ROBIN HOOD artículo: Entre trileros y borrachos

Entre trileros y borrachos Arqueros borrachuzos, damas calentorras, y lugareñas facilonas, son los protagonistas de esta nueva versión Por El Hombre de Boston

<Ridley Scott fue claro y conciso cuando habló por primera vez a la prensa acerca de su Robin Hood: “Robin Hood no se parecerá a Gladiator, será una película totalmente diferente”, declaró, y a fe de Kuato que no mintió lo más mínimo, pues al menos en cuanto a personajes se refiere, todo parecido entre los de Gladiator con los de este Robin Hood es pura coincidencia.

   Porque si todos los protagonistas de Gladiator a excepción del villano (desde Máximo al emperador Marco Aurelio, pasando por el senador Graco, Próspero, Lucilla y Juba) conformaban un manual de los mejores valores del ser humano como el honor, el valor, la honestidad y la fidelidad, los de Robin Hood parecen haber sido pillados todos en burdeles y tabernas a la hora del cierre.

"Si nos damos prisa, llegaremos a un after que conozco que abre a las 5"

   Ya para empezar se nos presenta a Robin Hood-Russell Crowe como un trilero tramposo que vive de sacarle los cuartos a sus amigos. ¿Saben esos grupitos compinchados que se apilan en las concurridas calles de cada ciudad con intención de desplumar turistas? Pues Crowe es tan ducho en el noble arte del timo del "dónde está la bolita" que no necesita aliado alguno, él solito se basta y se sobra para dejar al prójimo en gallumbos.

   Un hombre como vemos sin moral que no duda en desertar cuando muere el rey Ricardo Corazón de León. Si Máximo Meridio era en Gladiator fiel al emperador por encima de todo incluso después de su muerte, a Robin Hood le falta tiempo para poner pies en polvorosa a la que olisquea que la muerte del monarca va a dejarle económicamente a dos velas.

   Y no sólo eso, luego no pestañea en hacerse pasar por noble con tal de navegar de gorra de Francia a Inglaterra. “Deberemos escabullirnos antes de llegar a Londres para que no se nos descubra el chanchullo”, alecciona a sus hombres el muy zorruno, pero claro, como son todos una pandilla de borrachos capaces de vaciar ellos solitos el templo de Baco entre brindis y canciones guarras, pillan tal cogorza que cuando la embarcación atraca aún están durmiendo la mona en el suelo, así que hala, tiramos p’alante y seguimos con el engaño incluso con el mismísimo nuevo rey de Inglaterra, total, será más chicha para el currículum.

   Pero la prueba más evidente de la amoralidad de la que hace gala el protagonista, y por ende todos los que le rodean en esta historia, es cuando ejerce de esposo de la viuda del noble al que suplanta. Y es que aquí no se salva nadie, ni él por aceptarlo, ni el personaje de Max Von Sydow por proponerlo (otro borrachuzo que va siempre ciego, y no va con segundas), ni Cate Blanchett por avenirse encantada al jueguecito.

"No te hagas el estrecho, que en Prueba de vida bien que te tirabas a la mujer de otro"

   ¿Porque qué dama del siglo XII aceptaría compartir alcoba con un desconocido sin estar casada? Pues una que fuera más salida que la ninfo de Boogie Nights, claro, como es el caso de Lady Marian-Cate Blanchett. Ella misma le cuenta a Russell Crowe sin venir a cuento, relamiéndose los labios, cómo siendo una solterona de esas que ya criaba telarañas en el chichi, estuvo de recién casada toda una semana sacando el vientre de pena en uno de esos viajes de novios en que la única vista contemplada es el techo de la habitación del hotel. Y de eso hace ya diez años. Fijo que su marido partió hacia la cruzada huyendo despavorido de su furor puterino (ahora ya conocen la razón por la que no quedan hombres en Nottingham…).

   ¿Y cómo actúa Robin Hood-Russell Crowe en tan indecorosa situación? Pues encantado, claro. Máximo Meridio hacía de tripas de corazón rechazando en Gladiator a Connie Nielsen en memoria de su esposa y de su hijo asesinados; él en cambio, mientras sus hombres se emborrachan en la taberna con el cura del pueblo, y fornican a diario en grupo con lugareñas, acepta encantado entrar en la farsa a ver si da el braguetazo.

   ¿Recuerdan cuando Tom Cruise y Nicole Kidman comparten una habitación separada por una sábana en Un horizonte muy lejano? Pues ellos hacen exactamente igual, sólo que aquí la sábana que empieza como biombo acaba siendo usada para limpiar sables (y no me refiero a las espadas).

   Ya lo ven, todo un modelo a seguir por las generaciones venideras... Tanto vicio, cerdillismo y putiferio acaban por llegar a oídos del rey, claro, quien, no podía ser de otra manera, por el bien moral del país declara proscrito a Robin Hood y a toda su troupe, que huye a cobijarse en el bosque de Sherwood. Pero ellos encantados, porque desde que se esablecen allí ganan dinero a montones a expensan de los viajeros. ¿Que cómo lo consiguen? Quizás el letrero de neón rojo intermitente colocado a la entrada del bosque diciendo “Sauna Sherwood” responda a su pregunta./>

"Con este invento podemos hacernos todos los putis de la N-II antes de que amanezca"

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