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TAKASHI MIIKE reportaje: Las 1000 caras de Takashi Miike

   

Las 1000 caras de Takashi Miike

Conozcan al director más prolífico de la historia
moderna (sí, más incluso que Mariano Ozores)

Por Chema Pamundi

 

<Calificativos como "prolífico", "hiperactivo", o el muy de moda "workaholic" (adicto al trabajo) se quedan francamente cortos a la hora de intentar definir a un director que ha firmado más de ochenta películas en doce años de carrera (tan sólo en el 2003, dirigió cinco largometrajes e interpretó otro más, además de dirigir videoclips, supervisar la edición en DVD de varias de sus películas, y asistir como invitado a diversos festivales internacionales), fenómeno paranormal que sólo se explica si uno tiene la capacidad de desdoblarse, la ambición de entrar en el libro Guiness, o la necesidad perentoria de devolver un crédito al banco.

   No obstante, Miike es bastante más que "el director más prolífico del mundo". Principalmente, porque la mayoría de sus filmes (al menos todos los que yo he visto) suelen recibir calificativos que van del "bueno" al "excelente". Él rehúye la etiqueta de autor, argumentando que no escribe los guiones. Nada más falso. Sus películas demuestran que tras la cámara hay un maestro de la heterodoxia narrativa y de la "suspensión de la incredulidad", capaz de tensar los límites del cine de género hasta el absurdo, haciendo creíbles los argumentos y giros de guión más inverosímiles. En manos de un director menos dotado, estas películas no tendrían ni pies ni cabeza, serían insoportables. En manos de Takashi Miike, se convierten en maravillas del surrealismo.

 

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Takashi Miike se desdobla para obtener su cara nº 472

 

   El estilo de Takashi Miike nace, precisamente, de la carencia de un estilo; es decir, de la improvisación y la necesidad de solucionarlo casi todo a base de primeras tomas y con presupuestos ajustadísimos, para poder mantener su frenético ritmo de producción. Como ya he dicho, Miike trabaja por encargo, filmando proyectos ya cerrados por la productora (guión finalizado, casting decidido, etc), pero en los que tiene absoluta carta blanca para elegir el enfoque de la historia y cambiar lo que le dé la gana, siempre y cuando entregue el producto acabado a tiempo.

   Esta especie de histeria creativa, que le coloca más cerca de un performer que de un director de cine al uso, suele derivar en un delirio visual, una fuerza narrativa y una frescura que deja en ridículo a todos los popes del (pretencioso y aburrido) movimiento Dogma 95. La palabra es VELOCIDAD. Como decía Roberto Cuetos en el Diario del pasado Festival de Sitges de una edición anterior (donde le dedicaron a Takashi una retrospectiva tan jugosa como, ay, incompleta), "básicamente, una película de Takashi Miike empieza de tres maneras, continúa de seis y culmina con doce registros en una sola secuencia".

 

  "Tratar de glosar la filmografía de Takashi Miike es una labor tan agotadora como estéril, ni siquiera en IMDb son capaces de seguirle el ritmo"  

 

   El género que más ha explotado Takashi Miike en su frenética carrera hacia ninguna parte es el de yakuzas, hoy por hoy, el género rey de las producciones japonesas de serie B. Sin embargo, en la filmografía de Miike, como en botica, hay de todo: terror gore, experimentación conceptual, comedias románticas, teenager-flicks, costumbrismo con trasfondo social… sólo le faltaba el cine de época (Miike ya había admitido su interés por dirigir algún día una película de samuráis "a lo grande"). El director de Osaka se enfrenta a todos estos géneros dinamitando por completo cualquier idea preconcebida que el espectador pueda tener al respecto. Una película de yakuzas de Takashi Miike no se parece a NINGUNA otra película de yakuzas que uno haya visto. Esto, en un director que trabaja a toda prisa, sin poder permitirse el lujo de pasar una semana preparando la misma toma, denota un talento visual de auténtico superdotado.

   Por supuesto, tratar de glosar la filmografía de Takashi Miike es una labor tan agotadora como estéril (dudo que nadie haya visto todas sus películas). Ni siquiera páginas web tan fiables como IMDb (Internet Movie Database, la Biblia de los buscadores cinematográficos en la red) son capaces de seguirle el ritmo y mantenerse puntualmente informadas sobre su obra. De hecho, por los festivales de cine corre un chiste que dice que es imposible proyectar la última película de Takashi Miike porque en el periodo que transcurre entre que consigues apalabrarla y la proyectas, Miike ya ha rodado y presentado la siguiente. De todas formas, a continuación citaré algunas de sus obras más representativas y fáciles de encontrar en el mercado; una especie de Top Five ideal para hacerse una idea de la naturaleza de la bestia.

 

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Miike Takashi comprueba las medidas de su cara nueva

 

 

Dead or Alive 

Primera parte de un trilogía sobre las luchas por el poder entre bandas de yakuzas. La película arranca con una ultraviolenta obertura de diez minutos sin diálogos, sólo música y montaje de escenas a toda leche (que incluyen, entre muchas otras cosas, la aspiración de una raya de coca de varios metros de largo, o un tiroteo en el que una de las víctimas expulsa por el orificio de salida de la bala los fideos que se acababa de comer). Desde ahí continúa como una película de "yakuzismos" más o menos típica, y hacia el final vuelve a pasarse de vueltas, con un climático duelo entre el bueno y el malo a base de rayos (totalmente por el morro) que culmina con la destrucción de la Tierra (Miike confiesa que en el guión simplemente ponía que la película acababa con un tiroteo corriente, pero que a él le pareció un final soso).

 

Audition

Mi favorita. Un viudo de mediana edad que se dedica a la producción de películas es convencido por su hijo para buscar una nueva pareja: a tal efecto, el hombre organiza una audición falsa para una película inexistente, esperando encontrar entre las aspirantes una mujer que reuna las cualidades de una buena esposa. Sin embargo, la elegida no es la muchacha dulce e inocente que aparenta. Lo que se inicia como un pausado melodrama romántico, deviene en su tramo final en una de las películas de terror más impactantes de la década. La última media hora de metraje incluye una escena de tortura sexual que bordea lo insoportable.

 

Ichy the killer

Basada en el manga homónimo, esta ida de olla que mezcla a partes iguales humor desvergonzado y ultraviolencia salvaje nos cuenta las desventuras de un muchacho un tanto pusilánime que es sometido a hipnosis y convertido en un asesino letal. Su enemigo es un jefe de banda, sadomasoquista hasta extremos irracionales (lleva las mejillas rajadas de punta a punta de la boca y sujetas con anillas, se corta la lengua en vivo, y para interrogar a un yakuza rival, lo cuelga del techo perforándole la espalda con ganchos y le echa por encima aceite de tempura hirviendo). Bestial, a pesar del tono de tebeo y de comedia festiva que impregna la cinta.

 

Graveyard of Honor

Remake de una película de 1975 dirigida por Kenji Fukasaku y que resultó seminal para la evolución del cine negro japonés en posteriores generaciones. El protagonista empieza trabajando en un restaurante frecuentado por yakuzas y consigue entrar en la banda, escalando posiciones hasta convertirse en el jefe. Uno de los temas capitales del cine negro: el auge y caída de un mafioso, es narrado por Miike con pulso firme y tono sorprendentemente sobrio, rehuyendo su vena más granguiñolesca (salvo por un par de momentos escatológicos, como el del protagonista llevando a cabo un asesinato mientras sufre un incontenible ataque de diarrea).

 

Gozu

Obra maestra del absurdo (el propio Miike la considera incomprensible), que mezcla ecos de David Lynch, Cronenberg y los Monty Python (uno de sus referentes básicos). Empieza como una historia de limpieza de sangre entre gangsters, con algunas gotas de humor loco, y enseguida degenera hacia la pesadilla paranoide. A destacar el mafioso con cabeza de vaca, y el polvo más aberrante desde Re-Animator (a media faena, a la chica le sale un señor tamaño natural de dentro del coño).

 

   Por supuesto hay más, muchas más (unas ochenta hasta la fecha y subiendo), pero para empezar, con éstas basta. En apenas unos años, Takashi Miike ha pasado de ser un perfecto desconocido en Europa y EUA a figurar en todas las quinielas de talentos underground a punto de eclosionar. Sus filmes son objeto de análisis, retrospectivas y ediciones especiales en DVD, y despiertan una pasión entre el público que el cine oriental no experimentaba desde la irrupción de John Woo. Incluso los intelectuales le empiezan a tener en consideración, conscientes de que es la camiseta de moda que hay que llevar esta temporada para estar "en el rollo".

   En el actual panorama audiovisual, Takashi Miike resulta un director absolutamente imprescindible para comprender qué está pasando con la cultura popular en el siglo XXI y, en especial, claro, con el cine del siglo XXI (el "melting pot" de géneros, la destrucción de los modelos narrativos clásicos, la glorificación de la violencia, el ritmo y el montaje como sustitutos del diálogo…) y más ahora que con 13 asesinos está en un tris de volver a poner de moda las katanas, el sake y el pescado crudo con arroz./>

 

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"Mi próxima peli irá de bandoleros de la Sierra y pondré de moda el gazpacho"

 

 

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    El azotador de nalgas<br />A mi personalmente me gustaron mucho las dos películas de bandas callejeras "Crows" y "Crows Zero" El señor Miike es el puto amo

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