Ni el Joker, ni el Pingüino, ni Mr. Freeze. El peor supervillano de Batman es... ¡Tim Burton!
En 1989 la Warner Bros. ignora el famoso anuncio de que “las imprudencias se pagan” cuando encomienda el proyecto de Batman a un novato como Tim Burton, cuyo gran aval es por entonces, agárrense... ¡Bitelchús! (estupenda boutade pero poco más). La imprudencia deviene negligencia cuando se le ofrece al realizador el mayor presupuesto de la historia del cine hasta esa fecha, y éste responde al inmerecido regalo escupiendo a sus productores, fichando como Batman, no a una estrella, sino a su amiguete Michael Keaton, un actor segundón que tiene de héroe de acción lo mismo que Dos Caras de modelo facial.
Keaton, a pesar de no tener ni el físico ni la calidad interpretativa exigible, acierta vagamente en la composición del personaje, sugiriendo en su discutible interpretación el punto justo de neurosis que se le supone al Señor de la Noche. Desgraciadamente, su falta de carisma y los problemas estructurales del guión provocan que Batman sea un personaje cuasi secundario en el film, cediendo el rol protagonista al Joker, un Jack Nicholson que se monta su propia peli alternativa, “Payaso albino de tripi inaugura el Día de Dios nos asista”.
"Como acto de venganza, juro hacer otro Batman con Johnny Depp"
Y es que a Burton siempre le han puesto demasiado los payasos, como demuestra que la trama del Joker (con presuntos ecos del cómic “La broma asesina”) se vaya comiendo indefectiblemente a las otras tramas, aquejadas de un exceso de personajes y de un desarrollo argumental indeciso que da más tumbos que Robin en un trapecio, luchando por ser complejo, aglutinando mil ideas pero sin profundizar en ninguna, dando por tanto un tono superficial amén que desmesurado a la propuesta final. Tampoco ayudan especialmente las escenas de acción, donde el realizador demuestra ser un inepto de armas tomar (vean sino también, como prueba documental irrefutable, la terrible El planeta de los simios).
En cuanto al siniestro diseño de producción, incomprensiblemente algunos otorgan los méritos de dicha faceta a Burton cuando el responsablede ella es Anton Furst, el cual crea una ciudad de aire atemporal a base de aglutinar una fascinante variedad de estilos arquitectónicos: futurismo italiano, gótico, interiorismoart déco, urbanismo post-industrial, modernismo gaudiniano en la catedral, colosales esculturas de reminiscencias fascistas en el ayuntamiento... Desde Cleopatra no se había desparramado tanto dinero en la construcción de unos decorados, algo que no cuadra visto su resultado final (que sí es responsabilidad de Burton), una Gotham excesivamente acartonada y poco veraz, ya que además Burton la puebla de ciudadanos con look años 50 rompiendo así su pretendida atemporalidad. Un fallo conceptual de quilo.
"¿Es que acaso Tim Burton fue violado en su infancia por una jauría de clowns pederastas?"
En Batman vuelve, o “devuelve”, el realizador se suelta el pelo y pasa por completo de Batman (ya secundario total) para regurgitar sus reiterativas neuras personales focalizadas en el Pingüino, nuevo protagonista de la serie: el director pervierte al gentleman originario del cómic para mutarlo en uno de los habituales monstruos de su homogénea filmografía. No contento con ello, Burton insiste en su cansino discurso de la aceptación social del ser diferente (otro Eduardo Manostijeras, vaya), remarcando la imposible idea de que un enano asqueroso pueda presentarse a alcalde de Gotham. Y, cómo no, el Pingüino lidera una banda de payasos delincuentes, siguiendo la enfermiza obsesión de Burton por el mundo circense y su bizarro personal. ¿Es que acaso en su infancia fue violado por una jauría de clowns pederastas? Preferimos no visualizar la imagen, sin duda dolorosa para Burton.
Asimismo, el guión es otra vez una constante fuga de ideas desparramadas al aire, narradas paradójicamente con ritmo lento por no decir narcótico y presentando una cantidad abrumadora de estupideces, desde que el Pingüino tenga unos planos del Batmóvil (¿cómo coño los consigue?) hasta que Batman se desenmascare al final delante del villano Max Schreck (!). Eso sí, nada impide que el personal masculino se recree en la fantasía sexual que es Michelle Pfeiffer vestida a lo sado y armada con un látigo. Aciertos impagables en casting y vestuario.
"¡Traidores! ¡No os quejasteis tanto cuando vestí a Michelle Pfeiffer de cuero negro!"
Por suerte, y a pesar de la usurpación egocéntrica que hace Burton del mundo de Batman, es realmente difícil destrozar por completo un universo tan rico en conceptos. Así pues, los mejores momentos son aquellos en los que el director renuncia a su insaciable personalismo y se centra en la esencia del mito de Batman: el trauma por el asesinato de sus padres; el envolvente entorno del héroe (Batmóvil, Batcueva, etc.); la dualidad, concepto siempre presente en el cómic (Batman-Bruce Wayne, Batman-Joker, Batman-Catwoman desdoblados a su vez en Bruce Wayne-Selina Kyle...).
Nos despedimos ya con una tonta adivinanza digna de Enigma: ¿quién es el mejor en su trabajo, le gusta vestir de negro y está siempre rodeado de freaks? Nombre de 6 letras, empieza por B y acaba con N: ... ¡Batman! Y al que haya respondido Burton ¡que le corten la cabeza! ¿O de veras alguien puede pensar que es el mejor director?
■ BATMAN
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