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UNA BALA EN LA CABEZA crítica: 48 horas remás

   

48 horas remás

Sly Stallone deja a los mercenarios en casa
y se marca una buddy movie a los ochenta

Por Ray Zeta

 

<La mejor idea que ha tenido Sylvester Stallone en estos últimos años ha sido desempolvar como actor, guionista y director sus viejos héroes de los 80 Rocky Balboa y John Rambo, en sendas películas que llevaban por título los nombres de los personajes a modo de declaración de principios. Eso puso fin a una racha de títulos menores como  Get Carter, Driven, D-Tox y El protector, en los que Sly repetía sin gracia su registro de action hero dando muestras de un cansancio que provocaba que ni él mismo se creyera su personaje, y eso propició también su feliz invento de reunir en Los mercenarios a todas las viejas glorias de las action movies ochenteras con nombres tan ilustres como los de Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis, Dolph Lundgren, y posteriormente también Jean-Claude Van Damme y Chuck Norris, obteniendo tanto éxito que se ha convertido en una de las franquicias más multimillonarias de los últimos años.

   Stallone vuelve a creérselo y, lo que es mejor, vuelve a divertirse, y eso traspasa la pantalla haciendo que nos divirtamos también nosotros. Ha conseguido tan alto grado de complicidad con el público, que éste ya no va al cine a ver buenas películas sino a divertirse viéndole a él haciendo de sí mismo con la seguridad, la falta de complejos y el tono autoparódico que sólo dan los años de oficio. En esta tesitura se mueve Una bala en la cabeza, un thriller de acción que apenas pasaría el corte de obra justita de no ser protagonizada por Sylvester Stallone, pero que gracias a la presencia chulesca de éste y a la ochentera dirección de Walter Hill, se erige en una de esas películas disfrutables más por lo que son que por lo que dan: Sylvester Stallone en una de desenfadada peli de tiros dirigida por Walter Hill, en un homenaje, plagio o inspiración (llámenlo como quieran), de las pelis que veíamos tras hacer cola en cines de sala única en la década de los 80.

 

"Yo no pienso ducharme contigo y comentar nuestras pollas como hiciste con Kurt Russell en Tango y Cash"

 

   Así que no busquen guiones complicados (ni siquiera elaborados, pues las pistas se van encadenando aquí con la misma facilidad que en una aventura de Mortadelo  y Filemón) o dirección sofisticada (Hill mueve la cámara en las antípodas del frenetismo que se le imprime ahora a una de Jason Bourne, James Bond o Ethan Hunt), porque de lo que aquí se trata es de ver a Sly haciendo gala de su poderío físico, su testosterona, y su cafrerío, en un personaje de hombre duro como el que ya le vimos en Cobra, el brazo fuerte de la ley, Tango y Cash o El especialista, en una de las buddy movies que tanto le gustan a Walter Hill (ahí están las dos Límite: 48 horas y Danko: Calor rojo para demostrarlo), narrando esta vez la forzosa asociación entre un asesino profesional y un policía, para más inri de origen coreano (en los Límite: 48 horas también eran un policía y un delincuente que encima era negro, así que tampoco variamos mucho).

 

  "Gracias a la presencia chulesca de Stallone y a la ochentera dirección de Walter Hill, Una bala en la cabeza se erige en una película disfrutable más por lo que es que por lo que da"  

 

   Un asesino profesional como ya lo fue al lado de Antoñito Banderas en Asesinos, pero un asesino, claro está, con un código ético que sólo le autoriza a matar hombres que se lo merecen (y que como dejan claro a primeras de cambio, también tiene su corazoncito), y que se mete en una investigación criminal con el citado poli movido por el leit motiv de la venganza. El resto, elementos puestos de cara a la galería para que el buen fan accionero de la vieja escuela disfrute con ellos como quien asiste al espectáculo de su humorista favorito: peleas, tiroteos, el forzudo Jason Momoa haciendo de malo con una caracterización que cualquiera diría reproduce la de Brian Thompson en Cobra, el brazo fuerte de la ley (ha sido verlo y saltárseme una lagrimita al recordar cómo Sly ensarta a Thompson al final de Cobra), y un Christian Slater en horas bajas resucitado para que interprete al cerebro criminal de la trama (éste sí que no se cree nada de lo que hace al menos desde hace diez años).

 

"Vuelve a pedirme que te de un papel en Los mercenarios 3 y te dejo como en El imperio del mal"

 

   Y todo, como les decía, de la manera más chulesca, tetosterónica y cafre posible (como debe ser). ¿Que se quiere que Sly luzca musculitos pecho-lobo? Pues se le embute en una camiseta tres tallas pequeña y así le salen los pectorales por el escote. ¿Que se quiere que luzca todavía más? No hay problema, se le mete en una escena de sauna romana como el prólogo de Danko: Calor rojo y se le pasea medio en bolas. ¿Que se quiere mostrar a Christian Slater como un abogado vicioso y corrupto? Pues se le presenta en una fiesta borracho, drogado y persiguiendo chochitos. ¿Que se quiere dar a entender que Jason Momoa es un sicario muy pero que muy chungo? Fácil, se hace que protagonice un tiroteo en un bar en el que se pule a tiros sin despeinarse a toda una banda rival con la misma facilidad que Antonio Banderas en Desperado, y mensaje enviado. ¿Que se quiere enfrentar a Stallone y a Momoa en un clímax final que desprenda la fuerza, el poderío y la mala leche de ambos machos ibéricos? Pues se les enfrenta en un combate cuerpo a cuerpo a golpes de pico como ya inventó Walter Hill en Calles de fuego y asunto concluido (y encima en una fundición, como en gran número de ilustres títulos del cine de acción, para que el escenario sea reconocible).

   Les ha quedado claro, ¿no? Todo sazonado además con una violencia libre de complejos traducida en mamporros, asesinatos y tiros en la cabeza por doquier (de ahí su titulo), combinada a la perfección con las frases chulescas de Sly y cierto tono de auto-homenaje, que imprime al producto una personalidad de serie B cien por cien recomendable tanto para el público fan de Stallone como para el del cine de acción ochentero, con menos complejos aún, eso sí, que los mismos responsables de esta pieza. Si Una bala en la cabeza aún tiene cierta vocación de peli seria, no quiero ni pensar a qué cotas de humor, colegueo y autoparodia se llegará en The Tomb con Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger de protagonistas absolutos mano a mano. Yo ya me estoy frotando las mías. Sly y el resto de mercenarios han vuelto, y esta vez para quedarse./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quien siempre quiso saber qué habría sido de Marion Cobretti 25 años después.

     
 

No recomendada por Kuato a: quien ya no le gustó El último desafío, de Arnie, título infinitamente superior a Una bala en la cabeza. Esto es lo mismo pero en peor.

     
 

Ego-Tour de luxe por: la batería de fotos retrato en las que se ve a Stallone de jovencito hasta la actualidad. ¡Madre de Dios, cómo le ha cambiado el careto a este hombre!.

     
 

Atmósfera turbínea por: que ya puestos a emular a John Woo apuntándose a la cabeza ambos protagonistas a la vez, no haber sacado también alguna paloma.

 

 

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