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SITGES 2020 crónica 3: Como en casa en ningún sitio

The Stylist; The Owners; Rent-A-Pal; Becky

CHEMA PAMUNDI

Bueno, pues hemos pasado la prueba del fin de semana y el lunes festivo con una afluencia de público bastante maja, lo cual nos quita en parte la incómoda sensación que tuvimos los primeros días, en el sentido de que esto parecía una especie de ensayo general del Festival de Sitges. Hoy me he dormido cuando tenía planeado ir a la sesión matinal de 12 Hour Shift y he comprobado, con una mezcla de fastidio y alegría, que me voy a quedar sin verla porque las entradas para las demás sesiones están ya agotadas. Mala noticia para mí, pero buenísima para las constantes vitales del certamen.

En cuanto a invitados, de momento el único tumulto lo ha provocado el photocall + rueda de prensa de Mario Casas, que venía a presentar No matarás, un violento thriller con el que dice querer salir de su zona de confort (igual se refiere a que va a tomar clases de dicción, porque lo que es en la peli hace más o menos lo de siempre). Es curioso que actividades complementarias del festival como ruedas de prensa o mesas redondas, que según dijo hace solo un par de años el propio director Ángel Sala “había que replantearse”, porque no despertaban el suficiente interés (salvo excepciones de postín como la del propio Mario Casas), estén siendo en cierto modo reivindicadas en esta edición. Cualquier cosa vale con tal de que Sitges 2020 nos parezca un Sitges normal.

De hecho, está siendo un Sitges bastante normal, dentro de todo. Los síntomas de que la industria anda medio paralizada son evidentes (la cantidad de producciones de bajo coste que estamos viendo, con apenas tres actores en un decorado único, es muy superior a la de otros años; y las cinematografías asiáticas están teniendo una representación testimonial), pero aún ha habido suficiente cosecha como para salvar los muebles. La edición del festival por la que hay más preocupación entre los acreditados y profesionales del sector con los que vamos hablando entre proyecciones no es esta del 2020, sino la del 2021.

Y tras este halagüeño prólogo, hablemos un poco de películas:

 

 

THE STYLIST (Jill Gevargizian, EUA, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

En The Stylist tenemos a Claire, una peluquera de infancia traumática y nula autoestima, que compensa semejante cuadro digno del Arkham Asylum matando a clientas y coleccionando sus cueros cabelludos, que de vez en cuando se pone a modo de peluca para ver si, pareciéndose a ellas en lo físico, se le contagia algo de la intensa vida social que tenían, y de la que ella carece por completo (con lo fácil que es hacerse una cuenta de Tinder para conocer gente, mira que a los psicópatas les gusta complicarse la existencia). Su mundo ordenado y pequeñito se pondrá patas arriba cuando una de tales clientas le pida que sea su peluquera de boda, a raíz de ello empiecen a hacer buenas migas y Claire confunda la situación con los prolegómenos de algo más intenso.

Por una vez, una película basada en un cortometraje no da la sensación de haber tenido que ser estirada artificialmente para llenar 90 minutos sino todo lo contrario: los 90 minutos están tan bien llenados que parece evidente que el cortometraje ya fue escrito en su día como mero prólogo de algo con más enjundia (de hecho, lo que se narraba en dicho corto equivale únicamente a los primeros 10 minutos de la película).

 

"Para Reyes me pido el kit de peluquería de la Srta. Pepis"

 

The Stylist es una pieza pura del subgénero “slasher con remordimientos”. Es cierto que todo lo que va ocurriendo se ve venir bastante (su germen dramático recuerda poderosamente al remake de Maniac de 2012, protagonizado por Elijah Wood), y que a ratos no acabas de entender cuál es exactamente el patrón homicida de Claire (que tan pronto mata a tías de su entorno cercano, como se encapricha de la primera desconocida que se le pone a tiro). Pero nada de eso supone un problema porque se da por supuesto que esto es un cuentecillo de terror, cuya ejecución de corte clásico es como los guisos de tu abuela, que nunca fallan.

The Stylist tiene buen ritmo, buena puesta en escena, la ración justa de sanguinolencias (un par de arranques de cuero cabelludo majos majos) y un personaje central que da una medida muy equilibrada entre repulsión y compasión, gracias sobre todo a la finísima interpretación de Najarra Townsend, que hace algunos años ya nos puso los pelos de punta con la enfermiza Contracted. Le da la réplica como novia necesitada de estilismos Brea Grant, a la que hoy mismo hemos visto protagonizando la infame Lucky y algunos volverán a ver en 12 Hour Shift (completando así un triplete sitgero bastante sorprendente porque es una actriz con la que, sinceramente, tampoco hay para tanto). En resumidas cuentas, muy disfrutable. Ah, y la escena final es gloriosa.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

THE OWNERS (Julius Berg, EUA, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Un grupito de “chavs” que malviven en un pueblo de la campiña inglesa (la cara más conocida entre ellos, y que a la postre se convierte en protagonista de la película, es la de Maisie Williams, la Arya de Juego de Tronos), se cuelan en la casa de un matrimonio de ancianos adinerados, mientras estos están ausentes, para cometer lo que consideran un robo fácil y suculento que les permita empezar una nueva vida lejos de allí. Sin embargo, los dos abuelos volverán antes de lo previsto y el golpe se descontrolará hasta convertirse en una noche infernal en la que nadie resultará ser lo que parece.

Tengo bastante claro en qué momento tendrían que haber echado el freno los guionistas de The Owners para evitar que, lo que empieza como un improvisado “home invasion” bastante inquietante, que transmite verdadera sensación de peligro, acabe mutando en una idiotez involuntariamente autoparódica. Dicho momento implica un golpe de martillo pilón en la cabeza de alguien y provoca un giro de calcetín de la trama, que básicamente se va a la mierda. Hace algunos años la película No respires hizo algo parecido, pero lo hacía notablemente mejor que aquí.

 

"¿Es esto el casting de Trainspotting 3?"

 

Y mira que The Owners tenía elementos para funcionar: un buen planteamiento, un reparto talentoso, una puesta en escena que podía dar mucho juego (la laberíntica casa donde tiene lugar la acción) y una sana voluntad de mantener la mala baba hasta el final sin dar el brazo a torcer. Pero todo eso está puesto al servicio de una historia llena de trucos deshonestos, y narrada con un tono confuso, que pasa del realismo al tebeo con demasiada brusquedad. Quizás sea porque, precisamente, The Owners adapta el tebeo francés “Une Nuit de Pleine Lune”; en todo caso, lo que funciona en viñetas no tiene por qué hacerlo tal cual en pantalla, y la verdad es que vista la película no te entran muchas ganas de leerte el cómic.

 

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

 

 

RENT-A-PAL (Jon Stevenson, EUA, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

David es un cuarentón bonachón que vive cuidando a su madre, mujer absolutamente senil para la que es poco menos que invisible. David se siente más solo que la una menos cuarto, y no le sirve de ningún consuelo su suscripción a una pintoresca agencia de citas por VHS, en la que cada suscriptor graba un vídeo corto de sí mismo y luego se mira los vídeos de los demás, a ver si en alguno de ellos encuentra a su media naranja (como un Tinder antediluviano, sí). Hasta que un día, en la sección de ofertas de la agencia, David encuentra un VHS en el que aparece Adam, un tipo sonriente y encorbatado que ofrece amistad y buen rollo a cambio de nada. La cinta es simplemente eso: Adam sentado en una butaca sacándote temas de conversación, haciendo preguntas a la pantalla, dejando espacios de silencio para que respondas y a continuación retomando la charla con algún comentario genérico, que encaja bien con lo que sea que hayas dicho. Es una pantomima, claro, pero Adam SE LA CURRA (ejemplo: junto a la butaca tiene un teléfono, y cuando suena de repente no lo contesta, sino que se disculpa contigo por la interrupción y te pide que por favor sigas hablándole). David, un tipo tan absolutamente roto por dentro que ni siquiera se da cuenta, acaba de encontrar justo al amigo que creía necesitar.

Una de las cosas que nos deja impepinablemente cada edición del Festival de Sitges son villanos memorables, y me atrevería a decir que el ganador de este año va a ser Adam, el “colega perfecto” en formato VHS al que encarna de manera magistral Will Wheaton en Rent-A-Pal. Adam no hace otra cosa que hablar a David desde la tele, diciendo siempre las mismas cosas. Pero David llega a desarrollar tal dependencia del asunto que acabará por memorizar la cinta, perfeccionando así las conversaciones y sabiendo exactamente qué fragmentos poner según lo que necesite explicar y lo que necesite que Adam le conteste.

 

"Es la última vez que contrato el paquete fútbol sin saber si entra la Champions"

 

Rent-A-Pal está ambientada en 1990 pero esa distancia no le impide tocar con una crueldad demoledora temas tan actuales como el germen incel, la naturaleza impostada de las relaciones virtuales y la cultura del odio en internet (las interacciones con Adam se van volviendo más y más jodidas a medida que a David se le cae el mundo encima). Es de esas películas que te ponen un nudo en el estómago y te lo van retorciendo sin compasión, porque incluso cuando parece haber un respiro para David (que es básicamente una buena persona en una situación de la que es imposible salir con un solo tornillo bien ajustado), tienes el pálpito de que está a cinco minutos de que las cosas se le vuelvan a ir a la mierda, de sufrir el enésimo sartenazo, el que le haga por fin romperse. Rent-A-Pal se parece un poco a Joker, con la diferencia de que su protagonista genera genuina empatía, no solo monstruosidad. A la película le sobran claramente los cinco últimos minutos, un topiquísimo clímax de terror que traiciona la originalidad del resto de la propuesta, pero eso se puede solucionar fácilmente... parando antes la cinta.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

BECKY (Jon Stevenson, EUA, 2020)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

 

Becky es una preadolescente de 13 años que está en fase de “odio a todo el mundo”, después de que su madre haya muerto debido a una larga enfermedad y su padre haya iniciado una nueva relación con una mujer que tiene un niño pequeño. Los cuatro se han reunido para pasar unos días de vacaciones en una casa junto a un lago rodeado de bosques, pero al poco de llegar son asaltados por un grupo de convictos fugados, extremadamente peligrosos, que al parecer andan buscando algo que hay escondido en la casa. Cuando los asaltantes empiecen a ponerse ultraviolentos con la familia, descubrirán que Becky es una mala bestia, una especie de John Rambo de tamaño junior a la que no deberían haber subestimado.

Una vez que Becky se haya estrenado en cines o en plataformas digitales, vamos a escuchar muchas veces que es una versión gore de Solo en casa; y sí, desde luego esa es una descripción bastante aproximada. Hasta el punto de que, si le quitases dichos momentos gore y cambiases a la niña titular por una veinteañera (por decir algo), la película se quedaría en una absoluta nada, en un thriller de dirección mediocrísima y guion formulaico (adivinar el orden palmatorio de los malos tiene tan poco mérito que no da derecho ni a chupito), que solo sabe ganarse a la audiencia por la vía de la provocación de chichinabo: los excesos de casquería festiva (uno de los villanos usando un cuchillo de cocina para cortarse un ojo que le ha quedado colgando), y el uso de ciertos rasgos icónicos en el dibujo de la niña asesina que recuerdan a la Hit Girl de Kick Ass (antes de matar se pone un gorro de lana con forma de orejas de ardilla, o se fabrica armas punzantes con una regla escolar y un montón de lápices unidos con cinta aislante).

 

"Soy la Rambo pre-adolescente versión Solo en casa"

 

Aparte de eso, no obstante, la propia Becky es un personaje plano y sin gracia, justificado a base de flashbacks ramplones de su madre en el hospital mientras ella la abraza o toca la guitarra. Nos lo pasamos bien contemplando cómo le monta una trampa de clavos a uno de los malos o cómo atropella a otro con una trilladora, pero ella en sí nos la trae al fresco. En realidad lo único rescatable de toda la función es el actor Kevin James, al que estamos acostumbrados a ver en comedias familiares como Niños grandes o Zooloco y que aquí compone al jefe de la banda, un hijo de puta ario que tiene un par de escenas de bastante mérito interpretativo. Lástima que haya elegido destapar su talento dramático en una película que no le merece.

 

Venusentencia: Congelada en carbonita

INF VNV 2

 

SITGES 2020

 

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