VALOR DE LEY crítica: Rooster, el bisabuelo del Nota

Rooster, el bisabuelo del Nota

Descubrimos que Jeffrey Lebowsky es descendiente directo de un marshall tuerto llamado Rooster Cogburn

Por Da II

<Como una partida con las cartas marcadas, como un partido donde ya se sabe el resultado, y los minutos de los goles, y quién los marcará, y si serán de cabeza, de falta o de penalty. Así de fácil es realizar la adaptación de un western para los hermanos Coen, y jugando encima con el comodín de contar como protagonista con “el Nota”. Una apuesta segura.

Como encargarle a Picasso que pinte un bodegón clásico, un juego de niños. Es su cine, parte del que han bebido; el que han vivido. Dominan la escena, los escenarios, la estética, los personajes, los argumentos, los ritmos, el género en sí... Los dominan tanto que han sido capaces de jugar con ellos y actualizarlos y llevarlos hasta la modernidad con obras de lujo como Fargo. Pues no es de extrañar el resultado de un western soberbio, barroco, de paisajes espectaculares, siempre adecuados a la trama, una trama con ritmo y pausas de manual, sin concesiones. Un gran western. Clásico. Crepuscular por momentos. No se podía esperar otra cosa de los hermanos.

"Si algo no soporto es que me jodan la alfombra. Cuestión de genes"

Por si acaso, para asegurar el resultado, ya de por sí claro, compran también al árbitro. Cuentan con un Jeff Bridges en un momento espectacular. Tarda apenas un par de minutos en borrar el recuerdo, cualquier comparación o duda, del personaje protagonizado por el gran John Wayne. Con el mérito de que no se trata de una ruptura o una revisión, es el mismo personaje actualizado a la perfección, algo más oscuro, más real. Impecable. No sé si se ha dado antes pero no creo que sea habitual que sean elegidos para el Oscar tanto el actor del original –que lo ganó- y el que interpreta el remake.

"Un western soberbio, barroco, de paisajes espectaculares, clásico, crepuscular por momentos. No se podía esperar otra cosa de los hermanos"

El círculo se cuadra con la niña sobre la que gravita el argumento, donde en este caso sí dan una vuelta de tuerca y clavan una niña mezcla de señorita Rottenmeier y Lolita, mucho más creíble a la época que la de la versión original, trenzas incluidas. Y también designada por la Academia en la terna de candidatos a la estatuilla como secundaria (a mi esto de “actriz de reparto” me sigue sonando a tremenda y acomplejada estupidez). A un servidor no deja de recordarle a una versión del siglo XIX de la Portman de Beautiful Girls, el icono actual de lolita resabiada.

Quizá la falta de atrevimiento, o las restricciones de la productora, o esta corriente castradora de lo políticamente correcto, provoca que no se desarrolle su vertiente lolita, quedándose demasiado en Rottenmeier. Se provoca y se anuncia en la primera escena con el ranger Leboeuf (Matt Damon), pero se queda en eso, en una insinuación. El presuntuoso ranger texano es quizá la parte más floja del trío de protagonistas. Es cierto que sin una mínima tensión sexual, o al menos cierta admiración por parte de la niña, el personaje es un poco innecesario, pero el guaperas de Matt no acaba de resultar en las caracterizaciones fuera de papeles contemporáneos como típico american boy, ya sea jugador o agente secreto.

"He avisado a los Coen que el bigote me quedó ridículo en El soplón, pero ni caso"

El problema de esta adaptación es el mismo que el del original. Es un problema de fondo, de estructura. La gracia de la historia es ver el oeste por los ojos de una niña, por muy madura que sea al final una niña. Sin embargo, en el cine el personaje del marshall (encima en una con Wayney en la otra con Bridges) es siempre mucho más atractivo, más cinematográfico, y termina llevándose miradas y atención dejando a la niña como un mero bulto que acarrean en la mula de atrás. Por más que los Coen dispongan un inicio brutal donde toda la historia se focaliza en la niña, que se ve, casi se siente, desde la mirada de ésta. Hasta que aparece Rooster Cogburn/Jeff Bridges, que se la come. Es inevitable. Esa visión desde los ojos de la niña es literaria pero en el cine es casi imposible.

Sin embargo el gran pero es subjetivo. Cuando tienes a un hijo tonto, del culo, y te aprueba una asignatura no te queda otra, casi, que montarle una fiesta. En cambio, si el niño te ha salido listo, de los de que los notables se los saca sin estudiar, pues un notable alto, o muy alto, te deja algo frío, y más si es de un trabajo ya hecho. Espero que no sea la última, y primera, incursión de los hermanos Coen en el western clásico. Deseo, eso sí, que se aventuren con algo propio, con aquel western que a buen seguro imaginaron de niños./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Copas de yate



		Recomendada por Kuato a: “Timo” Burton, porque para realizar un remake no es necesario destrozarlo como en *El planeta de los simios* o calcar unos colorines como en *Charly y la fabrica de chocolate*. Se llama esencia, mínimo respeto o cine, simplemente.

		No recomendada por Kuato a: el gremio de peluqueros con alguna fijación extraña. El ricito del amigo Matt, y el bigote, son como para no haber aceptado el papel. Hasta se cachondean de ellos en la misma película.

		Ego-Tour de luxe por: por el duelo final. Lo que funciona mejor no tocarlo, y ellos no tocan ni una coma. Es casi la misma escena (aunque no es lo mismo sin Wayne, claro) pero es una muestra de respeto. Gracias.

		Atmósfera turbínea por: que no es lo mismo ser maduro que no tener miedo. La niña en ocasiones parece “Juan sin miedo.” La atormenta más los ronquidos de una vieja que la encañonen con un Winchester.