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JOHN MALKOVICH memoriam: John Malkovich, el “hystérico”

   

John Malkovich, el "hystérico"

Memoriam de cómo John Malkovich presentó en
Barcelona la obra "Hysteria" con peaje venusvillero

Por Ray Zeta

 

<Barcelona, Teatro Victoria, 07.09.04. Vivir para ver, el Diario de Venusville cubriendo la rueda de prensa de… ¡una obra de teatro! ¿Enajenación? ¿Hipnosis telepática? ¿Sobredosis de moloco? Nada de eso, la razón fue, una vez más, nuestra gran profesionalidad, prueba inequívoca del compromiso contraído con ustedes para informarles acerca de todo aquello relacionado directa o indirectamente con el cine venusvillero, y John Malkovich, el gran John Malkovich, el gigante John Malkovich, protagonista de El imperio del sol, En la línea de fuego y Con Air, entre otros clásicos indiscutibles, presentaba en Barcelona en rueda de prensa “Hysteria”, la obra que él mismo dirigía acerca de un imaginario encuentro entre Salvador Dalí y Sigmund Froid. Así pues, no quedaba más remedio; me encomendé a Kuato y me dirigí con paso firme al teatro Victoria. Todo sea por la causa de Venusville.

   Llegué de los primeros cuando solo había cuatro gatos. Tras media hora de retraso, nos hicieron pasar al anfiteatro para que tomáramos asiento: la compañía iba a deleitarnos con un cuadro escénico de unos quince minutos. Aún no se habían apagado las luces cuando de repente, acompañado por dos personas, John Malkovich, el gran John Malkovich, el gigante John Malkovich, hizo aparición en la sala y se sentó en una de las butacas del ala izquierda. No podía dar crédito a mis ojos… ¡Cyrus el virus estaba sentado a escasos metros de mí! Vestía informal con una camisa blanca y calzado deportivo del mismo color, y desprendía cierta mirada de desinterés, gritó "cuando quieran" en inglés y se levantó el telón. Entonces, unas personas vestidas con ropas estrafalarias y maquilladas como para actuar en una rúa gay, empezaron a enlazar diálogos como si recitaran poesía. ¿Así que eso era el teatro? Curioso. Tras solo diez minutos, John Malkovich, el gran John Malkovich, el gigante John Malkovich, grito "suficiente" y dio los gracias a las actores.

 

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Pues muy histérico no es que se le vea precisamente...

 

   Acto seguido nos condujeron al piso superior, donde un gran número de fotógrafos y reporteros aguardaban expectantes. La sala donde se celebraba la rueda era pequeña, minúscula para alojar a todos los periodistas que se daban cita, así que todo el mundo tuvo que apretarse como en un metro a primera hora. Cuando se presenta una peli de cine venusvillero en el hotel Arts, se reserva una sala donde cabrían todos los uruk-hais que toman parte en la batalla del abismo de Helm y luego sirven un pica-pica que no se lo acabaría ni el gigante de Big Fish, pero aquí, hasta la mesa desde la que hablaban director, productor, actores, y demás miembros del staff técnico, se quedaba pequeña para todos ellos. "Será que no alcanzan las subvenciones para nada más", pensé, ya me podía ir olvidando de ver un solo canapé...

   Todos los asistentes tenían pinta de kumbas, estudiantes de historia del arte y de críticos pedantes a lo “Qué grande es el cine” (o en este caso, el teatro). ¡Dios! Si esa gente era peña teatrera, entonces les debía gustar Kieslowski, Angelopoulos y Kiarostami... Ay, que si salía el tema del cine, ya los veía preguntando por los métodos de trabajo de Volker Schlöndorff y Manoel de Oliveira, en vez de por los de Steven Spielberg o Wolfgang Petersen… De repente, un sudor frío me empapó la frente. Un amante de la fantacción, de los marcianejos, phsycos y tiros, infiltrado entre seguidores del cine intelectualoide, independiente y de arte y ensayo... Me sentía igual que Gary Oldman en  la escena del funeral de El clan de los irlandeses, como un mafioso de Hell`s Kitchen rodeado por decenas de polis… Cualquier otro ser del universo hubiera puesto pies en polvorosa, pero un hijo de Venusville no se arruga tan fácilmente. Iba a aguantar la presión, quedarme hasta el final, e intentar conseguir una foto del divo con nuestro diario, ¡qué cojones!

   John Malkovich, el gran John Malkovich, el gigante John Malkovich, llegó entre flashes y posó ante el cartel de su obra, pero no parecía estar mucho por la labor, así que ocupó su asiento inmediatamente obligando a los fotógrafos a efectuar su trabajo estando él sentado. Se le veía tranquilo, distendido y con un cierto aire de distracción. Entendía perfectamente sin necesidad de traducción cuando se dirigían a él en castellano y respondía en un inglés tan sosegado y fácil de entender como el que habla un profesor en una clase infantil.

 

  "Sólo le faltaba confesar que se limitaba a poner el nombre a cambio de estar un mes en Barcelona de farra devorando paellas y engullendo sangrías con todo pagado`"  

 

   -¿Cuál es su opinión acerca de todo el movimiento artístico que se está generando en EUA en contra de George Bush?
 
   -No sabría decirle, no tengo ninguna al respecto…

   -¿Cree que a los gobiernos les interesa que se hagan obras y películas que hagan pensar?

   -No lo sé, desconozco si lo que se dice de los gobiernos es verdad o mentira...

   (Bueno, parecía que nuestro hombre no quería mojarse confesando su ideología política…).

   -¿Qué opina de la gran acogida que ha tenido en Venecia Mar adentro con su amigo Bardem?

   -No puedo decirle nada porque aún no la he visto.

   -¿Qué nos puede decir entonces sobre el cine español en general?

   -No podría decirle nada, ni del español ni del de ningún otro sitio. No los conozco lo suficiente.

   (Vaya, tampoco quería mojarse valorando el cine español…).

   -¿De los directores con los que ha trabajado, cuál le ha influenciado más?

   -No lo sé, creo que no tengo influencias.

   (¡Joder! ¡Ni siquiera sobre los directores que le habían dirigido! ¡Y mira que la lista es larga! ¿Seguro que ése era John Malkovich y no el primer tío que habían pillado por la calle?).

 

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Pues no, nada de histérico, en todo caso "pasotérico..."

 

   Sí creen que estas preguntas son típicas, tópicas y chorras, deberían haber oído el resto, las que sí fueron ampliamente contestadas: que si hacía la obra en Barcelona era porque se lo habían propuesto, que aparte de Abel Folk, a quien había dirigido brevemente en Pasos de baile, los demás actores habían sido recomendados, que les había dado libertad absoluta para crear sus personajes... Vamos, que sólo le faltaba confesar que se limitaba a poner el nombre a cambio de cobrar una pasta y estar un mes en Barcelona de farra devorando paellas y engullendo sangrías con todo pagado.

   ¡Vaya mierda de preguntas las de estos teatreros! Se diría que aburrían hasta al propio Malkovich. ¿Pero es que no sabían a quién tenían delante? A Basie de El imperio del sol, Athos de El hombre de la máscara de hierro, Teddy KGB de Rounders, al Dr. Jeckyll de Mary Reilly, Mitch Leary, el hombre que se la chupó (la pistola) a Clint Eastwood en En la línea de fuego… Ésa sí que hubiera sido una buena pregunta, y no las gilipolleces que formulaban. ¿A qué sabía la pistola de Clint Eastwood, John?

   Concluido el turno de preguntas, John Malkovich, el gran John Malkovich, el gigante John Malkovich, se levantó y, sin despedirse de la audiencia, abandonó raudo la sala siguiendo escaleras abajo a una azafata de protocolo que no debía pasar del metro y medio. Fue en el piso inferior que le alcancé y, en un auténtico atraco a diario armado ignorando las quejas de la chica, le pedí la foto. Haber aguantado estoicamente hasta el final entre teatreros e intelectualoides bien merecía una recompensa… Él sabía que si se negaba le íbamos a dejar en el Diario con menos entrañas que el capitán Barbosa, como ya hicimos con Russell Crowe por darnos plantón en la party de Master & Commander, así que no tuvo más remedio que acceder, y John Malkovich, el gran John Malkovich, el gigante John Malkovich, posó para mí con un ejemplar del Diario de Venusville.

   Conseguí la foto, pero me quedé sin saber a qué sabía la pistola de Clint Eastwood./>

 

 

El gran y gigante John Malkovich

 

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    JOSÉ BLANCO REYES<br />¡Muy buena anécdota Ray Zeta!

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