LA GRAN ESTAFA AMERICANA crítica: Entre timadores anda el juego

Entre timadores anda el juego

Christian Bale sale calvo, barbudo y barrigudo como
Tom Cruise en Tropic Thunder. ¿Se lo van a perder?

Por Sapo

<Hay muchas formas de empezar una película pero los cánones indican que sólo sirven aquellas que atrapan la atención del espectador. Hay muchas formas de atrapar la atención del espectador pero ningún canon indicaría que fuera mostrando una enorme barriga cervecera y una imparable calva, difícilmente disimulable por bisoñé alguno. Pero precisamente es así como empieza La gran estafa americana, que se inspira en un caso real de corrupción política y empresarial de la Costa Este a mediados de los años 70. ¡Y vaya si ese inicio atrapa! Tanto que te tiene pillado por los genitales durante las más de dos horas que dura la cinta.

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A partir de un guión bien armado, donde la mayor parte de los personajes muestra matices claros y oscuros en su personalidad, se ha logrado una gran producción sustentada en la espléndida interpretación de los actores, tanto principales como secundarios, y en la perfecta recreación de los años 70 en Nueva Jersey. Fantástico Christian Bale, físicamente irreconocible, se muestra como una persona ambivalente tan capaz de aprovecharse de la desesperación de la gente para timarlos sin escrúpulos como responsable cabeza de familia a pesar de la inestabilidad emocional de su mujer, una convincente y neumática Jennifer Lawrence. Por otra parte, Amy Adams la perfecta partenaire del timador, hipnotiza por su poder de seducción y elegancia de movimientos. Uno de los seducidos es el agente del FBI que compone un notable Bradley Cooper al que su patética ambición suicida logra poner coto a la corrupción a base de auto-destruir su carrera profesional.

"La gran estafa americana te tiene pillado por los genitales durante las más de dos horas que dura la cinta"

Una mención especial requiere la puesta en escena, con una forma de introducir a los personajes muy moderna visualmente y contada por ellos mismos. También la recreación de ambientes como la tintorería, los apartamentos y hoteles, la discoteca están muy logrados. El vestuario es horteramente perfecto y la banda sonora es brutal. Además la película nos proporciona elementos muy atractivos. Por ejemplo la relación entre los agentes del FBI, el novato ambicioso que ve cómo su jefe veterano y burocratizado le obstruye el camino hacia el éxito. Al final, la conclusión es que hay que arriesgarse para triunfar, pero si se saltan todos los controles de prudencia se suele acabar trasquilado. Otro sería comprobar cómo los medios técnicos de espionaje y seguimiento de los 70 nada tienen que ver con los sofisticados actuales salvo quizás los que se han usado recientemente en el florero del reservado de un conocido restaurante de Barcelona.

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También, una escena hilarante para enmarcar es la del cameo de un envejecido Robert de Niro, como resucitado de Casino, con el elenco de timadores arropando a un supuesto jeque árabe de origen chicano dispuesto a invertir petrodólares en el negocio del juego. Por último, la fantástica composición de Jeremy Renner del alcalde de Nueva Jersey al frente de una familia numerosa de lo más pintoresca. Típico producto del hombre hecho a sí mismo que gobierna en plan paternalista apoyado en el clientelismo más obsceno pero al que no se le puede negar un trasfondo de buena intención. La gran estafa americana construye un estimable fresco de cómo el engaño subyace en lo más profundo de las relaciones humanas. Tanto es así que para vencer al engaño hay quien piensa que el único camino es engañando más y mejor./>

INFORME VENUSVILLE

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		Recomendada por Kuato a: los que siguen a Christian Bale por sus dotes de actor y no por su físico.

		No recomendada por Kuato a: los que se pierden en las películas muy corales en que los personajes se agolpan en la trama.

		Ego-Tour de luxe por: la colección de escotes de vértigo de Amy Adams, arma de destrucción masiva de la voluntad masculina.

		Atmósfera turbínea por: la imagen de Bradley Cooper con la cabeza coronada por pequeños bigudíes formateando su pelo de liso a rizado.