MAMÁ crítica: Mi madre huele a muerto

Mi madre huele a muerto

Esto sí que es a amor de madre… Regresar
de la tumba para que nos lo comamos todo

Por Robert Thornhill

<Aunque a finales de los 80’s tanto El resplandor de Kubrick como Al final de la escalera fueron pioneras en el fenómeno casas encantadas con fantasmas juguetones tocanarices, no hay que negarle al alma perdida Shyamalan con su obra maestra El sexto sentido el honor de haber iniciado el auténtico boom de películas que giran en torno a sujetos que “en ocasiones ven muertos” y que, sin comerlo ni beberlo, ven como su vida se esclaviza siguiendo el rastro de los sucesos paranormales que van sucediendo en su “casa del terror”. Ahora los fantasmas ya no son aquellos seres infantiloides que venían volando ataviados con sus sábanas blancas que atravesaban paredes para darnos sustitos que provocaban gritos de mariposilla; tampoco bichos viscosos que van dejando el rastro de su ectoplasma allá donde pasan como en Ghostbusters... Ahora lo que se lleva son las apariciones de difuntos traumatizados que se han ido a la tumba dejando asuntos pendientes en la tierra y que se niegan a irse al infierno (o los más suertudos, al cielo) sin antes saldar cuentas con los responsables de sus angustias espirituales.

Siendo una temática ya muy sobada y teniendo en cuenta que los argumentos no difieren excesivamente unos de otros (familia disfuncional, niño que habla con coleguillas invisibles, madres sufridoras que se desgañitan por su hijo, descubrimientos de antiguas fechorías…) la gracia de las pelis de este género está en cómo el director consigue crear el clímax necesario para engatusarnos guiándonos por el camino de lo sobrenatural sin someternos a las típicas escenas irrisorias y sin los facilones sobresaltos sonoros (un recurso que prohibiría directamente por Ley), y de cuán original es el zombi, ente o bicharraco, que somete la vida de los protas.

"Mamá nos ha castigado a escribir mil veces `No desvelé el final de El sexto sentido` y de Los otros"

En nuestro caso, Mamá ha tenido suerte y ha caído en las bizarras manos de Guillermo Del Toro, quien con su alma inquieta y buen olfato, se ha ido convirtiendo en un mecenas del género fantástico con predilección por historias con niños de por medio, y si además hay algún monstruo frikito que echarse a la vista, mejor que mejor. No es extraño pues, que tras visionar un sugerente corto infantil de terror de Andrés Muschietti, el director-guionista-productor mejicano pusiese los ojos en esta historia sobre un espíritu con instintos maternales que acecha a dos desvalidas niñitas. Mamá la podemos perfectamente englobar en el pack de El laberinto del fauno, El orfanato, No tengas miedo a la oscuridad e incluso El espinazo del diablo, caracterizadas todas ellas por casas en las que pasan “cosas”, niños que tienen conexiones con el más allá, monstruitos fantásticos, y apariciones fantasmales con cierto regusto a cine de terror japonés.

"Gran habilidad de Andrés Muschietti por saber llevarnos con destreza por la senda del terror sin caer en la banalidad con un guion sin fisuras sonrojantes"

Aparte de la habilidad de Muschietti por saber llevarnos con destreza por la senda del terror sin caer en la banalidad y con un guion sin fisuras sonrojantes, la credibilidad de Mamá hay que buscarla en una excepcional Jessica Chastain y en la tétrica mamá espectral que, de acuerdo con la filosofía de Del Toro, se nos muestra con todo lujo de detalles para regocijo del espectador. El personaje que interpreta la Chastain es la antítesis de la frígida y soseras agente de La noche más oscura, con la que fácilmente uno empatiza; es una punkarra friky empapelada de tatuajes de arriba abajo, con vestimenta gótica y nulo instinto maternal, quien de la noche a la mañana se encuentra cuidando a dos niñas asalvajadas y autistas que además van a su puta bola y hablan crípticamente de una “mamá” invisible (uno se pone en su lugar y es para cortarse las venas). En cualquier caso le da un realismo a su papel digno de remarcar y una demostración de versatilidad fuera de lo común en estos tiempos en que los encasillamientos están a la orden del día.

"Vámonos antes de que hagan un remake japonés y les pinten la cara blanca a las niñas"

En cuanto a la mamá fantasmal del título, durante la mayor parte de la peli va haciendo presencias esporádicas manifestándose como los espectros-tipo del terror japo (Dark Water, Ringu…), emergiendo de las paredes, con andares de zombie y con cara de malaspulgas. Como no podía ser de otra manera en un producto made in Del Toro, no deja de obsequiarnos con la visión de la original criatura en toda su magnitud para materializar el terror del espectador (aparece como un ser larguirucho y con cara de pasar hambre, con los pelos de punta como si fuera la novia de Frankestein y emitiendo unos tétricos sonidos guturales muy siniestros).

Alabamos pues esta propuesta fantástica del padre de Hellboy, y aunque nos guste su faceta como padrino de jóvenes promesas y de colaboraciones varias, como en el caso de El Hobbit o de El origen de los guardianes, en Venusville contamos los días que faltan para disfrutar de su ansiado regreso a la dirección para ponernos cachondos con las gigantinas luchas de robots contra monstruos de Pacific Rim. Que tiemblen Michael Bay y sus Transformers./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Copas de yate



		Recomendada por Kuato a: los que ven *El sexto sentido* o *Los otros* cuantas veces las den por la tele, aun sabiendo que Bruce Willis y Nicole Kidman son unos fantasmones de tomo y lomo.

		No recomendada por Kuato a: los que estén hartos de ver pelis de repelentes niños que ven cosas raras y prefieran las que salgan teenagers buenorras y despampanantes, aunque sean repelentes.

		Ego-Tour de luxe por: Guillermo Del Toro, un auténtico hombre de cine con alma venusvillera, siempre buscando fantasías con que sorprendernos que raramente nos decepcionan.

		Atmósfera turbínea por: el no-descaro de Andrés Muschietti; el barroco personaje de la explosiva Chastain invitaba a hacer alguna escenita salvaje de pasión conyugal. ¡Lástima!.