GRAND PIANO rueda: El hobbit pianista

Elijah Wood abandona los pies peludos y afina las manos para dar un concierto de Grand Piano

■ RAY ZETA

FESTIVAL DE SITGES, 11/10/2013. Un festival de cine se divide en dos partes: las películas y los invitados, y de ambas depende que sea un éxito. De nada sirve que se proyecten las mejores películas del mercado si luego quien viene a presentarlas es el chico de los cafés, la mujer de la limpieza del plató o la portera del estudio. En un festival de cine, las películas ponen la calidad y los invitados el prestigio, por eso la Organización tiene la obligación de intentar traer el mayor número de estrellas posibles relacionadas con los filmes que se presentan, y por eso el balance final vendrá determinado en gran parte por si lo consigue (mal vamos cuando los invitados que levantan más expectación entre el público e interés en la prensa son personajes mediáticos como Elsa Pataky o Mario Vaquerizo).

En los últimos diez años, por el Festival de Sitges han pasado estrellas del calibre de Jodie Foster, Viggo Mortensen y Vincent Cassel, y directores como David Cronenberg, Paul Verhoeven, Joe Dante, John Landis, James Wan, Terry Gilliam, Guillermo del Toro y Quentin Tarantino. Sus ruedas de prensa son una oportunidad única para ver cómo se mueven, cómo hablan y cómo respiran. ¿Se imaginan a Viggo Mortensen hurgándose la nariz, a Quentin Tarantino eructando, o a Jodie Foster rascándose la entrepierna? Pues eso es con lo que podemos encontrarnos en las ruedas de prensa, únicos momentos de nuestras vidas de simples mortales que podemos compartir espacio con dioses del Olimpo cinematográfico en carne. Y es que la prueba de la rueda no engaña y la estrella queda retratada exactamente como lo que es: un cachondo, un antipático, un fantasma o un chulito, además de llevar plasmado en el rostro las desesperantes patas de gallo, la incipiente calvicie, o la borrachera pillada la noche anterior.

"¡Viva! ¡Este año Belén Rueda no tiene película!"

Esta edición ha tenido la particularidad de no haber sido inaugurada por Belén Rueda (no pongan esa cara, los años de El orfanato, Los ojos de Julia y El cuerpo, lo estuvieron), porque el título que ha sido el afortunado de disponer ese honor ha sido Grand Piano, thriller de producción catalana producido por Rodrigo Cortés, dirigido por Eugenio Mira, y protagonizado por Elijah Wood y John Cusack, los miembros del equipo (a excepción de Cusack) que han venido a presentarlo. Los tres viejos amigos del Festival, ya que tanto Cortés como Mira han ido asistiendo tanto profesionalmente como a título personal (con Emergo y Agnosia respectivamente), y Elijah Wood estuvo sin ir más lejos el año pasado presentando Maniac, con lo que pesenció desde un lugar privilegiado (estaba a su lado) la caída de Ángel Sala, director del Festival, de culo sobre el escenario.

Pese a haber sobrepasado la treintena, Elijah Wood sigue pareciendo un eterno adolescente. Bajito como un hobbit (nunca mejor dicho), con su mochilita y su camisita abrochada hasta el último botón del cuello, parece un niñito de colegio al que su mamá ha peinado con saliva justo antes de salir de casa. Con Grand Piano ya son tres las películas españolas que ha protagonizado (la primera Los crímenes de Oxford en 2007 y la tercera Open Windows este mismo año). Dice ser él quien toca realmente el piano en la película, ya que de jovencito había tomado clases y ahora ha tenido un profesor a su servicio durante el rodaje, aunque en algún plano puntual utilizaran un doble de manos. Se ve buen chaval, muy próximo (no tiene reparos en firmar autógrafos a todo el que se lo pida, el problema es que lo protegen tanto que se lo puede pedir muy poca gente) y muy espontáneo, tanto como para interrumpir una de sus respuestas en plena rueda para interesarse por la camiseta que llevo en la que pone “The Lord of the Drinks” y preguntarme por ella.

"Lástima que no esté Sean Astin para decirle lo de 'tócala otra vez, Sam'"

A Eugenio Mira ya le conocimos cuando vino a presentar Agnosia, y tanto por la rueda de hoy como por la entrevista realizada después, confirmo que continúa con el mismo ímpetu, ilusión y energía que ya mostró hace tres años. Más incluso, pues me confiesa que siente que cada vez le falta menos para lo que él llama la “Fase 2”, o sea tener el control absoluto de sus películas en cuanto a guión, producción y dirección. Antes de meternos en harina con Grand Piano le pregunto por una curiosidad mía: por su afición a imitar a Robert De Niro y su cameo como Robert De Niro de joven en Luces rojas de su amigo Rodrigo Cortés. Y es que desde que descubrió de adolescente su enorme parecido con el actor de Taxi Driver que se ha dedicado a imitarlo hasta convertirse en un experto. Tanto es así, que rodando con J.A. Bayona Lo imposible en Tailandia como director de segunda unidad, se tomó tres días libres sólo para volar hasta Barcelona para rodar su intervención robertdeniriana en Luces rojas, y volver.

Sobre Grand Piano me cuenta que es consciente que posee momentos que resultan inverosímiles, pero por eso mismo hay que verla con el código de una película realizada en los años 40 o 50, de ahí que haya hecho de John Cusack un villano tan exageradamente clásico. También que agradece que lo comparen con Brian De Palma y Alfred Hitchcock, pues es consciente que toda su película es en cierta manera una versión extendida del final de El hombre que sabía demasiado, y que les debe tanto a estos dos directores como a la generación ochentera formada por Steven Spielberg, John Landis, Joe Dante y Robert Zemeckis, lo que él considera su “escuela espiritual”. Y volviendo al personaje de John Cusack… ¿Cómo un villano de sus características tiene tan buena letra? (ya verán qué amenazas tan bien escritas caligráficamente le deja al protagonista). Eugenio Mira se ríe: “Lo escribí yo”, me confiesa, “aunque yo no escriba así; intenté darle una letra entre infantil y femenina, y parece que lo conseguí”. Doy fe de ello. Si alguna vez en la vida un villano me envía amenazas por escrito, quiero que sea John Cusack.