LA SOMBRA DE LA TRAICIÓN crítica: Aquella maravillosa guerra fría

Aquella maravillosa guerra fría

Richard Gere busca a un espía ruso muy malo
mientras le cambia los pañales a Topher Grace

Por Da II

<Últimamente buena parte del cine de espías destila añoranza, añoranza por la guerra fría, por supuesto. Desde la caída del muro y la desaparición del KGB y aliados, la CIA y agencias similares parecen estar pasando un profundo vacío, al menos cinematográfico, para encontrar un rival que al menos les sirva como digno sparring para alguna aventurita. Por más bombo y habilidades que les quieran dar a algún terrosita islamista, nadie termina de creerse que un cabrero con harapos dé para megalómanas conspiraciones destructivas de orden global más allá de alguna locura individual.

Tampoco los traficantes de drogas parecen rivales adecuados ya que es complicado que vayan más allá de lo suyo, o sea cuidar de su business. Y como a los chinos en esto de espiar les ha dado más por las patentes y las copias que por los secretos de estado, de momento, y lo de los norcoreanos no tiene ni pies ni cabeza, ni siquiera los pobres tienen para arroz. Tampoco se puede abusar de enrevesadas y malignas organizaciones internacionales con obsesión por controlar el mundo, o con villanos plenos de recursos enfermizos de más poder y riqueza; para qué demonios vas a montar un complot oscuro si puedes resolver el asunto con alguna opa hostil y un buen puñado de abogados. Así que, a falta de malos y de ideas, pues con dos narices y sin vergüenza se recurre a los viejos enemigos de siempre: los rusos.

"En mi contrato pone que nadie más que yo puede hacer una caída de ojos"

Claro que, y por mucho Putin que gobierne, no se imagina uno a día de hoy a los rusos organizando una mega red de espionaje, preocupados como andan por darse a la buena vida y olvidar racionamientos pasados, con lo que no queda otra que rizar algo más el rizo con las recurrentes células durmientes puestas allí en aquellos tiempos del muro y dispuestas a despertar para poner en jaque a la nación o para alguna misión de menor calado pero resultona. No son nuevas estas infiltraciones de larga duración. Ya Kevin Costner logró alcanzar el rango de oficial en un destino de inteligencia a pesar de ser un soviet más o menos converso. Sin embargo, ahora no se conforman con el artesanal plan de infiltrar algún individuo, si no que se trasmite cierta idea, como en Salt, de que esto de las células durmientes viene a ser como la profusión de refugiados extraterrestres de Men in Black, pero Michael Jackson en vez de venir del planeta Tritón llegaría de Vladivostock.

"La película vendría a ser como un 0-0 entre dos equipos jugones aseados pero que no terminan de chutar a portería"

En este caso, más que una célula dormida es un agente chaquetero llamado Cassius, buscado por el amigo Gere sin terminar de dar un sí convincente, quizá porque el genero requiere algo más de vidilla que esa pose entre dormido y colocado tan propia de Richard. Claro que para pego el de ver al progre y protestón papa Sheen de jefazo de la CIA. Así, la película se encuadra en un talante entre clásico y correcto, correctísimo, más que correcto, y esto no es un halago pero tampoco un demérito. Vendría a ser como un 0-0 entre dos equipos jugones aseados pero que no terminan de chutar a portería. No puedes dejar de valorar el estilo, pero terminas por echar de menos la chicha. Si hasta la CIA y el FBI se llevan más o menos bien.

"Dicen los de Grecian 2000 que o empezamos a usarlo o nos despiden"

A pesar de que a la historia no le falta de nada, empezando por un personaje principal interesante, como lo es un ex asesino de la KGB pasado al otro bando, que se dedica con esmero a liquidar a sus antiguos discípulos. Hay que reconocer cierta gracia en el meollo, sin embargo esa doble vida no termina de transmitir ese tormento o arrepentimiento propio de estos personajes de pasado sangriento, ni tampoco la angustia por ser descubierto típica del que oculta el pasado, en especial si es un ex agente del KGB trasvestido en un talento de la CIA. A partir de aquí también cabe reconocer que a la cinta no le falta de nada. Venganza, que con buen tino permanece durante un buen rato oculta; redención, muy al estilo americano pero redención al fin y al cabo; también van bien acompasados los giros propios del genero, sin estridencias, bien colocaditos, incluido el giro final más espectacular que es igualmente correcto.

Por no faltar, no falta el duelo de personalidades, con las dudas del uno y del otro, entre el agente veterano y de campo contra el joven y universitario. Bien llevado, y con la gracia de que el joven es un estudioso teórico del otro, cuando era otro del otro lado, valga la redundancia que no lo es. Hasta la acción y el ritmo son de los más correctos, una acción muy ligera sin espectacularidades innecesarias que descuadren el tono clásico y de veracidad, mientras el ritmo, si bien nunca adquiere ese vértigo del suspense, tampoco desfallece hasta el sopor. El problema es que esa corrección plana es posiblemente la puerta más directa al olvido. Lo que en el fondo tampoco está mal porque cuando la repongan algún sábado en la televisión uno la verá como si fuera nueva, y se deja ver./>

INFORME VENUSVILLE

		Sentencia Quaid: Dos Caras Harvey



		Recomendada por Kuato a: los nostálgicos de la guerra fría, y a los creyentes de los tratamientos contra la calvicie, que podrán soñar con la esplendida mata blanca del amigo Richard.

		No recomendada por Kuato a: los otros nostálgicos, los de la caída de ojos de Gere, porque anda el hombre de un sobado que no se le levantan… los párpados.

		Ego-Tour de luxe por: que el trago sea un Vodka con Martini y una especie de cebolleta a modo de aceituna. Di que sí, ahora que James, cada día más moñón, se va a pasar al “piensa en verde”, todavía algunos veteranos mantienen los principios.

		Atmósfera turbínea por: que a la primera de cambio el agente Paul, a pesar de llevar 20 años dando el cambiazo, la cague bebiéndose el mencionado trago típico del asesino Cassius delante de su compañero especialista en éste.