THE ZERO THEOREM crítica: El programador chiflado

Terry Gilliam cuenta en The Zero Theorem cómo un tipo loco busca el sentido de una vida loca

■ MOLOLO

Hay muchos cineastas que cuando ves algo suyo, ya sabes a lo que te expones. Tim Burton es como siniestro-festivo, Bryan Singer es incapaz de procesar en qué consiste una adaptación, y Michael Bay tiene un cerebro impermeable a la estructura narrativa. Y Terry Gilliam se caracteriza por hacer películas más raras que un perro verde montando en monociclo por una catedral. Desde los personajes con los que puebla sus mundos, hasta los mundos que puebla, pasando por las cosas que ocurren en ellos, todo responde al mismo tiempo a la locura más estrambótica y a una lógica que lo hace todo reconocible y coherente. El resultado tiende al cuento y a la fábula, y en cintas como ésta, Brazil y 12 Monos es donde se nota más, con un estilo que tiene siempre un aire de cuento europeo, familia de cosas como La ciudad de los niños perdidos.

Hablamos de un hombre al que le dieron diez minutos de una película de los Monty Python para hacer un gag (en El sentido de la vida), y se montó una película paralela de administrativos ancianos piratas asaltando oficinas modernas, armados con grapadoras y reglas, con la que se cepilló el presupuesto que tenían para todo lo demás. Así que seguramente sus productores habrán agradecido a los cielos que todo “El Teorema Cero” ocurra en unos pocos escenarios. Porque con todo el caos al servicio del absurdo con el que llena los diálogos, los escenarios y todo lo demás, no creo que haya límite al saco de dinero para el que este hombre pueda imaginar gasto.

"Es que Terry Gilliam cayó en una marmita de psicotrópicos cuando era pequeño"

Nuestro protagonista, en esta ocasión es un tipo que recibió una llamada de teléfono hace años, preguntaron por él, se le vino a la imaginación que estaban a punto de explicarle el sentido de su vida y colgó sin querer, y vive desde entonces alrededor de su espera a que vuelvan a llamar, mientras se refiere a sí mismo en plural, viviendo una vida vacía que para él es sólo encontrar la manera de estar disponible para esa segunda llamada. Lo bueno y lo malo de la película es lo mismo, y es ser una película de Terry Gilliam. El reparto es raro, los personajes son raros, todo raro, y elevando el absurdo para que se salga de la comedia y entre por el otro lado en el terreno de un cuento onírico, perdiendo la risa, pero no la sonrisa.

"El reparto es raro, los personajes son raros, todo raro, y elevando el absurdo para que se salga de la comedia y entre por el otro lado en el terreno de un cuento onírico"

Cristoph Waltz, desde luego, hace un papelón, consiguiendo que empaticemos con un tipo apagado, vacío y deprimido hasta el delirio, tan roto por dentro, que en el trabajo le asignan la tarea famosa por volver loco a quien la intenta, de resolver ese imposible “Teorema Cero”. Y el propio teorema, el modo de alcanzarlo, lo que significa, lo que demostrará, y las conclusiones que se sacan de lo que se cree que supondría, tampoco se acaban de sostener o de tener sentido, porque son irrelevantes para la trama real, que es si estamos aquí para algo o no, y si la búsqueda de la propia realización y de trascender no será en sí misma una pérdida de tiempo que nos impide alcanzar nuestras metas y nos roba el sentido de la vida.

"Ven, que te pondré 12 monos por sexta vez a ver sí consigues entenderla"

A menos que el motivo por el que todo sea abstracto y no se sostenga sea que el protagonista en el fondo no lo comprende, en cuyo caso podría ser divertido tratar de adivinar la historia real que estamos viendo a través de los ojos de este tipo imposible. Todo tan Gilliam, que no tiene uno claro todo el tiempo si una gran parte de lo que está viendo existe sólo en la cabeza del protagonista, o si importa que sea así o no. Diarrea de ideas (¡prrrrtz!) salpicando por todos lados. Aunque en otras ocasiones ha sido más hábil para darle coherencia a sus locuras.

Pero el caso es que el invento no le acaba de funcionar a Gilliam como otras veces. Del divertido jefe que llama al protagonista por el nombre que le da la gana y le trata de animar, o de la chica / novia, no he dicho nada porque me han parecido taaan clichés que se me atragantan. El jefe es gracioso, pero los hemos visto iguales y mejores, y la chica es muy guapa y muy sensual y un gusto a la vista, pero sabemos exactamente lo que va a pasar con ella a cada segundo. El “director” no sé si merece mención, porque no me decido. Es mucho más poderoso para la historia cuando se habla de él que cuando aparece, pero como cuando aparece todo es como muy imposible (y seguramente sólo imaginaciones del protagonista), tampoco tengo claro si es criticable que sea tan poco creíble como personaje. Se salva el chaval / hijo del gran hermano, precisamente por cómo destaca en ese mundo al ser un chico contemporáneo y normal, y al tener la que seguramente es la única relación honesta en la vida de Christoph Waltz. Es un contraste muy agradable y que se agradece entre tanto absurdo y tanta cosa estrambótica. Total, una película simpática, pero difícil. Las películas de Gilliam siempre son algo complicadas, pero esta ya es de otro nivel.

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

Recomendada por Kuato a: quien entendiera todo 12 monos.

No recomendada por Kuato a: alguien con migraña.

Ego-Tour de luxe por: la aplicación de escritorio de psicóloga virtual.

Atmósfera turbínea por: ¡que ahí hay una película de ratas detrás de las paredes que parece más de risa y nos la estamos perdiendo!

■ THE ZERO THEOREM. Estreno en Venusville: 28/11/2014