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LAS DOS CARAS DE ENERO crítica: Rateros a la carrera

   

Rateros a la carrera

Viggo Mortensen y Kirsten Dunst recorren Grecia
buscando a la vieja del anuncio del yogur griego

Por Robert Thornhill

 

<Así como es raro encontrar una obra del gurú y visionario de la ciencia ficción Philip K. Dick que no haya sido adaptada al cine y nunca han faltado directores dispuestos a llevar a la gran pantalla las fantasiosas novelas de Michael Chrichton, otro tanto podemos decir de Agatha Christie y de Patricia Highsmith en el género de suspense, artífices de largas tardes televisivas con sus historias de intriga. Es evidente que los tiempos van cambiando a toda prisa y ahora las estanterías de las librerías están repletas de libros de misterio, policíacas y con crímenes de por medio, que desarrollan historias más o menos rocambolescas siendo la mayoría susceptibles de tener su réplica televisiva o cinematográfica. Pese a tal saturación en un mercado repleto de obras elegibles, resulta extraño que en pleno siglo XXI alguien se embarque en la adaptación de una obra menor de la Highsmith como "Las dos caras de enero", que para más inri y según ha afirmado el mismo director Hossein Amini  “no es de sus mejores libros”.

   Y es que, de la misma forma que la figura de Agatha Christie está íntimamente asociada a Miss Marple y sobre todo al bigotudo Hércules Poirot, el personaje que ha propiciado que la Higsmith se haya hecho un hueco en las enciclopedias de cine no es otro que el del psicópata Tom Ripley, al que lo hemos visto hasta en cinco ocasiones en el cine, la verdad es que con más pena que gloria. Aquel A pleno sol con Alain Delon ha envejecido muy mal y tiene ahora mismo más nombre que calidad, y El juego de Ripley con John Malkovich haciendo de un Ripley asesino cruel, es una película floja con ganas; solo el El talento de Mr Ripley de Minguella y El amigo americano con un jovencito Dennis Hopper logran mantener un nivel aceptable, con lo que se demuestra la dificultad de adaptar el complejo universo de la Highsmith al cine y que el tránsito del papel al celuloide no ha acabado de ser satisfactorio. El único que ha sabido captar la esencia de los complicados personajes de la Patri en la gran pantalla, ha sido, cómo no, el catedrático Alfred Hitchcock, que hizo de Extraños en un tren una de sus primeras obras maestras, que tuvo su réplica paródica en la genial Tira a mamá del tren de Danny de Vito.

 

"Aquí pone que a Tom Ripley le va tanto la carne como el pescado"

 

  Por todo lo expuesto anteriormente, ya se puede ver que para adaptar una novela como "Las dos caras de enero", en que el sello de la autora queda bien patente con personajes turbios y complicados, un director con mayor experiencia hubiera salido más airoso que el debutante Hossem Amini, quien hasta ahora sólo tenía el gran mérito de ser el guionista de Drive y haber sido el creador de la versión oscura de un cuento infantil como es Blancanieves y La leyenda del cazador. Amini se ha limitado a seguir los patrones clásicos del thriller, preocupándose más por clavar bellos planos paisajísticos y por aprovechar las bucólicas localizaciones de las islas griegas, que por impregnar a la trama una tensión propia del género en la que se palpe el peligro que provocará  que los protagonistas se vean sufriendo ante las situaciones límite que se les plantean. Todo lo que pasa nos suena como si ya lo hubiéramos visto antes en otras películas, usando esos mcguffins cien por cien hitchcocknianos. Por momentos nos recuerda el estilo de Polanski, y también se nota la influencia de Orson Welles con ecos que recuerdan tremendamente a El tercer hombre.

 

  "Amini se preocupa más por clavar bellos planos paisajísticos y aprovechar las bucólicas localizaciones de las islas griegas, que por impregnar a la trama una tensión propia del género"  

 

  Si Agatha Christie se caracteriza en sus obras por potenciar el suspense y el misterio, y la técnica del whodunit sirve de motor para hacer interesantes sus novelas, la Highsmith en cambio se enfoca más en el desarrollo de sus personajes imperfectos, viciosos y de moral débil, donde la codicia les hace capaz de hacer cualquier cosa por dinero. Esta concepción del ser humano con una innata bajeza moral es la que predomina en Las dos caras de enero, en que tanto Viggo Mortensen como Oscar Isaac son de alguna manera sucedáneos de Tom Ripley, el personaje-modelo que ejemplifica todas esas imperfecciones del mundo Higshmith.

 

"Con Viggo ya son mil los que me han pedido un papel en el Episodio VII"

 

   La película intenta recrear un triángulo amoroso entre un estafador de Wall Street (Mortensen) que dedica el dinero que ha robado a hacerse un tour por Europa con su inocente esposa Kirsten Dunst, encontrándose en el camino con un vividor (Isaac) que se dedica a timar sin rubor a los incautos turistas que se le ponen a tiro. La relación entre los tres no se sostiene coherentemente y la verdad es que la empatía que uno tiene con ellos es nula: no caen especialmente mal ni especialmente bien, derivando en una indiferencia que es lo peor que le puede pasar a un personaje porque al final nos es igual lo que le pase. Lo único que vale la pena son los duelos interpretativos entre un siempre convincente Viggo Mortensen y un Oscar Isaac en alza, quién con su mirada malévola y una pinta pasotil con la que ya nos deleitó en A propósito de Llewyn Davis, está subiendo peldaños a pasos agigantados en Hollywood y ya forma parte del selecto reparto de Star Wars: Episodio VII.

   Un fracaso más en la larga lista de adaptaciones de Patricia Highsmith, donde los personajes son más lineales que de costumbre para el complejo universo de la escritora, y la emoción y el suspense brillan por su ausencia, de forma que lo único que uno puede aprovechar de la película es un pequeño tour turístico por Atenas y poco más: lo demás está más visto que el vídeo de Scarlett Johansson como Dios la trajo al mundo./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Congelada en carbonita
     
     
 

Recomendada por Kuato a: los que no hayan estado en Atenas y quieran hacer una visita guiada por las ruinas griegas.

     
 

No recomendada por Kuato a: los fans de Tom Ripley (seguro que los hay) que vayan a ver esta peli buscando personajes malvados como Matt Damon o John Malkovich.

     
 

Ego-Tour de luxe por: un Oscar Isaac que tiene todas las papeletas para convertirse en un futuro villano de James Bond; tiene una mirada de aquéllas que intimida.

     
  Atmósfera turbínea por: esa relación incompleta entre Oscar Isaac y Kirsten Dunst en que se sugiere más que se enseña: cada vez que parece que vaya a pasar algo, Amini cambia de plano. ¡Puritano!.

 

 

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