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SITGES 2021 crónica 4: Nada es lo que parece

Lamb; Beyond the Infinite Two Minutes; The Boy Behind the Door; Son

CHEMA PAMUNDI

Ahora que leo que en Catalunya se van a levantar en pocos días las restricciones de todo tipo en las salas de cine, igual es buen momento para comentar cómo está yendo el festival de Sitges en cuanto a medidas pandémicas. Ya comenté en la primera crónica que las sesiones de la 1 de la madrugada han desaparecido, y que la última sesión ha pasado a ser la de las 11 de la noche. Quizás esto no era necesario, pero la organización, con buen criterio, ha decidido curarse en salud. El año pasado ya hubo pollo cuando el gobierno aumentó las restricciones a mitad del certamen, y de repente resultó que un montón de sesiones, con las entradas ya vendidas, eran ilegales por estar fuera de la franja horaria permitida.

Los otros dos “recortes de libertades” que se mantienen son bastante suaves: 70% de aforo y mascarilla puesta en las salas y en todo el recinto del Hotel Melià. En ambos casos, se nota que tanto la organización como los espectadores le hemos perdido el miedo al virus. Volviendo a acordarme del 2020, un espectador llegó a llamar a los Mossos d’Esquadra porque, en una sesión del Auditori, no se estaba respetando la norma de dejar un asiento libre junto a cada asiento ocupado. Este año, sin embargo, nos estamos sentando todos bien apretaditos sin problemas, y el 30% obligatorio de aforo vacío se concentra en las butacas de los laterales, donde no quiere sentarse nadie porque es desde donde peor se ve la pantalla. Ah, y por supuesto la obligatoria botellita de agua, que te da la excusa para poder quitarte la mascarilla de vez en cuando y dejar de respirarte a ti mismo durante un rato.

O sea, el resumen es que el año pasado pensábamos que nos íbamos a morir todos durante un pase, como si esto fuera la película Demons, y este año en cambio estamos haciendo un poquito el mismo paripé que en la Zombie Walk (que por cierto, es otra de las cosas del festival que se esfumó con la llegada de la pandemia).

Las cuatro pelis de hoy:

 

LAMB (Valdimar Jóhannsson, Islandia/Suecia/Polonia, 2021)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

El matrimonio de granjeros que protagoniza Lamb lleva una vida plácidamente infeliz, silenciosa y solitaria entre montañas islandesas (ella es Noomi Rapace, por cierto, que tras haber presentado en Sitges 2021 esta película y The Trip, parece haberse especializado en matrimoniadas que se están yendo barranco abajo). Un día descubren que una de sus ovejas ha dado a luz a un corderillo... digamos que extraño, y de inmediato deciden quedárselo y criarlo como a un hijo propio. Es un intento a la desesperada por rellenar su vacío emocional a base de saltarse el orden natural de las cosas; pero, oh sorpresa, el orden natural de las cosas es una fuerza de lo más tozuda.

Resulta difícil hacer una valoración de Lamb sin revelar los secretos que encierra, pero sus creadores se han tomado tanto trabajo en armar una narrativa milimétrica que atrape al espectador y le suelte la información gota a gota, que prefiero ser algo difuso antes que pasarme de listo y estropearle la experiencia a quien tenga intención de verla. Digamos que aquí la distancia entre el territorio del “what the fuck” y el del ridículo es muy estrecha, pero la película tiene la determinación necesaria para caminar entre ambos sin perder el equilibrio.

 

"Estamos encantados de tener al detergente Norit como patrocinador"

 

Aún así, Lamb es también más estética que contenido. Su precioso naturalismo visual y el aura de relato soñado que mantiene de principio a fin, son suficiente como para darle buena nota, pero argumentalmente se queda un poco atorada en ese “what the fuck” antes mencionado, sin acabar de sumergirse en el cine de terror (es más un drama familiar bizarre, una especie de Cabeza borradora en versión suave, que otra cosa), ni profundizar del todo en los interesantes temas de maternidad y autoengaño que plantea. Es una criatura entre dos mundos; lo cual, si lo piensas, le pega bastante bien.

 

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INF VNV 4

 

 

BEYOND THE INFINITE TWO MINUTES (Junta Yamaguchi, Japón, 2021)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Hay poca “ciencia-ficción pura y dura” en Sitges. La ciencia ficción pura y dura acostumbra a ser más compleja y exigente que el terror, a nivel de producción y de guion. Por eso, cuando te topas con una maravilla tan redonda como Beyond the Infinite Two Minutes, sueles enamorarte a primera vista. Lo único que voy a desvelar sobre ella a modo de sinopsis es que el protagonista es el dueño de un restaurante (esto solo es importante porque toda la película sucede a caballo entre dicho restaurante y el apartamento que tiene directamente encima) y que la acción es una descacharrante sucesión de microviajes en el tiempo, dos minutos hacia delante y dos minutos hacia atrás, que se va enredando en permutas cada vez más disparatadas. Una filigrana en la que te pierdes sin remedio por mucha atención que pongas, pero te da igual porque te lo estás pasando bomba.

 

"O lo explicas en una pizarra como en Regreso al futuro 2 o me pierdo"

 

Nos encontramos ante una cinta de empaque visual sencillísimo, tanto que apenas podemos hablar de que tenga puesta en escena, pero a la que se le adivina un trabajo de planificación titánico detrás de las cámaras, máxime al estar rodada en un único plano secuencia de 71 minutos; y, ojo, que no estamos hablando de un ejercicio de estilo gratuito para que el director pueda fardar sacando músculo, sino de un recurso de continuidad que resulta imprescindible para hacer encajar en nuestra mente lo que nos están contando. Beyond the Infinite Two Minutes sería estupenda aunque no se cerrase con una explicación satisfactoria a su trama, pero es que encima lo hace, y con eso ya se eleva al estatus de obra de culto instantánea.

En cierto momento, uno de los personajes intenta explicarle a otro lo sucedido y le dice “¡Es como la ciencia-ficción!”; en efecto, Beyond the Infinite Two Minutes es ciencia-ficción destilada a su esencia más elemental; y, encima, es una comedia despiporrante. O sea, dos de los géneros tradicionalmente considerados como menores, aunándose para dar una lección mayúscula sobre el oficio de hacer cine. No suele verse una película en la que el público estalle en risas y aplausos CADA… DOS… PUTOS… MINUTOS. Ojalá me equivoque, claro, pero dudo mucho que veamos algo mejor, más fresco y más rompedor en todo lo que nos queda de festival.

 

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INF VNV 5

 

 

THE BOY BEHIND THE DOOR (David Charbonier y Justin Powell, EUA, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Mira que es difícil hacer terror protagonizado por niños. No solo por lo complicado que debe de ser rodar con ellos sin traumatizarlos de por vida, sino por el tabú autoimpuesto que supone no poder quemar rueda con sus personajes hasta las últimas consecuencias. Cuidado con el tipo de violencia que muestras en pantalla y, sobre todo, cuidado con el modo en que la muestras, porque la audiencia tiene una tolerancia muy baja al respecto. Teniendo esto en cuenta, merece reconocimiento hacer funcionar una película como The Boy Behind the Door, que tiene al frente a dos niños de 12 o 13 años secuestrados por lo que parece ser una red de pederastia y encerrados en una enorme casa.

Y The Boy Behind the Door funciona... hasta cierto punto. Las interpretaciones de los dos chavales (Lonnie Chavis y Ezra Dewey) son estupendas, la escasez de presupuesto está bastante bien camuflada y el guion juega de manera inteligente con el suspense, el ritmo y la dosificación de la información. Ejemplo: la historia empieza “in media res”, con los críos ya en el maletero de un coche, sin más contexto, y en cierto punto retrocede algunas horas para darnos unas pinceladas breves pero eficaces sobre la intensidad de su relación de amistad, que hace entender a la perfección por qué, cuando uno de ellos logra escapar de la casa, no puede hacer otra cosa que volver a entrar para tratar de rescatar al otro al precio que sea.

 

"Yo no me voy de aquí hasta que vea todos los episodios de Verano azul"

 

Sin embargo, a la película se le acaba viendo el cartón: su estructura de “héroe escondido en un entorno acotado, haciendo cosas mientras los malos intentan pillarlo” está trilladísima (desde Jungla de cristal hasta Solo en casa). Varios de sus guiños pop caen en lo gratuito, como la gorra de “Make America Great Again” que tiene uno de los secuestradores, o cierto homenaje a El resplandor que implica un hacha golpeando la puerta de un lavabo; y, retomando lo que decía al principio, cabe preguntarse si The Boy Behind the Door sería igual de interesante cambiando a los dos niños por dos adultos, es decir quitándole el elemento clave que la hace angustiosa. La respuesta es por supuesto que no, que perdería buena parte de su gracia, porque todos sus demás elementos son pura fórmula, el A-B-C de la “película escape room”, trazada con escuadra y cartabón. Pero mejor juzgar a The Boy Behind the Door por lo que es, no por lo que podría haber sido; y aunque le falte personalidad para llegar al notable, es un pasarratos efectivo.

 

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INF VNV 3

 

 

SON (Ivan Kavanagh, EUA, 2021)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Una chica embarazadísima y en camisón conduce un coche a toda pastilla por la carretera, huyendo de algo o de alguien, durante una noche de lluvia torrencial. En cierto punto detiene el auto porque está rompiendo aguas, y da a luz allí mismo a un bebé mientras le grita “¡No te quiero!” “¡No te quiero!”. Saltamos a ocho años más tarde y la chica, que descubrimos que se llama Laura, parece una persona completamente distinta: profesora infantil encantada con su trabajo y feliz madre soltera de un hijo al que, después de todo, sí que quería; y entonces es cuando el crío empieza a hacer cosas raras. ¿Cosas raras rollo mearse en la cama y tirar petardos a los perros del barrio? No no, cosas raras rollo El exorcista o La profecía. De hecho, Son parece una especie de “grandes éxitos” de las películas con niño endemoniado, lo cual sinceramente no es nada original pero está lo bastante bien hecho como para que resulte entretenido y creepy.

 

"Llego a saber que sales tan rarito y no te pongo Damien"

 

No obstante, al igual que el niño, la película también hace sus cosas raras, como por ejemplo soltarte la “gran revelación sorpresa” en mitad de una escena de conversación tan a lo burro que parece un gag, convertirse de pronto en una road movie cuando la trama apuntaba hacia otro lado, o espaciar los episodios de posesión diabólica, no según una cadencia temporal lógica, sino según las necesidades del guion. Aparte de eso, se apuntan varias subtramas chulas que luego solo se exploran de manera superficial y un tanto mecánica, como la existencia de una secta que pretende raptar al chaval o la posibilidad de que todo lo que está ocurriendo sean alucinaciones de la madre. Y, finalmente, hay golpes de efecto que se ven venir muchísimo: cuando la madre deja al niño al cuidado de una amiga, sabes que dicha amiga no volverá a ver salir el sol, y cuando otro personaje muestra un vendaje que aparentemente no tiene nada que ver con la trama pero se menciona (“¿Qué te ha pasado en el brazo?”), sabes que SÍ va a tener que ver con la trama.

Pero vamos, que sí, que está bien. Es sanguinaria, amoral, descarnada, a ratitos espeluznante, y marcada por una interpretación llamativamente buena de Luke David Blumm, un niño de 11 años al que, recuperando un poco lo que decía más arriba a propósito de The Boy Behind the Door, no sé qué hostias le habrán contado para que se meta con tanta naturalidad en un papel que le exige bañarse en sangre y comerse las tripas de una señora. Visto eso, a Son le perdonas la mayoría de sus pecados.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

SITGES 2021

 

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