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SITGES 2023 crónica 6: Polvo de estrellas

The Primevals; Les chambres rouges; Raging Grace; Blood

CHEMA PAMUNDI

Ha fallecido Carlos Pumares. Se hace difícil imaginar un crítico de cine más histórico del festival de Sitges, por lo que la casualidad de que su deceso haya tenido lugar justamente en estas fechas puede servir como una forma improvisada de homenaje. Durante más de una década coincidí con él en las colas y los pases del Auditori (no se despegaba del Hotel Melià ni con avisos de incendio), y durante años escribí en estas crónicas acerca de las anécdotas impagables que generaba. Hasta que hace algunos dejé de hacerlo, porque le veía ya muy mayor y no quería dar la impresión de estar burlándome de él. Luego, desde 2021, dejó de venir por completo a Sitges.

Por triste que sea la noticia, y por larga y memorable que haya sido la trayectoria de Pumares como crítico, yo prefiero recordarlo justamente por esas anécdotas que lo convertían en el personaje más pintoresco del festival. El único capaz de pegarle gritos a Ángel Sala durante una presentación en el Auditori para quejarse de que las películas empezasen con retraso, o de reclamar la butaca lateral donde siempre solía sentarse como si la tuviera arrendada. Nunca le he visto una mirada más desconcertada que el día en que no logró desalojar de ella al espectador que se le había adelantado (“¡Ésta es mía! ¡Ésta es mía!”) y tuvo que sentarse en otro sitio.

Pero, más allá de todos esos momentos estrafalarios, a Carlos Pumares se le recordará en Sitges por haber sido el crítico cinematográfico de primera línea que más ha defendido al festival, entendiendo perfectamente su raigambre popular que genera cercanía entre los invitados y el público, y por ello comparándolo positivamente con la pomposidad elitista de Venecia o Cannes (cada año comento lo mismo porque cada año ocurre: el otro día, en el pase matinal de Pobres criaturas en el Auditori se me sentó al lado Toby Poser, una de las integrantes del colectivo The Adams Family que en esta edición de Sitges ha venido a presentar la película Where the Devil Roams). Por ello, vuelvo a decir algo que ya propuse en su día, y que nunca he dicho en broma: un recordatorio fantástico para Carlos Pumares sería colocar una placa con su nombre en la trasera de “su” butaca. La butaca Pumares.

 

Carlos Pumares, in memoriam

 

THE PRIMEVALS (David Allen, EUA, 2023)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Después de que unos sherpas se enfrenten a un agresivo monstruo gigante que anda como un yeti, ruge como un yeti, reparte hostias como un yeti y en general muy raro sería que no fuera un yeti, un equipo de científicos de una universidad, liderados por la Dra. Collier y acompañados del rudo cazador Rondo Montana, se van de expedición al Himalaya a echar un ojo al asunto. Para su sorpresa, descubren mucho más de lo que esperaban: civilizaciones milenarias, reptilianos, platillos volantes y la de Dios es pulp.

The Primevals ha sido un proyecto maldito hasta hace muy poco, y su desarrollo hasta que ha podido ver la luz es casi más bizarro que lo que cuenta la propia película: el maestro de la animación stop-motion David Allen empezó a desarrollarla en los años 60 (aunque con otro título y una trama algo distinta, que implicaba civilizaciones perdidas vikingas). El proyecto se pasó los siguientes 40 años dando bandazos de productora en productora y cambiando de guion, sin poder terminarse. Buena parte de su metraje se rodó en los 90 pero quedó abandonado tras la muerte de Allen en el 99. Hasta que, en 2018, varios de sus colaboradores lo resucitaron mediante una exitosa campaña de mecenazgo y por fin, más de medio siglo después de su germen, ha podido completarse y convertirse en una realidad de 90 minutos.

 

The Primevals VS. King Kong: las ocho diferencias

 

The Primevals es una simpática cinta de aventuras artesanal con estupendos trucajes en stop-motion, que declara su amor incondicional por Indiana Jones, Ray Harryhausen, Edgar Rice Burroughs y H.P. Lovecraft. PEEEERO, y la verdad es que me ha resultado bastante extraño toparme con este “pero”, es también una cinta muy estática (y no me refiero al stop-motion sino al desempeño físico de los actores, que a ratos parece que estén ensayando), de tono incomprensiblemente serio y algo proclive a los diálogos plomo, sobre todo en su primer tramo. ¿Puede llegar a aburrir una película llena de reptilianos, yetis, cuevas con entradas en forma de calavera y templos alienígenas? Pues… a ratos sí. ¿Significa eso que no la recomiende? Al contrario, creo que cualquiera que tenga la más mínima querencia por el género pulp debería correr a verla. Pero vamos, para evitar decepciones mejor que nadie se espere King Kong, 20.000 leguas de viaje submarino ni Simbad y la princesa.

 

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

 

 

LES CHAMBRES ROUGES (Pascal Plante, Canadá, 2023)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Las “salas rojas” son una leyenda de la deep web, supuestas páginas de acceso restringidísimo en las que puedes pagar fuertes sumas de bitcoins para tener acceso a vídeos o sesiones en vivo de torturas, asesinatos y demás material snuff. Son un “mito plausible”, que a nadie extrañaría que fuera cierto pero que de momento no ha podido verificarse (todas las supuestas “red rooms” investigadas hasta la fecha han resultado ser montajes para estafar a zumbados incautos). Con esta premisa como telón de fondo, el director y guionista Pascal Plante pone en pie un atmosférico psicothriller sobre el juicio a un acusado de torturar y matar a tres chicas menores de edad. La historia se narra desde la perspectiva de Kelly-Anne, una joven y exitosa modelo de moda que asiste a todas las sesiones del juicio, obsesionada con el caso hasta el punto de dormir en la calle junto al juzgado, para asegurarse de estar cada día entre las primeras de la cola y no quedarse sin asiento en la sala.

¿Esconde Kelly-Anne alguna vinculación personal con ese crimen o es simplemente que no puede dejar de mirar? ¿Y el acusado es culpable o inocente? ¿Y qué tienen que ver las salas rojas en todo el asunto? Los oscuros vericuetos que recorre la película a fin de ir respondiendo a estas preguntas son su principal baza para mantener al espectador enganchado a la butaca. Con una narrativa minuciosa y una puesta en escena que transmite la frialdad lechosa de una luz fluorescente (los primeros 10 minutos reproducen de manera íntegra los alegatos de inicio de la acusación y la defensa, y ponen los pelos de punta), Les chambres rouges explora las dinámicas del morbo y pone en solfa los extremos enfermizos de la cultura del true crime.

 

"Pues nada, habrá que seguir conformándose con el Crims de TV3"

 

Les chambres rouges evita caer en lo gratuito o mitificar al serial-killer (hay vídeos íntegros con la tortura y la muerte de las tres chicas, pero no aparecen en pantalla; solo vemos la reacción de horror y estupefacción de los personajes que los están mirando), y tampoco se muestra complaciente con su protagonista, muy bien interpretada por una gélida Juliette Gariepy que a ratos da incluso más miedo que el presunto asesino. Por mucho que el caso la afecte, por mucho que esté implicada en esclarecer la verdad, no deja de combinarlo con glamurosas sesiones de fotos para revistas de moda, hackeos de las cuentas de correo de los familiares de las víctimas, partidas de póker online, y clases de baile aeróbico, todo ello al mismo nivel de cotidianidad. Sean cuales sean sus motivos, Kelly-Anne es también un monstruo y un juguete roto. Kelly-Anne somos todos.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

RAGING GRACE (Paris Zarcilla, Reino Unido, 2023)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Joy, una inmigrante ilegal filipina y madre soltera de Grace, una niña de unos 10 años, trabaja como limpiadora de múltiples casas en Londres, tratando de mantener un perfil bajo mientras reúne el dinero necesario para comprar un visado bajo mano y regularizar su situación. La gente para la que trabaja Joy la trata con desagradable condescendencia (bueno, qué quieres, son ingleses de clase alta…), y su hija odia la situación hasta el punto de echarles pimienta en el tarro del café y lejía en los botes de champú. En estas, Joy consigue un puesto fijo y muy bien pagado como sirvienta en la siniestra casa londinense de una antipática mujer, para cuidar a su anciano tío comatoso (entre otras labores). Parece que la suerte de Joy y Grace está mejorando, pero enseguida empezará a quedar claro que ni la antipática dueña, ni el anciano comatoso, ni siquiera la propia casa, son lo que parecen.

Raging Grace es un estrambótico batido de terror, suspense y cine de denuncia que, quién lo diría, funciona. El debutante director y guionista de la cinta, Paris Zarcilla, ha creado una historia sobre un tema que conoce bien y que le duele en el alma (como ha explicado de manera sentida y prolija durante la presentación de la cinta en el cine Prado): la triste situación de los inmigrantes filipinos que trabajan al servicio de una clase alta londinense que les hace renunciar a sus raíces a cambio de nada, porque a la hora de la verdad nunca los llega a considerar ciudadanos británicos de primera.

 

"Hay que joderse, en Nocebo al menos trabajaría para Eva Green"

 

La chicha de la película es que Zarcilla cuenta todo eso utilizando las maneras del cine de casas encantadas y del thriller, a base de sustos bien puestos, giros realmente sorpresa, villanos con matices y cierto esfuerzo por rehuir las soluciones fáciles y trilladas. Recuerda, hasta cierto punto, a películas como la fabulosa Bajo la sombra o la bastante peor Nocebo, que usaban lo sobrenatural para acabar hablando de cosas más realistas y jodidas. Quizás su efectista clímax sea el único punto en que la historia patina y cae en lo tópico, pero se le perdona porque la verdad es que tiene mérito haber aguantado el disfraz de cine de terror hasta ese momento. Por lo demás, buena dirección, buenas interpretaciones y buen guion. O sea, buena ópera prima.

 

Venusentencia: Copas de yate

INF VNV 4

 

 

BLOOD DE BRAD ANDERSON (Brad Anderson, EUA, 2023)

Trailer, fotos, sinopsis y ficha

Jess, una enfermera de mediana edad divorciada y ex-toxicómana, ha logrado de milagro mantener la custodia de sus dos hijos (Tyler, una adolescente y Owen, algo más pequeño), pese a que está claro que quien se encargaba de atenderlos era el padre, mientras que ella no sabe ni lo que les gusta de comer, y anda tan tiesa de pasta que se los ha tenido que llevar a una vieja casa familiar en medio del campo. Su idea es iniciar allí una nueva vida, crear vínculos, respirar aire puro y esas cosas, pero por supuesto todo ese gran plan se irá a la mierda cuando Puppy, el perro de la familia, desaparezca en el bosque y vuelva al cabo de un par de noches… un tanto cambiado. En este caso el refrán “Muerto el perro se acabó la rabia” es justo al revés: aquí, en cuanto palma el perro, empieza la rabia.

 

"Niños que estáis en casa, no abuséis de las pantallas que son muy malas"

 

Blood es una buena historia de terror familiar con tintes gótico-rurales a lo Stephen King, que no obstante tiene un problema de base parecido al de la también estimable e imperfecta Son, proyectada en Sitges 2022: si aquella llegaba tardísimo al cine de niños poseídos por el demonio, a esta se le han escapado al menos cuatro décadas de trenes cinematográficos que intentaban renovar el mito del vampiro. Nada de lo que cuenta es demasiado novedoso (como ya mencioné en una crónica anterior, aquí también hay robos de bolsas de sangre en el hospital para mantener la dieta vampírica sin tener que pasar a mayores), pero al menos lo cuenta bien, sin dar excesivas explicaciones sobre el elemento fantástico para mantener su misterio. Además, acierta al centrar por completo el punto de vista en la madre desesperada (aunque eso desdibuje un tanto al resto de personajes, en particular a los dos niños), lo cuál traspasa al espectador la pregunta de qué haría él en una situación tan imposible, y nos permite disfrutar de una interpretación solidísima por parte de Michelle Monaghan.

Brad Anderson ha dirigido películas mejores que esta (Session 9, El maquinista…), pero también bastante peores (Vanishing on 7th Street). Blood es un peso medio dentro de su filmografía, un batiburrillo de terror hemoglobínico, dilema ético y tragedia maternofilial, que en general funciona mucho mejor cuando desarrolla su parte dramática y sus atmósferas angustiosas que cuando intenta tensarnos con situaciones de thriller algo postizas y un tanto inverosímiles. Se deja ver, sin euforias y sin que llegue la sangre al río.

 

Venusentencia: Dos Caras Harvey

INF VNV 3

 

SITGES 2023

 

 

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