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SITGES 2020 crónica 1: El año que vivimos peligrosamente

Peninsula; Vicious Fun; Amulet; Archenemy

CHEMA PAMUNDI

Venga, que ya está en marcha la edición 53 del Festival de Sitges, sin duda la más atípica y complicada de su historia. Aquí hemos tenido desde aguaceros hasta apagones de luz, pasando por proyecciones denunciadas ante la justicia, pero claramente faltaba tematizar el evento con una pandemia mundial. Va a ser complicado, a lo largo de estas crónicas, evitar las comparaciones chistosas entre el devenir del festival y las películas de apocalipsis zombies, y ya anuncio desde ahora que fracasaré en el intento. Pero vamos, si me pongo muy pesado al respecto no se corten en decírmelo.

Durante semanas tuve ciertas dudas sobre si venir o no este año. No solo por consideraciones de salud sino por la propia incomodidad y el caos que, me temía, podían acabar apoderándose de un evento que ya sin restricciones sanitarias es complicado de cubrir a razón de una crónica cada uno o dos días. Sin embargo, mi conclusión fue que si ha habido alguna edición de Sitges que merezca la pena vivir en directo, por ser diferente a cualquier otra, es justamente ésta. Además, el festival se merece ver recompensado el esfuerzo que ha hecho por tirar adelante en medio de esta situación de mierda. Mientras Sitges aguante el tipo, nosotros no le podemos fallar.

 

Sitges pelado versión pandémica

 

De momento, tras dos días de mandanga esto es lo que puedo contar sobre la “nueva normalidad” que tenemos por aquí: el aspecto en torno al Auditori es pelado pelado. Ni carpa FNAC, ni carteles gigantes, ni nada. Se mantiene, eso sí, el tenderete de los bocadillos, que siguen siendo más terroríficos que muchas de las pelis que estamos viendo (ayer estaba sin nada para cenar y no tuve otro remedio que pedirme uno de pollo y cheddar, y madre De Dios qué engrudo...). La sala de prensa ha desaparecido, siendo sustituida por un mini tenderete/punto de información en el que recoger la acreditación y poco más. Las entradas de público son estrictamente numeradas (algo que, dicho sea de paso, debería ser así siempre, no solo en época de coronavirus), mientras que los acreditados de prensa tenemos zonas acotadas en todas las salas (en el Auditori nos mandan a un lateral, en el Retiro al anfiteatro, en la Tramuntana a las filas delanteras...).

Hay una hora de tiempo muerto entre sesión y sesión para poder desinfectar y ventilar la sala. Lo de las butacas una sí/una no para mantener distancia de seguridad va un poco al gusto (la gente se sienta donde puede, sobre todo si entra con la sesión ya comenzada). Dentro de esto, de momento el festival ha arrancado con normalidad, si bien con mucho menos público del habitual y con la sensación, inevitable, de que cada día estamos tirando los dados y en cualquier momento puede haber un brotecillo que nos mande a todos para casa. Ah, y Carlos Pumares TAMBIÉN HA VENIDO (la verdad es que el tema me tenía en ascuas). No se me ocurre mayor garantía de que, pese al marrón que nos rodea, en Sitges todo está bajo control.

Pues hala, al turrón. La primera selección venusvillera de películas vistas en Sitges 2020 es la siguiente:

 

 

PENÍNSULA (Yeon Sang-ho, Corea del Sur, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

Oye, pues si a estas alturas del invento toca seguir viendo una y otra vez las mismas pelis de horda de zombies vs. grupo de personajes disfuncionales que intentan sobrevivir a toda costa, al menos que sean tan entretenidas como Península, la esperada secuela del éxito coreano de 2016 Tren a Busan, a cargo del mismo tándem de director y guionista, Yeon Sang-ho y Park Joo-Suk. Ambos tenían un listón complicado de igualar (Tren a Busan fue un éxito de público y crítica bastante notable), y da cierta sensación de que no han hecho ni siquiera el intento, prefiriendo en su lugar facturar un blockbuster que juegue sobre seguro.

Península establece un ritmo frenético ya desde su introducción, retomando la acción más o menos por donde la dejaba su predecesora pero en otra zona de Corea del Sur y con otros personajes distintos (los de Tren a Busan no acababan para muchos trotes). Tras un prólogo diseñado con la única intención dar al protagonista una adecuada dosis de remordimientos que poder purgar durante el resto de la cinta, la acción avanza cuatro años en el futuro: Corea del Sur está totalmente infestada de no muertos hasta el punto de haber sido aislada militarmente por la comunidad internacional.

 

"¿Alguien sabe cómo se dice 'serpiente' en coreano?

 

El prota es ahora un refugiado que malvive en Hong Kong, y que será contratado por la mafia para colarse de tapadillo en su península natal (junto a otros dos o tres pobres diablos como él), a fin de localizar y traer de vuelta un camión que se quedó ahí tirado, con el tráiler lleno de dinero; y bueno, un par de explicaciones cortas para plantear la aventura, un viaje clandestino en barco hasta la costa, y a rodar. Nada de lo que ocurre a partir de ahí tiene puñetero sentido, ya, pero, ¿y qué?

Se agradece que Península tire más de referentes punkarras, como Mad Max o 1997: Rescate en Nueva York, que de las ya sobadísimas variantes de El amanecer de los muertos. El entorno que establece es molón (la ciudad de Incheon convertida en una masa de ruinas tomadas por igual por los zombis y por bandas paramilitares de supervivientes), y el director le sabe sacar partido mediante largas persecuciones automovilísticas por unos decorados urbanos carbonizados pero efectivos, con mucho plano general de las calles arrasadas. Lamentablemente no tiene el mismo éxito desarrollando personajes, o sea no sabe volver a hacer lo que sí hizo bien en Tren a Busan (a pesar de que vuelve a jugar casi las mismas cartas: el héroe forzoso, la madre coraje, el amigo sacrificado...), y entre eso y un final lacrimógeno estiradísimo, se queda en un mata-hambres que no hace historia pero divierte. Suficiente para empezar el festival de manera amable.

 

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

 

 

VICIOUS FUN (Cody Calahan, Canadá, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

En plena década de los ochenta (o, más bien, en una versión fake de los años ochenta, incluyendo detalles como que en los bares de copas suenen Drab Majesty en lugar de auténticas bandas de la época), un aficionado al cine de terror con el aspecto de Marty McFly en versión Aliexpress, se verá accidentalmente metido en un grupo de terapia para asesinos en serie clavaditos a los de las pelis que tanto le gustan. Claro, cuando al que persiguen con un machete es a ti, la cosa ya no mola tanto.

La premisa de Vicious Fun es chisposa, aunque en realidad la película no haga nada especialmente llamativo ni rompedor con ella. Se limita a facturar una comedia de terror meta-referencial, en la que la parte de comedia, sin tirar cohetes, funciona bastante mejor que la de terror. Sus gags no son precisamente elaborados (el protagonista vomitando a traición y cosas así) pero entran bien y los actores se creen lo que están haciendo. Destacan sobre el resto Ari Millen y Julian Richings, interpretando a dos de los psicópatas que a ratos parecen ser dos versiones distintas del Joker.

 

"Ahora es cuando compruebo que Doc existe en el año 1955"

 

Posiblemente a Vicious Fun se le acabe el fuelle antes de tiempo (el tramo final está alargado sin necesidad) y dependa demasiado del efecto sorpresa, con lo cual resistirá los revisionados tirando a mal, pero aquí cabe aplicar esa máxima de “Más vale caer en gracia que ser gracioso”, y lo cierto es que cae simpática. Una de esas películas que ves y olvidas, pero que nunca sobran en Sitges.

 

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

 

 

AMULET (Romola Garai, Reino Unido, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

Amulet forma parte de esa nueva hornada de cine de “post-terror” en la que militan Jordan Peele, Ari Aster o Robert Eggers, y que está intentando en cierto modo que el género se psicoanalice y se renueve, rescatando herencias estilísticas y narrativas que aún funcionen (por algún motivo, casi todas las películas de estos directores me recuerdan a La semilla del diablo), y descartando otras que a día de hoy empiezan a oler a cuco (el sexismo galopante, la falta de profundidad de los personajes...). La intención, parece ser, es elevar el cine de miedo hasta convertirlo en algo que sirva no solo para asustarse sino para reflexionar sobre la condición humana. Hay a quien esta corriente le parece la monda y hay a quien le resulta insufriblemente pedante (porque lo cierto es que el buen cine de género siempre ha tenido un fuerte contenido social y psicológico). Personalmente, lo que más me interesa de ella es que genere buenas películas; y Amulet, el debut tras la cámara de la hasta ahora actriz Romola Garai, lo es.

Tomaz es un ex-soldado de algún país indeterminado de la Europa del Este que, tras una guerra civil, ha acabado malviviendo en Londres al borde de la miseria y plagado de traumas que le obligan a atarse las manos cada noche antes de dormir para evitar autolesionarse en sueños. En su momento de mayor desesperación vital, aparecerá como surgida de la nada una monja dispuesta a ayudarle (Imelda Staunton, que desde el primer plano en que aparece ya pinta a tener un gato escondido), colocándole como albañil a tiempo completo en la destartalada casa de una chica, también inmigrante, que está cuidando de su madre enferma. La madre está encerrada en el ático y se pasa el día gritando de dolor, las cañerías de la casa hacen correr un agua negra y pastosa, y toda la casa está llena de objetos del anterior dueño, que un buen día desapareció sin más; y bueno, con todo este panorama Tomaz parece ser el único en no darse cuenta de que está metido de lleno en una película de terror.

 

"¿Cómo que peli de terror? Yo creía que estaba en un drama denuncia de Ken Loach"

 

Amulet, filme lento y contemplativo (a ratos demasiado), mezcla con una naturalidad y una elegancia notables el terror gótico de casas encantadas y la violencia machista, evitando los discursos de brocha gorda. Solo se desmelena un poco al final, porque esto no deja de ser cine de género y hay que cumplir con ciertas convenciones para dejar al espectador contento (explicar en detalle lo que está ocurriendo, mostrar el mal de manera explícita, resolver la historia como una moraleja...). Es lo mismo que ocurría al final de La bruja o Hereditary, dos películas con las que Amulet busca compararse. Eso es, quizás, lo que la separa de la nota perfecta: que está tan pendiente del mensaje de fondo que, cuando intenta horripilarnos (lo cual también es importante), parece que lo haga por obligación. Aún así, notable.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

ARCHENEMY (Adam Egypy Mortimer, EUA, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

Un adolescente que quiere triunfar como generador de contenido en redes sociales empieza a seguir y a grabar en vídeo a “Max Fist”, un sin techo (interpretado por Joe Manganiello), que afirma ser un superhéroe todopoderoso venido de la ciudad-planeta Chromium, en otra dimensión. Por supuesto nadie le cree, y según él esto es porque, al llegar a nuestro mundo atravesando el espacio tiempo, perdió todos sus poderes. Hay bastantes números de que Max no sea más que un simple chiflado, pero vete a saber; porque el caso es que, cuando unos mafiosos empiecen a perseguir al adolescente y a su hermana para recuperar un montón de dinero que les han robado, el tipo se convertirá en un vigilante protector que suplirá su imposibilidad de volar y tirar rayos repartiendo hostias y tiros a bocajarro, con una contundencia que ni Charles Bronson.

Parecía que Archenemy iba a confirmar las buenas vibraciones que el director Adam Egypt Mortimer dejó el año pasado con su obra de debut, Daniel Isn’t Real. A priori había mucho en común entre ambas películas: mismo énfasis en deconstruir un subgénero canónico para mostrarlo desde una óptica nueva (en aquel caso era el terror psicológico, en este los superhéroes y los justicieros urbanos ultraviolentos), misma riqueza visual con pocos medios, similar gusto por aderezarlo todo con toquecitos de humor chisposo... Sin embargo, el mix entre El rey pescador y El protegido que nos ha propuesto en esta ocasión no acaba de cuajar, y supone la primera decepción importante de Sitges 2020.

 

"Si Will Smith triunfó como superhéroe borrachuzo en Hancock, yo también puedo"

 

Hay que reconocer que lo intenta, y que resuelve con ocurrencia el jaque de explicar una historia de superhéroes sin apenas presupuesto para efectos especiales. Lo hace utilizando escenas de animación estilo comic-book que ilustran los flashbacks explicativos del protagonista, y eso le sale más o menos bien (son animaciones sencillas, incluso feúchas, pero cumplen su cometido). Por desgracia, lo hace también planteando una trama mafiosa de lo más plana, tópica y desustanciada, apenas una excusa para que Joe Manganiello pueda ponerse a hacer el cafre.

Un Manganiello espectacular, por cierto, que reclama todo el interés de la película con una interpretación igual de intensa cuando se lamenta por haber quedado reducido a un ex-Superman de marca blanca que cuando se pone todo loco a romper cuellos como una fuerza de la naturaleza. El problema es que el resto de personajes no le acompaña. Ni los dos adolescentes ni la galería entera de villanos tienen el menor interés, lo cual abunda en la sensación de que Archenemy es una idea con potencial pero mediocremente desarrollada.

 

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

 

SITGES 2020

 

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