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TRANCE artículo: Reinventando el cine negro

   

Reinventando el cine negro

Danny Boyle y cine negro, no digan que no
es una combinación francamente irresistible

De Hispano Foxfilm

 

<“Después de Slumdog Millionaire, el productor Christian Colson y yo andábamos buscando una nueva obra que realizar juntos y yo le dije que había un par de ideas hacia las que siempre me había sentido atraído: la historia de Aron Ralston –que se transformó en 127 horas– y un disparatado thriller llamado Trance”, dice el director Danny Boyle. “Siempre me dio la sensación de ser un material perfecto para el escritor John Hodge, con quien yo había trabajado en Trainspotting y Tumba abierta. Christian pudo resolver el problema de los derechos y contratamos a John para que trabajase en el guión mientras nosotros realizábamos 127 horas”.

   Evitando la atmósfera distante y hermética de muchos thrillers clásicos del cine negro, a Boyle le entusiasmaba introducir lo que él denomina “una carga emocional” en la película, así como modernizar y renovar el concepto tradicional de mujer fatal. Aunque comienza ostensiblemente como una película de atracos, rápidamente se transforma en algo más psicodélico, más fluido y menos fiable. “Yo quería tratar de poner al día el concepto del género negro, pero no deseaba crear algo que remitiera mucho a ello ni, evidentemente, que se le pareciese”.

 

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"Castigado por no compartir a Monica Bellucci con el resto de la humanidad"

 

   “Yo quería ocupar ese mundo, aunque haciéndolo en un contexto realmente moderno”, afirma. “Cuando hablo de ponerlo al día, también me refiero al aspecto emocional. No hay nada de lo que echar mano; no hay sistemas; no existe cadena de mando ni tampoco estructuras relacionadas ni de apoyo para ningún personaje”, asegura Boyle. “Todos están lisa y llanamente solos. Ésa es la razón por la que este tipo de películas está siempre vinculado al crimen, porque siempre giran en torno a actuar sin más recursos que los propios, al margen de la ley”.

   “Lo que queríamos hacer era que los personajes anduvieran en una especie de incertidumbre constante en lo referente a cuál era la verdad”, explica John Hodge. “Los tres personajes tienen que confiar casi exclusivamente en lo que otros dicen o hacen para entender lo que está pasando. Y, naturalmente, todo cuanto los otros dicen o hacen es, en gran medida, una mentira, una manipulación o indigno de confianza de alguna manera. Así, los protagonistas están atrapados en un rompecabezas creado por ellos mismos. El reto que se les plantea –y el entretenimiento que se ofrece al público— consiste en tratar de resolver ese rompecabezas”.

 

  "Yo quería tratar de poner al día el concepto del género negro, pero no deseaba crear algo que remitiera mucho a ello ni que se le pareciese"  

 

   “Tiene tres papeles estupendos y eso siempre está muy bien en una película”, dice Boyle. “Recuerdo eso desde Tumba abierta, una de las películas que hice con John; tres papeles fantásticos en los que los actores luchan para ver quién está en el centro de la película. Es excelente disponer de la atractiva dinámica de este triángulo, ya que permite jugar con la duda de qué personaje es el central del relato. La película empieza, evidentemente, como la historia de Simon pero al final se ha convertido en algo más propio de Franck  –y, naturalmente, Elizabeth ejerce su propia y fuerte atracción gravitatoria–”.

   Dice Boyle: “Uno hace un montón de películas y cuenta en ellas con grandes mujeres, pero básicamente giran en torno a los hombres: Ewan McGregor o Cillian Murphy o Dev Patel; James Franco o Leonardo DiCaprio. Así que lo que me gustó de ésta es que había una mujer justamente en medio de la acción, capaz de actuar independientemente”. Boyle pensó inicialmente en ambientar la película en Nueva York y encargar a una actriz inglesa el papel de Elizabeth antes de lanzar la idea de la extranjera en Londres y transformar al personaje en norteamericano.

 

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"Desde que hice Sin City que todos los directores quieren que me vista de esa manera"

 

   “Yo siempre quise que Elizabeth proviniera de fuera de una comunidad, que fuera una intrusa, y eso es muy importante para el relato: que ella no tenga a nadie a quien recurrir; ese sentimiento de aislamiento”, explica Boyle. “El género negro tiene algo extraño; es parecido a una ampolla que estuviera sellada; todo está bajo llave en su interior. No hay un auténtico mundo exterior con el que uno pueda, así, de repente, conectar, por lo que ella no puede, de pronto, contar con una madre o una hermana a la que confiarse. Por ello queríamos a alguien que tuviera una presencia que impusiese: habilidad con las palabras e independencia; una cualidad de autosuficiencia”.

   Trance es un mundo muy masculino, por lo que siendo Elizabeth esencialmente la única mujer de la película, toda la dinámica hombre-mujer resulta muy interesante. Trance brinda una forma diferente de contemplar a una mujer que está al mando. En cuanto al personaje, suponía un reto. No queríamos que se moviera por la película como una vampiresa. No queríamos pintarla de una forma que la convirtiese en una especie de cliché. que contuviera nada que distraiga al paciente de la terapia. Y, con todo eso, nos encontramos a Rosario Dawson, que es, en esencia, una mujer explosiva. Fue todo un reto quitarle atractivo hasta el extremo de que sea posible creer que los personajes pueden aceptar su pericia y no caer bajo su embrujo”./>

 

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