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BLANCANIEVES artículo: Espejitos contra cazadores

Mirror, Mirror VS. La la leyenda del cazador: el Mortal Kombat blancanievero está servido

■ EL HOMBRE DE BOSTON

Blancanieves (Mirror, Mirror) y Blancanieves y la leyenda del cazador. Dos Blancanieves por el precio de una, y encima con apenas un mes de diferencia. El cuento de Blancanieves y los siete enanitos en versión de comedia ligera a mayor gloria de Julia Roberts como vehículo de lucimiento para un público familiar, o en un tono adulto inspirado en El señor de los anillos y Juego de tronos para captar un público menos infantil amante de la literatura de J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis y George R. R. Martin. ¿Lily Collins y Julia Roberts como Blancanieves y madrasta malvada respectivamente… o Kristen Stewart y Charlize Theron en los mismos papeles? Como un combate de lucha libre de pressing catch en equipos de a dos, el Mortal Kombat está servido.

Nosotros lo tenemos claro. La madrastra malvada interpretada por Julia Roberts en Blancanieves (Mirror, Mirror) es una cuarentona de buen ver que haría las delicias de los adictos de las categorías “milf” de las webs porno. Ya saben, esas maduritas buenorras con cuerpos exuberantes que se llevan al huerto al jovenzuelo de turno (si les pone la propuesta y les va el rollito de las enfermeras o las profesoras, imagínensela vestida de reina, corona incluida…). Además es una cachonda de tomo y lomo (tanto en el sentido humorístico como sexual del término), que siempre tiene la frase coñona a punto, y una vacilona de mucho cuidado que vacila por igual a Blancanieves, a su criado o al mismísimo príncipe, a quien quiere pasarse por su real piedra anteponiendo su deseo carnal a los intereses políticos, fundamentados en desposar a un noble ricacho que sacaría al reino de la ruina.

Pero claro, el noble ricacho es un vejestorio decrépito, y en cambio el príncipe un mocetón alto, fuerte y musculado que está como un queso. Vean las expresiones de lascivia de su rostro cada vez que lo observa sin camisa, cómo ataca sin complejos acercándole a su lado durante la cena para dos, y cómo se le insinúa a base indirectas directísimas en sus aposentos en la escena en la que el príncipe se comporta como un cachorro (madre de Dios, si hasta se pone en la cama en unas poses que cualquiera diría que está en la pista central de un Peep Show…). Porque hasta de utilizar artes mágicas como un filtro de amor es capaz con tal de pegarse un revolcón principesco

 

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Milfs VS. Grannies: "dale a tu cuerpo alegría Macarena" contra "antes muerta que sencilla"

 

La reina-bruja-madrasta de Blancanieves y la leyenda del cazador interpretada por Charlize Theron, en cambio, es una vieja revieja que se mantiene con la piel tersa y suave gracias a su magia negra. Pero los hechizos no son eternos, así que de tanto en tanto le aflora la edad real mostrándose tal como es en realidad: una anciana más arrugada que una pasa de vino con dos dátiles por pechos y un estropajo haciendo las veces de salva sea la parte. Lo que en las webs pornos antes citadas categorizarían como una “granny”, vamos, y a nosotros las grannies no nos gustan, antes preferimos las milfs.

Está obsesionada además por la belleza hasta límites enfermizos, lo que la convierte una mujer amargada, sin sentido del humor, y totalmente asexual (no sea que la descompongan de un meneo). Allí donde la Roberts mataría por darle una alegría a su cuerpo macareno aliviándose los picores, la Theron lo rechaza con el mayor de los desprecios. La prueba: tiene la oportunidad de vivir una triunfal noche de amor con el rey, y lo mata antes de consumar. Imperdonable. ¿Y qué rollo extraño se lleva además con su hermano? No lo sabemos, pero huele tanto a quemado como un enano que midiera un metro ochenta.

"Julia Roberts en Mirror, Mirror es una cachonda de tomo y lomo tanto en el sentido humorístico como sexual del término"

En cuanto a lo que las Blancanieves se refiere, la historia es completamente distinta. Lily Collins compone enBlancanieves (Mirror Mirror) una Blancanieves ñoñita y ramplona que cualquiera diría que estamos ante Marisol, Shirley Temple y Renee Zellweger todo en una, desplegando una cadena de mohines azucarados no aptos para espectadores diabéticos. Es el dibujo animado de Disney hecho real, hogareña a más no poder comportándose como una mamita para los enanos. Vean cómo les limpia la casita, les hace sus camitas y les prepara la cenita a base de sus platos favoritos. Sólo le falta mojarse la palma de la mano con saliva para alisarle el cabello a cada uno, e irles dando la bosa de la merienda mientras van saliendo de casa para ir a trabajar.

Y en cuanto a lo de luchar, mejor no hablar. ¿Recuerdan cómo le enseñan los enanos a batirse con una espada? Madre de Dios, ¡si parece una niñita sosteniendo una escoba con la que barrer su casita de muñecas! Tan poca destreza y credibilidad no la encontramos ni con Keira Knightley como reina pirata en Piratas del Caribe, ni Penélope Cruz y Salma Hayek en Bandidas, que ya es decir. Eso sí, lo que es ir vestida de princesita como en el día de su primera comunión, o de reina cisne como si fuera de un momento a otro a arrancarse con una versión Bollywood de la partitura de Tchaikovsky, lo borda. Y no mencionemos su gruesa uniceja que nos retrotrae al personaje paródico del pueblerino con boina que interpretaba Fernando Esteso como cómico en los programas televisivos de la década de los 80.

 

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La ñoñería fifita marisoliana VS. la destreza espadista aragorniana

 

Kristen Stewart en Blancanieves y la leyenda del cazador es el otro extremo. El perfume que usa durante sus más de diez años de reclusión en la torre más alta del castillo es una fórmula exclusiva fabricada a base de mierda de rata, por eso no le importa atravesar los cincuenta metros de alcantarillado con mierda humana hasta la cintura en su fuga. Una Blancanieves, ya lo ven, a la que no se le caen los anillos por arrastrarse ni por las aguas fecales más putrefactas, ni por los pantanos fangosos más nauseabundos, como lo demuestra con su excursión por ellos con el cazador de guía. Una Blancanieves que en vez de jugar a muñequitas con los enanos, los calienta bailando con ellos temas lentos de la época, de esos que se piden en las discotecas con la única intención de arrimar la cebolleta, y que pese a tener dos pretendientes (el cazador y el arquero), se deja querer por ambos sin decidirse por ninguno con toda la frialdad y la solemnidad que requiere la situación.

Una Blancanieves en definitiva, fría, distante y con un par de huevos, que no duda en echarse la responsabilidad del reino a la espalda, arengar a las tropas cual William Wallace con tetas, y embutirse una armadura y cabalgar cual Juana de Arco participando en el ataque al castillo, hasta encontrarse con la reina malvada cara a cara y batirse con ella en un duelo final. ¿Lara Croft? ¿Alice? ¿Mulan? Ná, unas debutantes en el arte de la guerra que no saben hacer la o con un canuto al lado de esta Blancanieves. Porque tal es el valor y la destreza con las armas esgrimido, que de haberse encontrado en la comunidad del anillo como un miembro más del equipo, habría llegado ella solita a Mordor y arrojado el anillo único al Monte del Destino, mientras se habría ido confeccionándose collares con las orejas y los dientes de todos los orcos que se habría ido encontrando por el camino.

Así pues, desde aquí les rogamos a Universal y Relativity Media, que en caso de querer producir una continuación de sus respectivas películas sobre Blancanieves, se fusionen con tal de producir una secuela única con Julia Roberts de madrastra malvada y Kristen Stewart de Blancanieves. El título podría ser “Blancanieves y la leyenda del espejito-espejito” y todos contentos.

 

BLANCANIEVES

 

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