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CISNE NEGRO artículo: Natalie Portman, carne de Oscar

   

Natalie Portman, carne de Oscar

Cinco horas de duro entreno diario durante diez meses para interpretar a una bailarina que pierde la chaveta

Extracto del pressbook facilitado por 20th Century Fox

 

<Antes incluso de finalizar el guión de Cisne negro, Darren Aronofsky sabía quién interpretaría a Nina, la bailarina candidata a bailar el solo que se ve sometida a inquietantes fantasías y espeluznantes sucesos mientras prepara el papel más importante de su vida. Tenía que ser Natalie Portman, cuya versatilidad ha demostrado en memorables personajes como el de la reina Amidala en la saga de Star Wars. Portman no sólo había estudiado ballet de pequeña, sino que, todavía más importante, había adquirido el compromiso de adecuarse a las inmensas demandas físicas y psicológicas de un papel que le exigía saltar, girar y perder el contacto con la realidad, todo al mismo tiempo.
 
   Hacía varios años que Aronofsky había contactado con Portman para hablarle de la película, por entonces todavía en ciernes. “Muy poco tiempo después empecé a pensar el concepto inicial de Cisne negro, y quedé para tomar café con Natalie en Times Square”, recuerda Aronofsky. “Natalie había hecho mucho ballet antes de convertirse en actriz y había seguido haciéndolo durante años simplemente para estar en forma. Natalie me dijo enseguida que algo que siempre había querido hacer era interpretar a una bailarina”. Aunque pasaron casi diez años desde su reunión hasta que el guión de Cisne negro estuvo finalizado, cuando Portman lo leyó, se quedó fascinada por el tortuoso recorrido mental de Nina.

 

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"Bah, no será peor de lo que V me puteó mentalmente en V de Vendetta..."
  
 

   Al principio, Nina es lo que en el mundo del ballet se denomina “bunhead”, un término algo peyorativo para calificar a una bailarina tan consagrada a la danza que no le importa nada más en el mundo, que está muy protegida por su madre, antiguamente también vehemente bailarina, y que nunca se ha desarrollado verdaderamente como adulta. Pero cuando Nina consigue el papel de Reina de los Cisnes, algo extraño se despierta en su interior, una necesidad de explorar sus sentimientos más profundos y oscuros, lo que provoca el trastorno de su frágil estructura mental. Nina, al igual que la Reina de los Cisnes que pretende encarnar, se ve inmersa de repente en una historia repleta de encantamientos, deseos y peligros.
 
   Todo esto condujo a Portman hasta unos extremos que no había explorado anteriormente en pantalla, y le exigió asomarse al abismo. “Nina es una bailarina muy entregada y trabajadora, pero también es obsesiva”, explica la actriz. “Mientras busca su sensualidad y sentido de la libertad, su carácter va cambiando progresivamente. Al mismo tiempo, empieza a derrumbarse, y eso suponía todo un reto”. Portman continúa: “Cuando intenta convertirse en el Cisne Negro, algo oscuro empieza a bullir en su interior. Eso se convierte en una crisis de identidad en la que ella no sólo no está segura de quién es sino que, además, las fronteras entre ella y el resto del mundo se vuelven borrosas. Nina empieza a verse en todos los sitios literalmente”.

 

  "El entrenamiento físico fue más allá de lo que Portman hubiera podido imaginar, pues empezó a entrenarse cinco horas cada día, diez meses antes de que empezara la producción"  

 

   Atrapada en ese vertiginoso mundo de dobles y engañosas apariencias, de misteriosos encuentros y heridas en erupción, Nina empieza a perder el control; y Portman también tenía que hacerlo. “Cuando Nina comienza a rebelarse contra las estructuras que la rodean”, señala Portman, “aparece toda esa paranoia que la transporta a un oscuro lugar, donde no está segura de lo que la gente quiere de ella ni de si está perdiendo o no la cabeza”.

      Con el fin de mostrar todo esto en pantalla, Portman se sometió a una rigurosa preparación tanto física como psicológica. El entrenamiento físico fue más allá de lo que Portman hubiera podido imaginar nunca, pues empezó a entrenarse intensivamente, con objetivos bien marcados y durante cinco horas cada día, incluso diez meses antes de que empezara la producción. Portman se preparó bajo la tutela de varios antiguos profesores y formadores profesionales del New York City Ballet, tales como Mary Helen Bowers, que le diseñaron un extenuante y completo programa de formación en tiempo récord.

 

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"Joder, no estaba tan cansada desde la lucha en la arena de El ataque de los clones"
  

   “Hice muchos ejercicios de danza y también nadé mucho e hice pesas así como entrenamiento combinado para evitar lesiones, pues la danza es tremendamente dura para el cuerpo”, señala Portman. “Exige muchísimo esfuerzo retomar el ballet a los 28 años de edad. Aun cuando has tomado clases de danza con anterioridad, no eres consciente realmente de todo lo que cuesta conseguir un nivel de élite. Cada pequeño gesto tiene que ser muy concreto y estar lleno de delicadeza y elegancia. Yo ya sabía que iba a ser todo un reto, pero nunca sospeché lo realmente duro que iba a resultar físicamente”.
 
   Además de estudiar danza en su juventud, Portman estudió psicología en Harvard, lo cual le proporcionó información adicional sobre la desintegración mental que sufre Nina y le permitió profundizar en la surrealista experiencia que sufre el personaje. “Yo veía a Nina como si estuviera atrapada en un ciclo de obsesión y compulsión”, afirma Portman. “El lado positivo para los artistas y bailarines es que concentrándote en tal grado puedes convertirte en un virtuoso, pero después hay un lado mucho más oscuro, un lado insano, donde te puedes encontrar completamente perdido. Desde ahí tenía que partir para interpretar a Nina”./>

 

 

   

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