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ANOMALISA crítica: La insoportable anomalidad del ser

Charlie Kaufman nos cuenta en Anomalisa la lección del "cerca y lejos" en versión existencial

■ ANNA BOU

La regla número uno del escritor es "mostrar, no decir", regla que Charlie Kaufman aplica al dedillo. Hay universos exteriores y universos interiores, y sin ninguna duda, Kaufman colabora en la expansión de los segundos, como ya demostró en su faceta de guionista en películas tan especiales e interesantes como Cómo ser John Malkovich, Adaptation (El ladrón de orquídeas) y ¡Olvídate de mí! (Oscar 2005, precisamente al mejor guión original). Arriesgado, inusual, dotado con un  inteligente humor negro, así es Charlie Kaufman, y así es Anomalisa (Gran Premio del Jurado en el último Festival de Venecia), su última criatura, de la que también es director.

Narrada con la técnica del stop-motion, con más stop que motion, a juzgar por los movimientos casi robóticos, acartonados, como si les chirriasen los huesos a estos muñecos más marionetas que humanos (si es que los humanos no somos también bellas marionetas...), Anomalisa nos presenta a Michael Stone, un personaje triste y aburrido de la vida que, durante su estancia en un impersonal hotel de Cincinnati, en el que se prepara para dar una conferencia sobre la atención al cliente y las relaciones empáticas en el trabajo (precisamente él, un ser tan rancio y huraño), se encuentra con Lisa...

 

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"Si fuéramos de goma en vez de madera, la de pasta que nos ahorraríamos en condones"

 

Sí, les aviso, es la típica historia en la que-no-pasa-nada, con personajes normalísimos tirando a grises y corrientes, pero aquí radica la inmensa virtud de Anomalisa. Película riquísima en los pequeños detalles, como una persona que gana en las distancias cortas, Anomalisa es sutil como un copo de nieve deshaciéndose en una barba canosa. Las sutilezas con toques fantásticos son las pistas que, como el flautista de Hamelín, nos va dejando Kaufman para que nosotros, ratitas de color carne, entendamos de qué va la música de la vida. Pistas como la erótica rareza japonesa que Michael compra en una tienda de "juguetitos", o como que los rostros y voces de todos los personajes que rodean a Michael se parezcan, o el surrealista sueño premonitorio de nuestro malhumorado y depresivo protagonista, o cuando la preciosa voz de Lisa, en cierto momento clave, se va robotizando en un maravilloso plano a contraluz...

"Película riquísima en los pequeños detalles, Anomalisa es sutil como un copo de nieve deshaciéndose en una barba canosa"

Pero lo más desasosegador son los rostros como máscaras articuladas, y sí, ya estamos atrapados y lamiéndole los pies al flautista. Y son precisamente estos  detalles fantásticos los que dan todo el sentido a que Anomalisa esté rodada en stop-motion y no con actores reales, es este clima onírico e irreal el que hace la película más sarcásticamente real, son estas máscaras inmunes a quien las lleva las que nos convierten, a los que estamos al otro lado de la pantalla, en máscaras voyeur.

 

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"El borde de John Malkovich se ha negado a que todos los muñecos tengamos su cara"

 

Y Lisa. Lisa es terriblemente encantadora en su absoluta vulgaridad. El encuentro entre Michael y Lisa supura humanidad por los poros de la pantalla. Ha habido otras escenas de sexo entre personajes animados, como en Team America, o La novia de Chucky, pero en Anomalisa la naturalidad y la nostálgica frescura entre estos dos seres perdidos entre clones, es apabullante. No sé si este par de muñecos han pasado por un Actor's Studio muñequil, pero esta escena es tan perturbadoramente magnífica y tierna, que ya quisieran muchos actores vivos.

El ping pong de unos diálogos en estado de gracia, una cierta mala leche vital que se derrama por toda la cinta, o cuando Lisa canta, con su voz de telefonista, la banal y saltarina canción de Cyndi Lauper "Girls just wanna have fun", convirtiéndola casi en una nana, en un mantra, en una canción existencial, ayudan a que Anomalisa sea una anomalía del celuloide capaz de convertir la superficialidad en profundidad, la diferencia en virtud. Cuánta belleza paticorta y desgarbada hay en Anomalisa, queridos venusvilleros vayan a verla, y seguro que se les pondrá la cara (o la máscara) como el gesto de los peces del acuario que observa Michael, esos que tienen cara "de irlandés feliz".

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Venus Hall of Fame

INF VNV 5

Recomendada por Kuato a: los raritos. Esta película es un canto a la identidad, a la diferencia.

No recomendada por Kuato a: los niños. No van a entender nada de esta película adulta e inteligente. Y si algún niño la entendiera, seguro que es un monstruo, devuélvanlo a la sección de padres.

Ego-Tour de luxe por: que el rostro como una máscara articulada es tan simple como perturbador.

Atmósfera turbínea por: que la gran virtud de Anomalisa puede ser su principal defecto, la película es tan sutil que, a veces, se puede tener la sensación de no saber a dónde nos quiere llevar Kaufman.

 

■ ANOMALISA. Estreno en Venusville: 19/02/2016

 

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