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CUANDO TODO ESTÁ PERDIDO crítica: Con el agua al cuello

   

Con el agua al cuello

Tras la soporífera Pacto de silencio, Robert Redford
se hace a la mar en solitario para expiar su pecado

Por Sapo

 

<Cuando todo está perdido no es una película corriente. Es un proyecto arriesgado del director de la aclamada Margin Call, J. C. Chandor, cuyo rasgo más destacado es que se sostiene sobre los hombros de un único actor, apenas sí tiene diálogos y todo ocurre en alta mar. Con estas características la posibilidad de un batacazo monumental era grande, pero la película sale a flote de manera inesperada y espléndida. Y es que teniendo como navegante exclusivo a un maduro pero activo Robert Redford, nada estaba perdido de antemano.

   La película cuenta la historia de un navegante solitario a vela que en aguas del Océano Índico, queda a merced sin equipos eléctricos y de comunicación de las tormentas de la zona sin disponer de información meteorológica. Así nuestro protagonista, a pesar de su experiencia y de ser capaz de recurrir a técnicas de navegación obsoletas, no puede evitar naufragar con pocas expectativas de ser rescatado.

 

"Me siento como el Pi de La vida de Pi pero sin tigre"

 

   En este punto hay que resaltar que el guión del propio director de la película está muy bien construido para explicar la sucesión de acontecimientos sin el soporte de los diálogos y para mostrar la evolución del estado de ánimo del protagonista. Protagonista, por cierto, que no pierde la calma en ningún momento (incluso con la que le está cayendo encima encuentra un instante para afeitarse), que se esfuerza al máximo para salir del atolladero en que se halla pero que no puede impedir que el desánimo acabe por ganarle, a la par que sus fuerzas decaen. Precisamente en la composición de ese personaje, Robert Redford consigue una gran actuación plena de credibilidad. Si acaso en las escenas en las que cae al agua hay que tirar de benevolencia en cuanto a sus facultades físicas a los 77 años para aceptar que salga airoso de ellas.

 

  "Si acaso en las escenas en las que Robert Redford cae al agua hay que tirar de benevolencia en cuanto a sus facultades físicas a los 77 años para aceptar que salga airoso de ellas"  

 

   Otro aspecto relevante es la fotografía de la película retratando tanto cielos de azul radiante como de oscuras nubes de tormenta. Y, más aún, combinado las imágenes azarosas en el yate, tanto en cabina como en cubierta, con las serenas tomas verticales que desde las profundidades describen de forma velada lo que sucede en la superficie.

 

"Al menos en Calma total Sam Neill tenía a Nicole Kidman para entretenerse..."

 

   Para acabar, algunos detalles a significar. Primero las inquietantes impresiones que transmiten esos súper mercantes, cargados hasta la bandera de contenedores, que navegan frenéticos por alcanzar puerto, como autómatas insensibles al entorno marino. En diversas ocasiones nuestro navegante se sitúa en su ruta y ellos ni se dan cuenta de su nimia presencia. Suerte tiene que no lo arrollen. Segundo, el romanticismo de determinar la posición en alta mar mediante el sextante como hacían los capitanes de antaño. Si bien se trata de un sextante de última generación y altas prestaciones tecnológicas que propicia un encuentro entre tradición y modernidad. Finalmente, la capacidad humana para buscar soluciones a cualquier reto como cuando el protagonista consigue proveerse de mínimas cantidades de agua potable para sobrevivir, una vez agotadas sus reservas.

   Si acaso, se le podría criticar a Robert Redford que yendo a la deriva en alta mar hay que protegerse más de los rayos solares si se dispone de un sombrero playero aunque la pinta que te quede no sea muy estética. O que encender un fuego sobre la superficie plástica de una balsa hinchable para llamar la atención no sería lo más recomendable. De todas formas, hay que aceptar esas licencias de guión dentro de un conjunto que destaca por su rigor argumental. Hay que felicitarse, a pesar de todo, que, con todas las desgracias que le suceden a nuestro navegante, al menos no se topara con ningún barco pirata que tanto merodean por el Índico. Sólo hubiera faltado que acabara secuestrado a cambio de un rescate económico./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Copas de yate
     
     
 
Recomendada por Kuato a:
los amantes de navegar a vela en solitario y no sean aprensivos
     
 

No recomendada por Kuato a: los que necesitan de buenos diálogos para disfrutar de una película.

     
 

Ego-Tour de luxe por: la plasticidad y evocación de la escena que cierra la película con el náufrago agarrándose a la vida.

     
  Atmósfera turbínea por: la poca verosimilitud de la escena en que un Robert Redford sumergido en el agua, con su yate volcando en medio de la tormenta, es capaz de bucear para encaramarse a él cuando la nave por sí sola recupera la vertical.

 

 

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