriller policiaco o de espías, que ya que hablamos de ecologismo es más interesante dedicarse a escuchar crecer la hierba. Nada que ver con thrillers de infiltraciones criminales de calité como Donnie Brasco, Le llaman Bodhi, El lobo, A todo gas o Infiltrados. En The East no hay tiros (bueno sí, perdón, hay uno), y mucho menos sensación de peligro. En cualquiera de los títulos citados, de ser descubierto el agente infiltrado, hubiera sido pasado por la quilla de un barco, ofrecido como pasto a los tiburones, o arrojado al río Hudson con los pies soldados en cemento armado. En cambio, la sensación que provoca The East es que como mucho castigarían al agente desenmascarado sin cantar el “Kumbaya” durante tres noches.

 

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"No fardes tanto de los dos planetas de Otra Tierra, que en Melancolía también teníamos dos"

 

   Porque la banda terrorista en cuestión no es una banda de terroristas al uso, asesinos, criminales o delincuentes comunes, sino niños pijos de papá reciclados en progres que llenan las casas de los ricachos propietarios de empresas antimedioambientales con los despojos de sus fábricas, y boicotean sus fiestas adulterando las bebidas con medicamentos defectuosos legales, siendo sus golpes más gamberradas que actos terroristas (y para gamberradas buenas ya tenemos las de El club de la lucha, como es insertar fotogramas de pollas en películas infantiles).

 

  "Es tan sosa y tiene tan poca emoción como thriller policiaco o de espías, que ya que hablamos de ecologismo es más interesante dedicarse a escuchar crecer la hierba"  

 

   Por eso nos presentan a la banda como un grupo comprometido con sus ideales anti-sistema, conviviendo como si de una comuna hippie se tratara. ¿Pero una comuna hippie de las que se alimentan de maría y de las que practican el amor libre a todas horas? Para nada, que de lo que aquí se trata es de que empaticen con el espectador, por eso dejan claro que no se drogan y que no practican orgías como sería de ley en dichas circunstancias. Todo lo más, jugar a la botella sin pasar de abracitos de teletubbie y besitos de mariposa.

 

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"Desde que vi lo que insertaba Brad Pitt en El club de la lucha que soy incapaz de tener una erección"

 

   Y por la misma razón nos presentan al principio a los integrantes de la banda lo más hippiosamente harapientos posible (unas barbas, unas greñas y una mugre, que ríanse ustedes de las que llevaban Tom Hanks y Jim Caveziel en Náufrago y El conde de Montecristo juntas), para que puedan aparecer al poco limpitos, afeitaditos, repeinaditos con el pelo cortito, y engalanados de noche encima, para crear aún más contraste y provocar así de la manera más tramposa posible, el agrado de los espectadores (aunque en el caso de Alexander Skarsgard es una empresa totalmente fallida por la ridiculez de su maquillaje en su caracterización de hippie –esa barba parece haber sido enganchada pelo a pelo, habiendo arrancado antes los pelos de salva sea la parte- y a la sosería de su interpretación, nada que ver con el buen oficio demostrado de Ellen Page y Toby Kebbell).

   O sea, que poco hay que salvar de este The East, y la mayor parte de la culpa la tiene Brit Marling, impulsora del proyecto como productora, guionista y protagonista. Esta tía es un coco licenciada con matrícula de honor en Empresariales, nadie lo niega, pero su concepción del cine es tan fría como el culo de un esquimal. Personajes introvertidos, interpretaciones contenidas, y ritmo lento y desangelado, son sus constantes (vean sus dos otras películas suyas como mujer orquesta, Otra Tierra y Sound of my Voice, y se convencerán). Estilo que funciona muy bien con producciones independientes (sus dos películas triunfaron ambas en el festival de Sundance, lo que deja bien claro la línea cinematográfica de la que estamos hablando), pero que no pega ni con cola en una película comercial como presunto thriller de espías. Porque Brit Marling no utiliza The East para contarnos una historia de espías, sino que utiliza la historia de espías para mostrarnos dos formas de vida alternativas, crear un filme de denuncia social contra las grandes empresas corporativas, y criticar el consumismo y el capitalismo en general. Lo que da como resultado un thriller que tiene de thriller lo que de thriller tiene plegar calcetines./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Congelada en carbonita
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quien no le guste el cine comercial, no le gusten los thrillers, y no le gusten las pelis de espías.

     
 

No recomendada por Kuato a: espectadores para los que una película de infiltrados deba tener la emoción de Leonardo DiCaprio y Matt Damon jugando al gato y al ratón.

     
 

Ego-Tour de luxe por: Ellen Page y Toby Kebbell, pareja de secundarios que se zampa con coles (es que son vegetarianos) a la pareja de protagonistas Brit Marlin y Alexander Skarsgard.

     
 

Atmósfera turbínea por: cada día estoy más convencido de que Skarsgard Jr. es un bluff. Queda muy bien como vampiro Eric en True Blood, pero a la que se quita los colmillos se da la hostia.

 

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