SIN TREGUA crítica: Grand Thief Auto

Grand Thief Auto Nuevo cuento policiaco de David Ayer a medio camino entre thriller y Reality Cop Por Beto

<David Ayer se está ganando un puesto de prestigio en el género policíaco. Si bien empezó como guionista de Training Day (su mejor tarea hasta la fecha), Dark Blue o SWAT, luego pasó a la dirección con la irregular Dueños de la calle. En esta ocasión recurre al found footage para presentarnos Sin tregua, una trepidante película donde una pareja de policías nos muestra su día a día en las calurosas calles de Los Ángeles (al menos se transmite esa sensación) gracias a unas micro-cámaras que llevan en sus uniformes y a la cámara del vehículo policial. El realismo se palpa gracias al formato digital, mostrando imágenes crudas y violentas como no veíamos hace tiempo en ninguna película del género policíaco. La persecución inicial vista desde el vehículo de la pareja protagonista, con un tiroteo final donde no queda vivo ni el apuntador, es un fiel reflejo de lo que nos espera a lo largo de la película. Seguro que los aficionados a los videojuegos habrán visto en este principio una réplica de las escenas de acción de la saga Grand Thief Auto, aunque en esta ocasión lo veamos desde el punto de vista de los polis y no de los pandilleros habituales de estos videojuegos. Ayer rehúye el mantener una trama fija para ir mostrando día tras día lo que te puede esperar tras cada esquina en una urbe tan o más peligrosa que Vice City o San Andreas, ciudades emblemáticas de la saga mencionada.

   Con una estética más propia del cine de autor, que le confiere más realismo, y tal y como sucedía en el guión de Training Day o en Dueños de la calle, surge de nuevo el tema de la ética policial. No entendida aquí por tener dudas los personajes sobre en qué lado de la ley se encuentran (recordemos a Denzel Washington como poli corrupto y a su compañero Ethan Hawke como el contrapunto a la balanza), sino por ser personajes con debilidades y dudas sobre si lo que hacen es correcto, y tener cargas familiares unos o estar en vías de encauzar su vida personal otros (hay un momento donde se produce un incendio en una casa donde hay niños y sin dudarlo los protagonistas entran a salvarlos. Una vez fuera, se preguntan si volverían a entrar y la respuesta es clara: no).

"Como Denzel Washington nos putee como putea a Ethan Hawke en Training Day es hombre muerto"

   Eso no evita que cuando se visten de policías y empieza su turno, tengan claro que su misión es proteger las calles y no duden en disparar a quien sea para cumplir su cometido ni meterse en mil y un embrollos, bien sea contra los cárteles de la droga, psicópatas (espeluznante, la escena donde van en socorro de una pareja de polis que han sido atacados por un loco), o padres yonkis que no encuentran a sus hijos porque los han dejado atados en el armario mientras fuman crack. Es posible que Ayer exagere un poco con los peligros ante los que se enfrenta el cuerpo de policía diariamente, ya que si las situaciones de riesgo con las que se enfrentan día a día fuesen tan continuas, dudo mucho que alguien quisiese apuntarse a tal non-stop de refriegas. Aun así le compramos la moto, ya que lo que buscamos en una buena peli de polis son tiros y acción a raudales.

   Sin duda buena parte del éxito de Sin tregua es la pareja protagonista, donde Jake Gyllenhaal y Michael Peña empatizan en seguida con el público, mostrándose al mismo tiempo divertidos, dramáticos y, cuando conviene, extremadamente violentos. En ciertos momentos parecen dos niños grandes cuando conversan en el coche patrulla, pero cambian radicalmente en el momento de ponerse en acción. Podríamos decir que flirtean entre el humor de Superdetective en Hollywood y la violencia y expedición de Tango y Cash.

"Nada de Tango y Cash, nuestra buddy-movie favorita es Colegas a la fuerza"

   De todas formas Sin tregua tiene un punto por donde los más críticos pueden encontrar una vía de ataque: es una película demasiado fascista. ¿Por qué decimos esto? Porque todos los delincuentes contra los que se enfrentan nuestra pareja de polis son negros, mestizos o chicanos. Ningún blanquito es objetivo del punto de mira de las pistolas de nuestros protagonistas. Y además, el vocabulario que utilizan es de lo más selecto: una palabra correcta por cada tres tacos (y no me refiero a los de comida mejicana). Sin tener nada que ver una película con la otra, desde el alegato facha de 300 queno había visto cosa igual. En su descargo hay que decir que Michael Peña es hispano. Sólo hubiese faltado que el compañero de Gyllenhaal fuese un clon de Dolph Lundgren, eso ya hubiese sido la hostia (de todas formas, no nos la cojamos con papel de fumar, porque la mayoría de personajes malvados en las películas de policías no son blancos adinerados de Beverly Hills precisamente...).

   Sin tregua es un retrato crudo de la realidad de las calles y como tal se tiene que entender. Lo que sí que no es tan defendible y, sobre todo poco creíble, es que las bandas de pandilleros se dediquen a grabar sus fechorías mientras se dedican a tirotear a las bandas rivales. Son tributos que se deben pagar para sostener la película como found footage, si no, no se entiende tal estupidez./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Copas de yate
		Recomendada por Kuato a: quien vio Dueños de la calle, con el cara cartón Keanu Reeves. Ayer ha sabido rectificar a tiempo.
		No recomendada por Kuato a: el colectivo inmigrante en los USA. No sale muy bien parado, aunque ya deben estar acostumbrados…
		Ego-Tour de luxe por: el tiroteo final. Cambia radicalmente la sensación de que la película nos vende la moto de que los buenos siempre ganan. Bravo.
		Atmósfera turbínea por: la pelea entre Michael Peña y un negro que le dobla en tamaño y peso. No cuela que le gane ni con cola.

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