En ocasiones veo niños Lisbeth Salander se quita de gótica pirómana Por Ray Zeta |
<Las circunstancias que rodean la carrera artística de Noomi Rapace me recuerdan las que tuvo Ewan McGregor hace quince años. Ambos se dieron a conocer al gran público con unos personajes tan potentes que parece que nada de lo que hagan posteriormente esté a la altura. En el caso de McGregor fue el Renton de Trainspotting, el yonky con look skin y una visión de la vida tan filosófica como personal. En el de Rapace ha sido la Lisbeth Salander de la trilogía Millennium, todo un bomboncito de personaje al englobar todas las filias posibles en una joven mujer. A saber (si me dejo alguna añádanla ustedes mismos): gótica, pirómana, lesbiana, asocial y psicótica. Por eso, cuando Ewan McGregor hizo el thriller psicológico con toques de terror La sombra de la noche nos supo a poco. Y por eso, cuando Noomi Rapace ha hecho el thriller psicológico con toques de terror Babycall nos ha sabido aún a menos.
Porque aunque ambos estén dirigidos por realizadores nórdicos (el danés Ole Bornedal en el caso de La sombra de la noche, el noruego Pal Sletaune en el de Babycall), mientras que La sombra de la noche era de producción norteamericana rodada en inglés con actores anglófonos, y por eso iba dirigida a un público norteamericano y por extensión internacional, Babycall es una película nórdica (Noruega y Suecia son sus países productores), rodada en noruego y en sueco, dirigida en su totalidad a un público nórdico. Con todo lo que ello comporta, o sea actores fríos interpretando en atmósferas frías con un ritmo aún más frío, hasta consolidar un thriller tan gélido como si todo hubiera estado urdido, planeado y ejecutado por Chilly Willy, el pingüino friolero.
Así, durante más de medio metraje, Babycall se recrea en la psicología de los personajes protagonistas (otra cosa no, pero lo de thriller psicológico lo sigue Pal Sletaune al pie de la letra), una madre y su hijo de ocho años que han sido acogidos en un programa del gobierno para ser protegidos de la violencia del padre del niño. Una sobreprotectora madre que de tan asustada, aterrada y despavorida, llega a estar psíquicamente inestable y somete a su hijo a una vigilancia tan férrea que ni llevarse un tebeo a cagar puede el chaval, así que mucho menos un Interviú o un Lib (qué quieren, eran las publicaciones eróticas que existían cuando yo tenía ocho años…). Lo que se nos narra a un ritmo lento y pausado recreándose en detallitos que van poniendo a prueba la paciencia del espectador habituado al thriller de ritmo convencional, mientras van aportando información de la relación materno-filial y se van abriendo subtramas.
"Actores fríos interpretando en atmósferas frías con un ritmo aún más frío, hasta consolidar un thriller tan gélido como si hubiera estado ejecutado por Chilly Willy, el pingüino friolero" |
Unas subtramas que poco o nada tienen que ver con la historia principal, demostrándose al final que la mayoría están para despistar o cogidas con pinzas: gritos que se oyen en el chivato para bebés (el “babycall” del título) provenientes de otro usuario, “cosas” que ve la madre, el colegio del niño, el misterioso amiguito de éste salido de Los chicos del maíz, el inspector social chantajeándole a cambio de favores sexuales (se nota que no ha visto Los hombres que no amaban a las mujeres, si no tendría miedo de encontrarse en pelotas atado a una cama con una manzana en la boca y un cartucho de dinamita en el culo), y la relación que inicia con el dependiente de los grandes almacenes. Un dependiente interpretado por el actor que le da vida de manera tan sosa, que cualquiera diría que le falta un cojón al hombre y quizás por eso la relación que inician es tan tontita como la que mantenía Larry Drake (el malo de Darkman) interpretando en la serie La ley de Los Angeles a un disminuido psíquico con otra disminuida psíquica.
Y todo para desembocar en un final sorpresa que sí, sorprende, pero lo hace porque el tono realista de la película despista, y una vez descubierto se revela tan tramposo como un pitufo pintado de verde, pues nada de lo visto durante el metraje encaja con ese final. Sin contar que es el final sorpresa más utilizado de los últimos años desde que se popularizara en un título ya clásico de finales de los 90 (única pista que les doy), y que dese entonces lo hemos visto con todas las variaciones del derecho y del revés hasta quedar gastado de tanto usarse. Es como si una vez inventada la sopa de ajo, todos los restaurantes la sirvieran de mil y una maneras para intentar colarla como un plato de creación propia: que si sopa de ajo con chorizo, que si sopa de ajo con fideos, que si sopa de ajo al perejil… No cuela, igual que por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda, la sopa de ajo sopa de ajo es, y el final sorpresa del que estamos hablando, más usado que el del asesino sea el mayordomo está.
Así que por mucho que Headhunters siendo también noruega sea un thriller dinámico, frenético y electrizante, y Noomi Rapace haya demostrado con creces ser una actriz capaz de interpretar cualquier papel por complejo que sea con la facilidad que una niña de cinco años interpreta a un árbol en una función infantil, no se hagan ilusiones, Babycall tiene lo peor del cine nórdico. Se lo recuerdo aunque ya lo haya citado en uno de los párrafos anteriores: actores fríos interpretando en atmósferas frías a un ritmo aún más frío. ¿Y qué pasa cuando el ambiente es tan frío? Que hasta el miembro viril más hermoso se encoge, claro está./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Congelada en carbonita |
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Recomendada por Kuato a: fans de los grupos musicales Abba, Europe, A-ha y Roxette, más que nada porque como también provienen de Escandinavia a ver si así les entra mejor la peli…. |
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No recomendada por Kuato a: los que ya se aburran como ostras con las supuestas obras maestras de Ingmar Bergman. |
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Ego-Tour de luxe por: que hayan tenido el detalle de no haber rodado en temporada de nieves para hacerlo aún un producto más genuinamente nórdico como Déjame entrar y tantas otras. |
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Atmósfera turbínea por: que el niño no tenga de hermanito un bicho con forma de calamar nacido de su propia madre por cesárea como en Prometheus. |
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