Combate bournero entre Matt Damon y Jeremy Renner desde el Venusville Square Garden
Bajó el telón, se acabó la magia, los artistas recogen sus bártulos entre bastidores y se desmaquillan en su camerino mientras el público abandona lentamente la sala. El agente secreto “nasío pa matá” adiestrado por la CIA en la agencia Outcome se coge una excedencia voluntaria ilimitada y la saga de Jason Bourne dirigida por Paul Greengrass y protagonizada por Matt Damon se cuelga oficialmente el cartelito de “cerrada hasta nueva orden”. El personaje creado por el novelista Robert Ludlum le pasa el testigo a Tony Gilroy y Jeremy Renner en la dirección y la interpretación respectivamente. Es el fin de una era, de una de las mejores franquicias no sólo del cine de espías y de acción sino también del cine en general: es el fin de Jason Bourne.
Tres son los títulos que conforman el legado: El caso Bourne (2002), El mito de Bourne (2004) y El ultimátum de Bourne (2007). Los tres episodios son escritos por el guionista Tony Gilroy y dirigidos por Doug Liman en el caso del primero y por Paul Greengrass en el de los dos segundos. Una trilogía millonaria tanto en espectadores como en dólares que sienta las bases de un nuevo cine de acción de calidad para adultos. Nada de cine para adolecentes pastilleros amantes del botellón, el mp3 y los videojuegos, esto es cine inteligente de calité, buen gusto y primera clase para gourmets del celuloide, con unos guiones cuidadísimos, un montaje curradísimo y una dirección impecable que marca la línea a seguir en cuanto a superproducciones de acción adulta se refiere (vean como ejemplo Quantum of Solace y no digan que las escenas de acción del agente 007 no están filmadas con el estilo del agente del programa Treadstone).
Jason Bourne se basta y se sobra: solo y a cara descubierta
Pero ay, que en la preproducción del cuarto episodio los egos de sus responsables y sus creativos afloran, y poniéndose un calzón de distinto color cada uno, ocupan una esquina del cuadrilátero y se disponen a disputar un combate interminable que se convierte en el culebrón del verano 2010, alargándose hasta bien entrado el siguiente año. Universal veta el guión escrito por Paul Greengrass, enfadado con él por confundir el presupuesto de Green Zone: Distrito Protegido con el de Avatar, y apuesta por uno escrito por el guionista novel Joshua Zetumer primero, y por uno escrito por el habitual Tony Gilroy después.
La relación entre Greengrass y Universal está tan al rojo vivo, que el primero decide abandonar el barco, lo que provoca la inesperada reacción solidaria de Matt Damon de abandonar la franquicia si Greengrass no dirige. ¿Y qué dicen los de Universal al respecto? ¿Se les queda el culito pequeñito y se bajan los pantalones ante la posibilidad de quedarse sin la estrella de los huevos de oro? Nanai de la China, manifiestan que la puerta es ancha para los dos y que están dispuestos a continuar la franquicia con o sin él, así que contratan a Tony Gilroy para que ejerza también de director y a Jeremy Renner para que interprete a un nuevo Jason Bourne de distinto nombre.
"Esta nueva peli es una más de acción del montón que no difiere de las cintas polvorientas que se acumulan en cualquier videoclub de segunda categoría"
Lo que se nota, vaya si se nota. Nada que objetarle a Jeremy Renner, pues el chaval hace lo que puede con suficiente solvencia aunque no disponga del carisma y el glamour natural de Matt Damon (¿se lo hubieran imaginado como un agente asesino del gobierno antes de verlo en El caso Bourne? ¿Verdad que no? Y luego bien que nos convenció… En cambio Renner, con esa cara de psicópata que Dios le ha dado, da el pego de entrada pero no queda ni la mitad de bien…). Nada que objetarle tampoco si me apuran al guión, pues sin ser nada del otro mundo hace el esfuerzo de conectar esta nueva entrega con la trilogía existente, haciendo que transcurra la acción simultáneamente a los sucesos que acaecen en El ultimátum de Bourne.
¿Dónde falla entonces este Legado de Bourne? Pues obviando la simplicidad de su guión (una de las marcas de la casa de la saga hasta ahora era su complejidad guionística), en la dirección y en el tratamiento de la acción. Tal como he dicho, hasta ahora las pelis de Bourne cortaban el bacalao y fijaban los precios de mercado de sus filetes en cuanto a pelis de acción se refiere, en cambio esta nueva peli es una más de acción del montón que no difiere de las cintas polvorientas que se acumulan en cualquier videoclub de segunda categoría.
Aaron Cross en cambio no las tiene todas con él: con gafas de sol y acompañante
Acción sin carisma, sin sello propio y sin personalidad. Ya sea dando brincos por una montaña nevada, realizando un tiroteo en una gran casa, tumbando de un solo golpe a cinco contrincantes en una misma pelea, correteando por tejados, o en una persecución en moto por las calles de Manila, el nuevo agente de Outcome Aaron Cross no le llega a Jason Bourne ni a la suela del zapato por culpa de la poco ambiciosa dirección de Tony Gilroy. Nada que ver con escenas que nos han quedado fijadas en la retina para siempre como Jason Bourne lanzándose disparando por el hueco de una escalera a lomos de un cadáver que le hace las veces de escudo humano-colchoneta amortiguadora, el juego del gato y el ratón practicado en la estación de Waterloo en Londres guiando telefónicamente a un periodista, o las persecuciones acaecidas por las calles de Tanger.
Hemos pasado del caviar a las lentejas, del champagne francés al calimocho… de Paul Greengrass a Tony Gilroy. Tal como reza uno de los diálogos de El legado de Bourne mantenido entre dos dirigentes de la CIA en el que uno reprende al otro por la manera chapucera en la que está llevando todo lo que concierne a Jason Bourne: “Te han dado un Ferrari y lo estás usando como cortador de césped”. Triste metáfora utilizada por el destino para ilustrar la nueva era de Jason Bourne.
■ JASON BOURNE
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