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MUERTE EN EL NILO crítica: Este barco es un peligro

Kenneth Branagh vuelve como Poirot, aunque con menos mostacho que en el Orient Express

RAY ZETA

Parecía que Kenneth Branagh había encontrado en la colección de novelas de Agatha Christie sobre Hercule Poirot, por fin un producto comercial a su medida con el que combinar su gusto por el teatro clásico con el cine popular de gran espectáculo. Él mismo interpretando al detective belga luciendo un mostacho que ni Astérix y Wyatt Earp juntos, desplegando un amanerado acento francés (o belga), en fastuosas recreaciones digitales de los años 30, con unos repartos colectivos plagados de estrellas que ni las pelis catastróficas de los 70. Y digo que parecía porque tras el díptico formado por Asesinato en el Orient Express y Muerte en el Nilo, ya podemos decir que estamos ante una oportunidad desperdiciada.

Y es que Kenneth Branagh siempre ha sido un director al que se le han dado bien adaptaciones shakesperianas como Henry V, Mucho ruido y pocas nueces o Hamlet, y obras personales pseudo teatrales como Los amigos de Peter, En lo más crudo del crudo invierno o la actual Belfast, pero que nunca ha sabido dirigir competentemente productos comerciales de enjundia en forma de thrillers, pelis de acción o de aventuras, como Frankenstein, Thor, Jack Ryan o Artemis Fowl. O sea, que Branagh sólo sirve “para lo suyo”, y por eso ni Asesinato en el Orient Express ni Muerte en el Nilo han estado a la altura de lo que debían ser: thrillers agathachristieneros de intriga y suspense.

 

"Por su manicura deduzco que utiliza usted un lazo mágico a modo de arma"

 

Mucha recreación del Orient Express en Asesinato en el Orient Express, y mucha recreación digital del Egipto de los años 30 en Muerte en el Nilo, pero poco caso detectivesco por mucho que la propuesta criminal esté planteada en forma de whodunit. Ambas entregas resultan tan bonitas y cuquitas por fuera como vacías por dentro, como si fueran películas de Tim Burton, sobre todo en el caso de Muerte en el Nilo. Mucha fiesta de jazz, mucho hotel pijo, mucho barco glamouroso, y mucha pirámide, pero con menos chicha que el muslo de la Gallina Turuleca. A Kenneth Branagh le interesa más cumplir en el aspecto visual que en el narrativo, como se demuestra en la pobre descripción de los personajes y en la aún más pobre resolución del caso.

“Mucha recreación digital del Egipto de los años 30, pero poco caso detectivesco por mucho que la propuesta criminal esté planteada en forma de whodunit”

La versión de 1978 de John Guillermin con Peter Ustinov como Poirot y secundarios como David Niven, Mia Farrow, Bette Davis, Angela Lansbury y Maggie Smith, no es precisamente la versión Cum Laude de Agatha Christie (el Asesinato en el Orient Express de Sidney Lumet de 1974 le da mil vueltas), pero todos los personajes están lo suficientemente bien matizados como para no descartarlos como sospechosos. En cambio, los personajes de la actual versión Branagh resultan anodinos en su conjunto (digan exceptuando a Gal Gadot, Armie Hammer y Anette Bening por ser los conocidos, a cuántos recuerdan), y conocemos sus motivaciones como posibles asesinos por una línea de diálogo explicativa en lugar de por sus actos.

 

"No te preocupes si sale mala, que no saldrá peor que Rebecca"

 

Y lo mismo va para la exposición y la resolución del caso, la pieza que debería constituir el momentazo de la peli, cuando Poirot reúne a todos los sospechosos en el salón y a través de sus bigotes, comparte sus pesquisas y expone los motivos por los que todos ellos podrían ser los infractores del crimen, mientras los va descartando hasta desenmascarar al asesino. Bien, pues al igual que ocurrió en Asesinato en el Orient Express, Kenneth Branagh debía tener invitaciones de la Royal Shakespeare Company para ir al teatro ese día de rodaje, porque se pule la secuencia en un plis. Los reúne, los mira, se mesa el bigote, dice quién es el asesino, y misión cumplida, pa casa que es tarde y quiere a llover, dejándonos con un palmo de narices.

Ese es pues el pobre balance de Muerte en el Nilo versión Kenneth Branagh: una peliculita blandita como un merengue e inocente como una de Marisol, por mucho que vaya de asesinatos, a lo que las licencias acuciadas por la moda de corrección política e inclusiva imperante en Hollywood, no ayudan por resultar impostadas y anacrónicas. Presentación de personajes femeninos fuertes, independientes y emancipados en su mayoría, más propios de la actualidad que de los años 30, e inclusión de representantes del colectivo LGTBI y de colectivos raciales, que encima son el objeto de interés sentimental de algunos de los personajes. ¿Ingleses pijos, enamorándose de chicas negras de inferior clase social, en 1934? Cuela tan poco como Hercule Poirot sin bigote.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

Recomendada por Kuato a: quien quiera quitarse el mal sabor de rollete intimista de autor dejado por Kenneth Branagh con Belfast. Al menos en Muerte en el Nilo pasan cosas.

No recomendada por Kuato a: los seguidores de la serie Poirot con David Suchet.

Ego-Tour de luxe por: Annette Bening, que se zampa de un bocado a Kenneth Branagh, Gal Gadot y Armie Hammer juntos, y aún le queda espacio para engullir al resto del pasaje.

Atmósfera turbínea por: los personajes de Sophie Okonedo y Letitia Wright, tan anacrónicos como gratuitos y poco creíbles.

 

MUERTE EN EL NILO. Estreno en Venusville: 18/02/2022.

 

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