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SITGES 2014 crónica día 5: Niños de papá

Niños de papá

Quinto día: Maps to the Stars; Jamie Marks
is Dead; Goodnight Mommy; How I Live Now

Por Chema Pamundi

 

<La mayoría de mis pases suelen ser en el Auditori, centro neurálgico del actual Festival de Sitges. Sin embargo, a lo largo de la semana y media que dura esto, siempre hay un día o dos en los que el cuadre de películas me lleva de vuelta a los viejos cines Retiro y Prado, y es como si recuperara otro tipo de festival, más gamberro, más canalla, más de género. El público del Retiro y del Prado es tremendamente gritón y fiestero, muchas películas tienen presentaciones previas bastante cachondas (con el escenario lleno de gente), otras tienen animados post-screenings (que básicamente significa que el director o algún actor de la película estarán en el bar anexo al cine, tomando birras, firmando autógrafos y respondiendo a las preguntas de los fans)…

   Así era el grueso del Festival de Sitges hace un par de décadas, antes de que existiera el Auditori, y hace gracia comprobar que parte de ese espíritu improvisado, cercano y festivo sigue vivo aún hoy día. Claro, la otra cara de esa moneda es que los cines Retiro y Prado son antediluvianos, y que clavarse una maratón de tres películas en sus butacas requiere una posterior visita al fisioterapeuta para que te deshaga el nudo marinero de las cervicales, pero ese es otro tema.

   Y por supuesto, el día que se hunda el techo de alguna de estas dos salas no sufras que no pillará debajo a ningún crítico o periodista de un medio importante. Esos sólo se alejan del Auditori lo suficiente para ir al paseo marítimo a comer paellas. Al Retiro y al Prado solo vamos los acreditados de trinchera, los locos de los fanzines, de los blogs y de las webs de cine fantástico. Los que molamos, vaya.

   Vamos con las pelis de hoy:

 

 

Maps to the Stars (David Cronenberg. EE.UU., 2014)

> MAPS TO THE STARS ficha, fotos y tráiler

 

   Me llegué a aburrir tantísimo con Cosmopolis, entré tan poco en el juego que proponía, que el mero hecho de ver a Robert Pattinson de nuevo en el reparto de Maps to the Stars me hacia tener un profundo debate interno sobre si merecía la pena levantarme a las 8:30 de la mañana para clavarme otro coñazo sideral (o al menos esa era la pinta que tenía). Al final, no obstante, un Cronenberg es un Cronenberg, y uno no puede pretender dar una cobertura completa del festival saltándose la nueva película de uno de los directores más grandes que ha dado el fantástico. Así pues, un respeto. Ducha supersónica, sándwich vegetal de camino al Auditori y que sea lo que el Demonio quiera. ¿Resultado? Pues sin tirar cohetes, me ha gustado más de lo que esperaba (que no era mucho). Comparte con Cosmopolis la austeridad formal y el tono cínico, pero es mucho menos opaca, más humana y bastante más divertida.

 

"Convenceremos a David Cronenberg para que titule la peli `El juego de Hollywood 2`"

 

   Maps to the Stars es una película coral que en realidad no tiene guión, son una serie de “momentos” protagonizados por diversos personajes de Hollywood con un punto estrambótico: una actriz en el ocaso de su carrera (Julianne Moore, la mejor como siempre) que busca desesperadamente la oportunidad de volver a primera división interpretando a su madre en la vida real, un actor pre-adolescente de mucho éxito pero enganchado a las drogas, una joven ex-babysitter que tiene cicatrices en todo el cuerpo por haber sido víctima de un incendio, un chófer de limusinas que aspira a ser guionista, un masajista-vendedor de humo (las energías, los chakras y su puta madre) que se forra vendiendo libros de autoayuda … Al igual que en Vidas cruzadas y otros títulos similares, todas estas personas están relacionados de algún modo (la ex-babysitter entra a trabajar como asistenta de la actriz en el ocaso de su carrera, el masajista-vendedor de humo es el padre del actor pre-adolescente, etc), o bien se irán interconectando a lo largo de la película, dando lugar a algunas sorpresas argumentales sobre las que prefiero no hacer spoiler.

   Maps to the Stars ha querido ser vista como una sátira del Hollywood actual, pero a mí me parece demasiado deslabazada y dispersa como para encajar en esa descripción. Es más bien una especie de “culebrón cerebral”, como si David Mammet reinterpretase Santa Bárbara o Melrose Place (ojo, un David Mammet con cierto bloqueo de escritor, dejémoslo claro). Todos los personajes que aparecen son, a su manera, seres humanos deplorables, y todos acabarán recibiendo su merecido en una especie de juicio final kármico que se dispara durante el último tramo de la película. Habrá quien quiera buscarle tres pies al gato diciendo que Maps to the Stars reflexiona sobre la endogamia inherente al ser humano, y tal y cual, pero eso son martingalas. Ni la película dice nada nuevo al respecto, ni lo transmite de una manera especialmente fresca, ni se puede ver como algo más que un divertimento inteligente pero árido, que sigue mostrándonos a un Cronenberg pachucho, visualmente perezoso y temáticamente repetitivo. Sus últimas dos películas adolecen de la misma falta de pasión, de nervio. Algo llamativo en un director cuya filmografía incluye títulos tan viscerales como Cromosoma 3, Videodrome (sí, hace mil años, ya lo sé) o Promesas del Este.

 

 

Sentencia Quaid: Dos Caras Harvey

 

 

 

Jamie Marks is Dead (Carter Smith. EE.UU., 2014)

> JAMIE MARK IS DEAD ficha, fotos y tráiler

 

   Al salir de la proyección de Jamie Marks is Dead, todo el mundo comentaba lo mismo: ¿por qué el Jamie Marks del título (que, en efecto, está muerto) es jodidamente clavado a Harry Potter? No es sólo que el actor que lo interpreta se parezca físicamente a Daniel Radcliffe, sino que pone las mismas caras de susto y hasta le han plantificado el mismo corte de pelo y las mismas gafas. Eso demuestra tres cosas: 1) que no puede tratarse de una coincidencia, ergo el director trataba de decirnos algo; 2) que no lo hemos pillado, y 3) que nos importa bien poquito, porque Jamie Marks is Dead es un coñazo como un castillo.

   A grandes rasgos la cosa va de que el cadáver del tal Jamie, un adolescente en calzoncillos, aparece tirado en un bosque cerca de un río. Jamie no era muy popular en el instituto, casi todos los chicos pasaban de él o lo tenían por un mentecato, pero sus dos únicos amigos, Adam y Morgan (que es una chica, por cierto), quedan muy afectados por la noticia. Al poco tiempo el fantasma de Jamie empieza a hacerles visitas nocturnas a ambos, al principio tímidas pero cada vez más cercanas, atrevidas y duraderas. No es un fantasma de los que dan miedo, de hecho sigue comportándose tal como el muchacho que era en vida, y además es sorprendentemente corpóreo (hasta el punto de que Adam le deja ropa para que se vista y deje de andar por ahí en pelotas). Lo único que quiere Jamie es no estar solo, tener a su alrededor gente que le comprenda y le quiera, esté vivo o muerto. A todo esto Adam y Morgan se enamoran.

 

"¿Yo parecerme a Harry Potter? ¡Naaaaaaaaaah!"

 

   Puede parecer una sinopsis obtusa, pero es que realmente la cosa no tiene mucho más. Hay muchos silencios, escenas con adolescentes hablando sobre la muerte y la soledad, y luego aparecen algunos fantasmas más y hay dos o tres sustitos. También se deja caer sutilmente que Jamie Marks podría ser gay y estar colado por Adam (¿"Brokeback Ghost"?), pero nada de todo esto hace avanzar la acción hacia ninguna parte. Es loable que la película intente evitar derroteros ya muy trillados en el cine de almas en pena, y la fotografía y las interpretaciones de los chavales consiguen ciertos momentos innegablemente atmosféricos, pero en conjunto pesan mucho más los largos trechos en los que la película invita a dormir la siesta.

   El anterior largometraje de Carter Smith fue Las ruinas, desastrosa adaptación de una estupenda novela de terror. "Las ruinas" (el libro) era un ejercicio de estilo en el que el autor tomaba un punto de partida absolutamente ridículo y trataba de narrarlo con toda la verosimilitud posible (y lo conseguía). No deja de ser curioso que Carter Smith no lo viera así y en cambio ahora, con Jamie Marks is Dead haya intentado hacer exactamente eso. En esta ocasión ha salido mejor parado, pero de momento sigue sin ser capaz de aunar concepto y sustancia en una misma película.

 

 

Sentencia Quaid: Congelada en carbonita

 

 

 

Goodnight Mommy (Veronica Franz, Severin Fiala. Austria, 2014)

> GOODNIGHT MOMMY ficha, fotos y tráiler

 

   El relato más inquietante, sádico y enfermo de lo que llevamos de festival no lo han protagonizado zombis, fantasmas, vampiros ni serial-killers, sino los dos niños gemelos que están al frente de la austriaca Goodnight Mommy, desde ya mismo película de culto que resulta igual de buena cuando aplica la contención narrativa en su primera hora de metraje, que cuando se desmelena con unos últimos quince minutos de pesadilla, adquiriendo un tono inmisericorde que recuerda a Funny Games, obra de otro austriaco chalado como Michael Haneke.

   Una casa en medio de la campiña, en pleno verano, rodeada de bosques, maizales y un lago. El lugar ideal para que dos hermanos gemelos de unos nueve años se lo pasen bomba jugando todo el día. Hasta que vuelve a casa su madre, con la cabeza completamente vendada tras haber sido sometida a una operación de cirugía estética. Pero… ¿realmente es su madre? A ojos de los niños, esto está cada vez menos claro. Desde luego es una mujer que se le parece, que habla y se mueve como ella, pero dirían que algo ha cambiado, se comporta de forma extraña. Dicta unas normas inusualmente severas, les castiga sin motivo aparente, está siempre de mal humor. La desconfianza inicial de los dos niños se va tornando paulatinamente en miedo, hasta desembocar en una declarada paranoia: está clarísimo que mamá no es mamá, y van a demostrarlo sea como sea…

 

"Debemos asegurarnos que es nuestra madre y no Carmen de Mairena tras otra cirugía"

 

   No es cuestión ahora de ponerse a citar títulos, pero lo cierto es que los gemelos siempre han dado mucha dentera en el cine. Tienen ese rollo intuitivo entre ellos, casi telepático… les basta una mirada cómplice para sincronizarse y actuar como un único organismo de dos cuerpos y una mente. Las madres, por su parte, no les andan a la zaga como arquetipo perturbador (que se lo pregunten a Norman Bates). En Goodnight Mommy estas dos fuerzas colisionan de frente, y si la película consigue ponerte los nervios de punta es precisamente porque no te deja asideros psicológicos a los que agarrarte, no sabes “con quién ir”. Los dos bandos, madre e hijos, parecen igualmente frágiles e igualmente amenazadores (ella lleva la cara tapada por vendajes, mientras que ellos se la cubren a menudo con máscaras de cartón). Es un juego entre el gato y el ratón en el que no aciertas a saber quién es el gato hasta el despampanante final (al menos a mí ha logrado tenerme todo el rato en ascuas).

   El terror psicológico basado en la atracción-rechazo que generan los lazos materno-filiales (seguramente hay pocas cosas que produzcan mayor miedo que ser odiado por tu madre o por tus hijos) no se puede hacer de manera mucho más sofisticada e inquietante que en Goodnight Mommy. El amor puede ser a veces la más peligrosa de las locuras, y esta película convierte dicha idea en cine fantástico de primer orden.

 

 

Sentencia Quaid: Venus Hall of Fame

 

 

 

How I Live Now (Kevin Macdonald. Gran Bretaña, 2013)

> HOW I LIVE NOW ficha, fotos y tráiler

 

   Muchos de los acreditados con los que hablo me ponen a parir How I Live Now. “un rollo”, “casi no hay tiros” o “menuda ñoñería” son algunos de los comentarios que escucho. A mí, qué quieren que les diga, me parece injusto criticar a una película por lo que no intenta ser; y pese a su trama sobre teenagers en un entorno post-apocalíptico, How I Live Now no intenta ser un filme de acción estilo Los juegos del hambre o Mañana, cuando la guerra empiece. Tampoco es una versión de La carretera para todos los públicos. Es sobre todo un melodrama romántico con toquecitos de survival movie; y como tal, está muy bien armado y tiene carisma suficiente como para hacer las delicias del público al cual va dirigido: niñas de entre 13 y 17 años a las que empieza a picarles el horcate, y que se han creído a pies juntillas todos los tópicos del amor eterno. Ellas también tienen derecho a ir al cine y encontrarse películas de su perfil, así que en vez de ponernos cínicos dejémoslas disfrutar.

   Daisy es una chica norteamericana de unos 16 años bastante borde a la que su padre manda a vivir a la granja de su tía, en la campiña inglesa. A ella no le hace ni puñetera gracia tanta vaca y tanto árbol, y no tiene la menor intención de congeniar con los hijos de su tía. Sin embargo las hormonas hacen su trabajo y no tarda en colarse por el mayor de ellos, Edmund, que es más o menos de su edad. En éstas andamos cuando estalla la tercera guerra mundial (o algo así, porque lo único que deja claro la película es que algún tipo de ejército enemigo ha invadido el país), y el grupo de niños/adolescentes se queda aislado en la granja sin ningún adulto para cuidarles, mientras a su alrededor el mundo entra en estado de ley marcial. Si Daisy y sus amigos quieren seguir vivos, van a tener que hacerse adultos de golpe.

 

"Desde aquí reto a Jennifer Lawrence a un combate de lucha en barro cuando quiera"

 

   How I Live Now tiene dos partes bien diferenciadas. La primera es pura construcción dramática, mientras vemos a Daisy intentar adaptarse a su nueva vida y hacer migas (muy a desgana) con los demás chavales. Todos los personajes están bien dibujados y te calan (la niña pequeña, especialmente, es un bicharraco y una robaplanos del copón), de modo que ves venir que te van a hacer padecer cuando las cosas se pongan feas. En la segunda parte empiezan a caer las bombas, los niños quedan separados unos de otros por vicisitudes de la guerra, y en efecto, lo pasas mal. O sea, punto para la peli.

   La protagonista Saoirse Ronan interpreta de manera creíble su transición de pija gilipollas a superviviente corajuda, y Kevin MacDonald lo dirige todo sin aspavientos pero con seguridad, acertando al adoptar la perspectiva de los niños (el conflicto bélico es un ruido de fondo muy abstracto), evitando caer en algunas trampas sensibleras y poniéndose duro cuando toca, sin recrearse en la violencia pero sin edulcorarla tampoco. How I Live Now es un intento la mar de digno de entretener e inculcar valores morales a esa audiencia adolescente que nunca mira telediarios./>

 

 

Sentencia Quaid: Copas de yate

 

 

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