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BLACK PANTHER: WAKANDA FOREVER crítica: Una muerte en la familia

Secuela de Black Panther sin Black Panther pero con talocanos haciendo el guiri por Wakanda

CHEMA PAMUNDI

De todas las decepciones cinematográficas que viene acumulando Marvel en los dos últimos años, quizás Black Panther: Wakanda Forever sea la más sonada hasta la fecha, no porque resulte particularmente peor que Eternals, Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos o Dr. Strange en el multiverso de la locura sino porque, a diferencia de todas ellas, partía de unas expectativas que estaban por las nubes al ser la secuela de Black Panther, la cinta de superhéroes con mejor ratio de puntuación en webs especializadas como Rotten Tomatoes y la primera en ser nominada al Oscar a mejor película, por no mencionar el entusiasmo de algunas críticas que llegaron a comparar su calidad dramática con la de alguna que otra obra de Shakespeare (sí, un poco exagerado). Había, por tanto, mucho interés en ver como continuaba la historia, y más teniendo en cuenta la trágica muerte en 2020 de Chadwick Boseman, el actor protagonista, lo cual obligaba a que la secuela dedicara parte de sus energías a encontrar un sustituto dispuesto a enfundarse el traje de pantera negra. Por desgracia, Wakanda Forever se ha acabado revelando como un título de lo más adecuado para describir un plomazo de dos horas y cuarenta minutos que, a ratos, parece que no se va a acabar nunca.

El mcguffin principal de Wakanda Forever es el interés de diversas potencias mundiales por conseguir vibranium, el metal cuasi mágico que los wakandianos tienen en exclusiva y que se niegan a compartir porque no se fían un pelo del resto de la humanidad (y bien que hacen). ¿He dicho que los wakandianos tenían el vibranium en exclusiva? Pues resulta que ya no: un buen día, una expedición pagada por la CIA se pone a excavar en el fondo oceánico y se topa con Talocan, una formidable civilización de humanos subacuáticos que también atesoran el preciado material. A los talocanos, y en especial a su rey Kukulkan (Namor para los marvelitas de toda la vida, interpretado por Tenoch Huerta), no les hace ninguna gracia haber sido descubiertos, y la crisis va escalando hasta convertirse, debido a una serie de malentendidos y acusaciones cruzadas que no cabe contar aquí, en una guerra abierta entre Talocan y Wakanda.

 

"Deberíamos estrenar antes que La mujer rey o se nos comen"

 

De las docenas de cosas que el director Ryan Coogler y su coguionista Joe Robert Cole (mismo tándem que en Black Panther) han tratado de embutir a martillazos en la fangosa trama tecno-bélica de Wakanda Forever, la única que funciona y parece genuina es el tributo a Black Panther/Chadwick Boseman, que llena el primer acto. Ese inicio en frío, sin música ni títulos, detalla el funeral del Rey T’Challa, súbitamente defenestrado por una enfermedad sobre la que no se nos dan mayores detalles. Vemos el duelo y el funeral, en una serie de secuencias solemnes que emocionan y logran establecer un gravitas que a menudo parece forzado en el cine de superhéroes, pero que aquí fluye con naturalidad. Es una verdadera lástima que, a partir de ahí, la función se disuelva en un chapapote de personajes recortados en cartón y situaciones postizas siguiendo los estándares de tibieza y escasa capacidad de riesgo que ahora mismo dominan cualquier producción con el logo de Marvel.

Apenas nada de lo que hizo grande a Black Panther está presente aquí, lo cual resulta desconcertante teniendo en cuenta que el equipo creativo de ambos títulos es casi idéntico. Para empezar falta el protagonista, claro, pero es curioso que su ausencia se note tanto, cuando quizás era el personaje menos interesante de la primera película (el villanazo Killmonger, la fiel guerrera Okoye, el simpático brutote M’baku o la reina madre Ramonda tenían bastante más carisma). El vacío generado convierte a Wakanda Forever en una obra coral, y esto no tendría por qué ser malo, pero la sensación es que no hay ningún personaje con suficiente peso como para sostener el andamiaje dramático; y cuando la hermana de T’Challa, Shuri (Letitia Wright) se decide por fin a tomar el testigo, parece un sustituto con poca chicha. ¿Pagaríamos por ver una entrega de Black Panther con ella como cabeza de cartel? Lo dudo. Por poner un ejemplo, la superespía Nakia (Lupita Nyong’o) se la come en todas las escenas en las que aparece, mostrándose como un personaje con un mejor arco y una presencia mucho más rotunda.

“De todas las decepciones cinematográficas que viene acumulando Marvel en los dos últimos años, quizás Black Panther: Wakanda Forever sea la más sonada hasta la fecha”

Aparte de eso, hay que recordar el soplo de aire fresco que supuso Black Panther en su día, mostrándonos un mundo nuevo que no necesitaba cargar con toda la mochila de referencias interconectadas y exigencias de franquicia del MCU. Wakanda Forever, en cambio, queda aplastada bajo el peso de sus obligaciones: aparte de homenajear a Boseman, tiene que presentar a Namor y toda su parentela, plantar semillas para la inminente serie de TV Ironheart (cuya protagonista también se presenta aquí), atar los cabos que aún siguen sueltos con lo de Thanos, presentar la nueva Black Panther… y todo eso en el contexto de una guerra entre dos reinos secretos de superpeña racializada, que pretende incluir discurso sobre la opresión colonizadora e imperialista del hombre blanco. Demasiadas cosas incluso para 160 minutos. Sales del cine saturado.

El tema del antagonista que en el fondo no es malo, sino que está cegado por una sed de venganza quizás justificada pero mal digerida, se ha tratado unas cuantas veces en el género de superhéroes (Magneto, Punisher…); o sea, que no es como si Wakanda Forever tuviese que reinventar la rueda; pero está claro que aquí ha faltado claridad de ideas para desarrollar a Namor como algo más que un macarra submarino, o para hacer avanzar la trama de otro modo que no sea encadenando escenas de diálogos expositivos, en las que un personaje suelta su rollo mientras los demás le van dando pie a base de preguntas estilo “¿A qué te refieres?”, como si lo estuvieran entrevistando. Las elipsis o la narrativa puramente visual (mostrar las cosas con cierta sutileza y elegancia, en lugar de explicarlas como en una charla TED) son recursos demasiado caros de ver en los blockbusters modernos, y en especial en los productos Marvel, cada vez más prefabricados e indolentes en este apartado.

 

"Cuando me arregle el traje veréis, que ahora me viene grande y me pica"

 

Tampoco es que a nivel de diseño artístico Wakanda Forever sea ninguna maravilla. Le falta el colorido vivaz y la sensación de autenticidad de Black Panther; aquí todo parece mucho más lo que es: un decorado. La sociedad de Talocan, en particular, tiene un aburrido look de parque temático, con tenue iluminación de acuario y actores intentando hacer ver que no están aguantando la respiración. En cuanto a las escenas de acción, están coreografiadas y filmadas de manera competente pero a menudo previsible. El único duelo que sorprende y deja cierto poso en la retina tiene lugar en un puente, con espectaculares explosiones de agua y talocanos desembarcando al combate desde ballenas. Pero vamos, poco bagaje.

Black Panther: Wakanda Forever se resuelve con un clímax estilo “¡Pero por qué nos estamos pegando, joder!” que llega de manera abrupta y artificial a las dos horas y media de metraje, como podía haber llegado un cuarto de hora antes o un cuarto de hora después, y echa el telón tras un epílogo sensiblero que dudo que vaya a generar entre la audiencia las lágrimas que pretende. A esas alturas, uno ya lleva un buen rato bostezando y mirando el reloj. Un reloj que a Marvel parece habérsele parado. A ver si empiezan a remontar ya de una vez con Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, porque esto es un muermo.

 

INFORME VENUSVILLE

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

Recomendada por Kuato a: hombre, si has visto toda la fase 4 de Marvel, no te vas a saltar esta...

No recomendada por Kuato a: quien tenía sus esperanzas puestas en que los wakandianos paliasen la melancolía por los “viejos buenos tiempos” de Infinity War y Endgame en la que parece haberse quedado enganchada Marvel.

Ego-Tour de luxe por: el contundente y barriobajero Namor que compone Tenoch Huerta. El actor logra llenar la pantalla con una presencia potente, aunque apenas le hayan dejado espacio para desarrollar al personaje y sus vaivenes morales sean poco creíbles.

Atmósfera turbínea por: la escena ridícula en la que los talocanos se ponen de repente a hablar debajo del agua, tan panchos. Teniendo en cuenta que esto es Disney, ya solo habría faltado un cameo del cangrejo Sebastián de La sirenita.

 

BLACK PANTHER: WAKANDA FOREVER. Estreno en Venusville: 11/11/2022.

 

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