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THOR: LOVE AND THUNDER crítica: Amores que matan

Cuarta entrega de Thor con una Natalie Portman que compite en musculitos con Chris Hemsworth

CHEMA PAMUNDI

Lo de hacer versiones femeninas de superhéroes canónicos es una movida casi tan vieja como los propios superhéroes, pero pocas veces se ha llevado a cabo de una manera tan épica, orgánica, enjundiosa y bien hilada como en la saga “Thor diosa del trueno”, publicada por Marvel Comics a mediados de la década de los 2010. Las quejas preventivas que despertó entre el sector más señoro del fandom la decisión de darle el martillo Mjolnir y la capa roja a una mujer, quedaron silenciadas desde el primer número al ver la calidad de lo que estaban haciendo el guionista Jason Aaron y el dibujante Russell Dauterman. Hoy, nadie discute que esa sea una de las mejores etapas comiqueras que jamás se hayan escrito sobre Thor, y desde luego la que ha tenido más peso a la hora de reconstruir el personaje desde una óptica moderna. Jane Foster es un iconazo del universo Marvel por derecho propio.

Debido a eso, y aunque uno sea consciente de que debe hacer el esfuerzo de juzgar a Thor: Love and Thunder exclusivamente por sus propios méritos cinematográficos, y que lo único que importa de una adaptación es que el resultado final funcione (y en líneas generales, aquí funciona), resulta inevitable soltar una lágrima de decepción al comprobar que una historia con tal carga emocional, trascendente e incluso filosófica, haya quedado reducida a una rom-com de aventuras amable, plagada de tópicos un tanto casposos y con un desenlace tirando a cobardica. Qué quieres que te diga, fastidia.

Thor: Love and Thunder se abre presentándonos a Gorr, alias “el Carnicero de Dioses”, un ex-fanático religioso que perdió la fe cuando la deidad a la que adoraba dejó morir a todo su pueblo, incluida su hija, sin hacer nada por ayudarles e incluso con cierto cachondeíto de por medio. Desde ese momento, el susodicho Gorr, seducido por los oscuros encantos de una mega arma viviente conocida como “Necroespada”, decide arremangarse y convertir a los habitantes del multiverso entero en ateos forzosos, a base de exterminar a todos sus dioses; y en esas que se presenta con muy malas maneras en Nueva Asgard, una aldea noruega mezcla de asentamiento vikingo y parque temático para turistas (recordemos que la Asgard original petó en Thor: Ragnarok), y a Thor esto de que haya un jambo abuchanando divinidades no le mola ni un pelo y ya está el lío montado. Lío que aumenta todavía más cuando aparece la ex del rubiales, la Dra. Jane Foster, a la que le acaban de diagnosticar un cáncer cuasiterminal y ha decidido que, para hacerlo remitir, la mejor terapia es hacerse con el martillo Mjolnir, chupar su energía y convertirse en la calcomanía de género femenino de Thor.

 

"Nos presentamos a un concurso de disfraces como Xena y He-Man, y fijo que ganamos"

 

Thor: Love and Thunder es una comedia de superhéroes dirigida sobre todo a un público infantil y juvenil. Eso no es ningún problema. El problema es que como comedia es bastante mediocre, y que como cinta de superhéroes repite y hasta cierto punto agrava los mismos errores ya vistos en varios de los últimos estrenos Marvel: sensación de refrito, un tono de peripecia menor y autocontenida que aporta muy poco a la metatrama, y un desaprovechamiento flagrante del material original que se estaba adaptando. Es lo mismo, ya digo, que les ocurría a títulos estimables pero incompletos como Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos, Dr. Strange en el multiverso de la locura o Viuda Negra y, junto a la irregularidad un tanto plomiza de series como Falcon y el Soldado de invierno o Caballero Luna, es lo que está llevando a un espectro creciente de aficionados a ver con ciertas reticencias el desarrollo de esta nueva fase del MCU.

Lo de abusar de la comedia tontaina, mira, todavía podría disculparse. El director y guionista Taika Waititi intenta replicar aquello que tan bien le salió en Thor: Ragnarok y simplemente no está igual de inspirado ni logra un equilibrio tan perfecto entre acción, humor, drama y épica. Thor: Love and Thunder se le decanta demasiado hacia el lado de los gags, y son además unos gags a menudo alcanforados, burdos y machacones, con “highlights” como el desnudo accidental del protagonista, Jane y Valkiria comentando qué ropa ponerse para ir de aventuras, o los celos telenovelescos del hacha Rompetormentas al descubrir que a Thor le haría más tilín volver a blandir el martillo Mjolnir que ahora está en manos de Jane. Con decir que lo más divertido de la función son dos cabras gigantes que gritan sin parar (hacen gracia las tres primeras veces), ya está todo dicho. Pero vamos, que son solo bufonadas algo pochas. Si nada más fuera eso...

En cambio, lo de desaprovechar a un personajazo como Jane Foster, interpretado además por un pedazo de actriz como Natalie Portman, relegándola a mero macguffin secundario e interés amoroso trágico de Thor Odinson, es un crimen para el que no caben atenuantes. Toda la primera mitad de la película recuerda a aquel número final de Grease en el que Travolta flipaba al ver lo buena que estaba de pronto Olivia Newton John. Aquí ocurre lo mismo pero con Thor chorreando babas al paso de una Jane musculada y repartidora de candela pero que, lejos de la personalidad molona, rocosa, empoderada y autosuficiente que tiene en los tebeos, aquí aparece insegura y un tanto infantilizada, pendiente de cosas tan trascendentes como saber encontrar un eslogan superheróico pegadizo. Es todo de un pavo y un superficial que tumba de espaldas.

“El problema de Thor: Love and Thunder es que como comedia es bastante mediocre, y que como cinta de superhéroes repite y agrava los mismos errores ya vistos en varios de los últimos estrenos Marvel”

Respecto al asunto del cáncer terminal, que es el elemento argumental más novedoso (cuanto más utiliza Jane sus poderes, más rápido avanza la metástasis) y podría haber sido perfectamente el tema central de Thor: Love and Thunder, mosquea verlo tratado como poco más que una excusa para vestir a la chica de superheroína cuanto antes y asegurarse de poder quitársela de encima con facilidad cuando convenga, en un ejemplo modernizado del clásico cliché de “la mujer en la nevera” (ese personaje femenino cuyo único rol es pasarlas morrocotudas y tener un final amargo para que el protagonista masculino evolucione). Qué pereza, por Dios.

Si Jane logra destacar no es tanto por ella misma, como por el hecho de que su comparsa Thor es pintado como un imbécil integral durante gran parte del metraje, hasta que de pronto madura porque la pobre se le está muriendo. Waititi es un director brioso, enérgico y atrevido, y eso fue lo que convirtió a Thor: Ragnarok en un triunfo tanto argumental como estético. Sin embargo, si hay un registro que el neozelandés no suele manejar, ni siquiera en sus mejores obras (JoJo Rabbit), es la sutileza; y precisamente sutileza (no paternalismo) es lo que más requería esta historia sobre una superheroína que se debate entre vencer una enfermedad que se la come por dentro, o sacrificarse por un bien mayor.

Parte de esa mezcla de tosquedad y superficialidad se extiende también al villano, Gorr el Carnicero de Dioses. Christian Bale está genial en el papel, con una interpretación histriónica pero sin pasarse, que hace de lo más creíbles sus constantes vaivenes de ánimo entre desesperación, furia y crueldad pura, manteniendo siempre una actitud de figura trágica que funciona por contraste en una película que es todo alegría, technicolor y jajajas. El tío sabe salir airoso incluso de una escena un tanto bochornosa en la que asusta a unos niños en plan parodia intergaláctica del Pennywise de It. Con todo y eso, el personaje se queda a medio cocer, su motivación vengadora carece de los matices y el peso moral que tenía en el tebeo (un “asesino de dioses” al que en realidad solo vemos limpiar el forro ante la cámara a un único dios), y la argumentación lógica que sustenta sus actos se desmorona por completo en un clímax sentimentaloide que bordea el ridículo. En conjunto es un buen villano, pero le falta desarrollo.

 

"Eso o nos presentamos como la version glam del dúo Pimpinela"

 

Como tengo que justificar la puntuación tibia que voy a darle a Thor: Love and Thunder, en algún momento tendré que reconocer que tiene escenas muy inspiradas: una batalla inicial junto a los Guardianes de la Galaxia en la que Thor se luce con todo tipo de cabriolas y ataques en cadena a cual más loco, la colorista visita a Ciudad Omnipotencia (una especie de centro de convenciones interdimensional en el que todos los dioses se reúnen a hablar de sus mierdas), la exploración de un planeta tan chungo que ni siquiera tiene color, o ese carismático momento en el que el Dios del Trueno reparte su poder entre un ejército de niños para que le ayuden en combate. Aún así, son pasajes mucho más episódicos y desconectados de lo que eran en Thor: Ragnarok, una epopeya pop en la que los personajes visitaban mil sitios y les pasaban mil cosas, pero nunca perdía el foco y todo ocurría de manera orgánica.

Tal vez, el único aspecto en el que Waititi da en el centro de la diana es en el uso de la música. La mayoría de escenas clave están salpimentadas con las canciones más icónicas de Guns'n'Roses, y la verdad es que cuesta imaginar una película en la que “Welcome to the Jungle”, “Sweet Child of Mine”, “Paradise City” o “November Rain” hayan sido usadas de manera más adecuada. No solo eso, sino que la presencia de la banda de Axl Rose (aparece un póster con su logo, se le menciona en algún diálogo...) sirve como una especie de refuerzo subliminal constante de la dualidad de conceptos que marcan la cinta. El trueno (Guns) y el amor (Roses). De nuevo, no es un recurso nada sutil, pero hay que reconocer que funciona de perlas. Sin él, a las imágenes de Thor: Love and Thunder les costaría alcanzar por sí solas el estado de jarana rocanrolera que intentan transmitir.

Thor: Love and Thunder parece una verbena descontrolada en la que nadie ha querido llevarle la contraria a Taika Waititi, que ha filmado todo lo que se le venía a la cabeza sin filtro ni reflexión, creyéndose infalible y no dándose cuenta de que la cosa iba derivando hacia una sucesión de sketches de Saturday Night Live con buenos efectos especiales. También puede ser que el propio Thor sea un personaje que empieza a estar amortizado dentro del MCU, habiendo cubierto ya todo su arco narrativo y viéndose abocado a un callejón sin salida de héroe algo pánfilo pero que tampoco acaba de ser una autoparodia y tiene poca mecha dramática. Si ese fuera el caso, si esto fuera una simple aventurilla pasarratos de Thor, el resultado no sería preocupante o molesto. Lo que molesta es que, para tratar de salvar el estatus del personaje, hayan quemado un cartucho de la calidad de “Thor diosa del trueno” y nos la hayan escatimado como protagonista absoluta, que era lo que merecía. Es desconcertante la sensación de que una película Marvel te entretenga y te cabree casi a partes iguales.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: quien considere más importante ver una peli 100x100 Taika Waititi que una peli 100x100 “Thor diosa del trueno”.

No recomendada por Kuato a: quien creyese que Taika Waititi no podía equivocarse (yo he de reconocer que lo creía). Una mala tarde la tiene cualquiera. Esperemos que solo haya sido eso, una mala tarde.

Ego-Tour de luxe por: la escena postcréditos en la que se nos revela el dios Hércules. El actor elegido para interpretarlo es quizás el mayor acierto de casting de Marvel Studios en el último lustro.

Atmósfera turbínea por: Russell Crowe interpretando al dios Zeus como si fuera una mezcla entre Falstaff, Sacha Baron Cohen y un extra de Mamma Mia o Mi gran boda griega, incluyendo un falso acento grecoamericano lamentable. Para lo que has quedado, Russell...

 

■ THOR: LOVE & THUNDER. Estreno en Venusville: 08/07/2022.

 

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