El "orfagato" Que con las pelis de terror españolas Por Ray Zeta |
<¡Alabí, alabá, alabimbombá! ¡El orfanato, El orfanato, y nadie más! No se confundan, podría tratarse del cántico de animación a un equipo de fútbol, pero se trata de la reivindicación de El orfanato como película que ha sentado cátedra en el cine de terror español reciente. Sólo tiene siete años, pero es indudable su condición de clásico hasta el punto que directores noveles en el género fantástico la toman como fuente de inspiración, homenaje o plagio para su ópera prima. Como habrán podido adivinar este es el caso de La hermandad, una horror movie ambientada en un convento benedictino actual por el que deambulan fantasmas de niños, con una actriz madurita de protagonista que bien podría ser Belén Rueda, pero que es Lydia Bosch haciendo las veces de Belén Rueda.
Porque Belén Rue..., perdón, quería decir Lydia Bosch, es también aquí una madre traumatizada por la pérdida de un hijo, que al igual que en la película de Juan Antonio Bayona investiga, un “oscuro misterio” hasta decubrir un “terrible secreto” relacionado con un “espeluznante pasado” de desventurados niños abocados a la tragedia. La diferencia es que mientras El orfanato fluía suavemente consiguiendo crear gradualmente la atmósfera de intriga y suspense tan necesaria en las obras de este género, La hermandad lo intenta sin éxito de manera forzada a base de clichés, referentes y elementos identificables, que por exagerados, maniqueos, y más vistos que un final de M. Night Shyamalan, no llegan a ser creíbles (antes me creo a Ben Affleck como Batman, no les digo más).
Y es que será por el bajo presupuesto, por el poco talento del responsable del conjunto, o por ambas cosas, que La hermandad no funciona ni siquiera en su premisa. Una escritora se pierde conduciendo y sufre un accidente de coche en una carretera de montaña, es encontrada por unos monjes benedictinos, y estos la recluyen en su convento (un convento con gato benedictino encerrado). Unos monjes a cuales más feos, presentados todos como villanos que esconden un secreto, que viven como si estuvieran en la Edad Media en un convento diríase inspirado en el de El nombre de la rosa (sólo falta Ron Perlman como jorobado come-ratones) con referencias a El código Da Vinci, en el que la protagonista se pasa media peli sin salir de la habitación en la que guarda cama (ya les apuntaba que la peli es barata).
"Será por el bajo presupuesto, por el poco talento del responsable del conjunto, o por ambas cosas, que La hermandad no funciona ni siquiera en su premisa" |
Alaridos en la noche, susurros en los fríos pasillos, estridencias musicales, pozos con esqueletos flotantes y apariciones fantasmales de niños, son los elementos utilizados por el director para provocar terror (digamos más bien para intentarlo), mientras Belén Rued..., quería decir Lydia Bosch, deambula de noche en camisón por los lúgubres pasadizos del convento, linterna en mano cual agente Scully con insomnio. Sólo la escena de El orfanato en la que Belén Rueda (ahora no me equivoco, quiero decir Belén Rueda) juega con los fantasmitos a “Un, dos, tres, toca la pared”, tiene más gracia, más chicha, y más garra que todas las que salen en La hermandad, la mayoría ridículas como la del barracón dormitorio, además de que resultan tan gratuitas como un descuento 2 x 1.
Y eso que Lydia Bosch (por fin lo digo bien) le pone ganas y demuestra que si se hubiera dedicado plenamente al cine tras su paso por el “Un, dos, tres”, en vez de encasillarse como actriz televisiva en casposas series como Lleno, por favor, Quién da la vez, Médico de familia o Los Serrano, hubiera tenido futuro, aunque debería haber tenido la suerte de topar con personajes mejor construídos que el presente (la subtrama de la pérdida de su hija es de pena) y con diálogos más creíbles (que se alejen de los “¿dónde estoy?” y “¿quiénes son ustedes?”tan manidos). Sin desmerecer su calidad de actriz, que la tiene, y basándonos sólo en su carrera: ¿una película de terror protagonizada por Lydia Bosch les merece confianza? Quien no espere un telefilme de futura edición en dvd que levante la mano.
O sea, que haciendo balance, hasta ahora tenemos: una peli de bajo presupuesto rodada toda en interiores (la mitad en una habitación de un convento), protagonizada por una actriz televisiva y unos secundarios desaprovechados, con escenas y diálogos forzados y poco creíbles, y todos los clichés del género del terror habidos y por haber mal puestos, fantasmas gratuitos de niños incluidos. Nos falta el final, que en realidad son dos finales sorpresa consecutivos. El primero tramposo e innecesario a más no poder; el segundo previsible, por lo que el espectador espera un tercero. Un tercero pero que no llega, dejando al respetable más cara de tonto aún si cabe que el que ha tenido durante toda la película. La misma cara de tonta que se le queda también a Belén..., digo a Lydia Bosch./>
INFORME VENUSVILLE |
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Sentencia Quaid: Condenada a alforfones |
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Recomendada por Kuato a: fans de Lydia Bosch que aún la recuerden como la Alicia de Médico de familia. Ya puestos, habría sido un puntazo que Emilio Aragón hubiera interpretado uno de los monjes. | ||
No recomendada por Kuato a: quien haya visto El orfanato. Y a quien no la haya visto también, qué coño, que se la ponga. |
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Ego-Tour de luxe por: el monje tuerto. Sale poco, pero un convento chungo sin un monje tuerto no es un convento chungo. |
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Atmósfera turbínea por: ¿es necesario que el niño fantasma líder tenga una cicatriz en la cara? Ah claro, es para que le reconozcamos cuando salga.... |
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