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LOS PITUFOS crítica: Pitufator, una odisea en el tiempo

   

Pitufator, una odisea en el tiempo

Si no han leído los tebeos o no han visto la serie de
dibujos, no se preocupen, los guionistas tampoco

Por Ray Zeta

 

<Para los que hemos leído cómics de los Pitufos, que el Gran Pitufo pasara a llamarse en la serie televisiva de Hanna-Barbera “Papá Pitufo”, es un misterio tan inescrutable como el origen de los pitufos mismos (¿una sociedad formada sólo por machos en ausencia total de hembras? Por mucho que nos la quisieran meter doblada dando explicaciones de educación sexual pitufa en el volumen “El bebé pitufo”, a no ser que el Gran Pitufo –si no les importa prefiero referirme a él con este nombre- sea hermafrodita, no tiene lógica biológica alguna). Ahora con este largometraje homenaje por el 50 aniversario del nacimiento de los personajes creados por el genial Peyo, dan un paso más en su evolución y el otrora Gran Pitufo-Papá Pitufo pasa a llamarse simplemente “papa”. Quién sabe, a este ritmo quizás la secuela estará protagonizada por pitufos montañeses y el líder pitufo se quedará en un simple “pá”…

   Quiero decir con esto que poco o nada hay en la película del bagaje formado por la obra anterior en cualquiera de sus formas más allá de los personajes (y de la cancioncita pitufa que popularizó la serie). Hubiera sido genial conformar una historia que aglomerara pasajes de las mejores aventuras de los cómics: Gargamel descubriendo la existencia de los pitufos como en “El ladrón de pitufos” o creando a la Pitufita como elemento distorsionador de la paz pitufa como en “La pitufita”, y a los pitufos enfrentándose entre ellos en una guerra civil como en “El pitufísimo”, creando un juego de rol en vivo galáctico como en “El cosmopitufo”, o combatiendo enemigos como los pitufos negros, el gigante Paquirrín o el aguilucho Ketekasko. Y ya puestos, incluir al menos un cameo de Johan y Pirluit...

 

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"Ya os decía que copiar el medio de transporte utilizado en Toy Story no era buena idea"

 

   Pero en vez de todo esto, los cuatro guionistas (sí, han leído bien, aunque la originalidad brille por su ausencia han sido cuatro los guionistas) echan mano del “Manual del guionista perezoso para adaptar una serie de dibujos”, y como la reciente El oso Yogi, y las anteriores El inspector Gadget, Las aventuras de Rocky y Bullwinkle, Los Picapiedra y Scooby Doo, se pasan por el forro del recuerdo toda trama, historia o suceso acaecido en sus episodios (la única buena adaptación que recuerdo es Scooby Doo 2, lo que no deja de ser curioso, dado que su director es tanto el del primer fallido Scooby Doo como el de estos pitufos), y crean de cero una historia cuyo único cometido es tener en movimiento durante una hora y media a sus protagonistas. En este caso, enviar a los pitufos a la Nueva York actual mediante una justificación tan poco justificada como es la abertura de un portal mágico que aparece simplemente por la patilla.

 

  "Esta adaptación de los Pitufos está destinada a las generaciones actuales que no han leído a los Pitufos, que no conocen los Pitufos, y que se la pela quiénes son los Pitufos"  

 

   Hubiera sido francamente evocador poder ver a los pitufos conviviendo en la aldea pitufa (que por cierto, aquí presentan la novedad de estar protegida por una campo energético invisible) y sus relaciones desde la perspectiva del siglo XXI (un simple fotograma nos basta para descubrir que el Pitufo Vanidoso es totalmente gay), pero tras una corta e insuficiente descripción de la citada aldea y de sus habitantes a cargo del Gran Pitufo que recuerda demasiado la que lleva a cabo Bilbo al principio de La comunidad del anillo, una descripción que apenas dura un irrisible minuto, aparece en el tunelito de marras el portal mágico de marras que los traslada a la Nueva York actual (recordemos que la época en la que viven es la Edad Media), igualito como los protagonistas de Navigator: una odisea en el tiempo viajaban también de la época medieval al siglo XX, tanto ellos como Gargamel y su inseparable Azrael.

   Y ya tenemos la trama principal: deber regresar a su tiempo de la misma manera. Una excusa como otra cualquiera para tenerlos correteando por la ciudad con el único fin de que los niños menores de tres años vean duendecillos azules realizando monerías en la pantalla como si vieran cachorritos graciositos de perro en el escaparate de una tienda. Monerías que los espectadores mayores de tres años contemplarán perplejos con el mayor de los ridículos, como el de jugar con los artículos de unos grandes almacenes, interpretar un tema rockero a guitarra del Guitar Hero, o marcarse un rap bailado y todo en plan negratas hip-hoperos.

 

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"Te juro que si de mí hubiera dependido, en vez de un rap habrían bailado la Mamushka"

 

   Esa es la supuesta gracia de la película, si es que tiene alguna. A todo esto, las subtramas son meramente testimoniales: topan con un matrimonio que los acoge y que entiende el lenguaje pitufo perfectamente (en “La flauta de los pitufos” Johan y Pirluit se hacían un galimatías), y que sigue haciendo su vida normal pese a “tener la casa invadida por hombrecitos azules”, igual que si tuvieran cucarachas en la cocina (de hecho, si tuvieran cucarachas en la cocina harían más caso), mientras Gargamel (sorprendente acertada recreación de Hank Azaria) se pasa buscándoles toda la peli como un villano de opereta infantil, con su ridícula obsesión como única motivación, sin inmutarse tampoco si quiera un momento por estar en una ciudad desconocida del futuro. Una lástima. No se trataba tampoco de convertirlo en un villano tan complejo como el de una peli Bond, pero sí al menos de darle más juego para dotar de una mayor cohesión al producto (diríase que hasta Azrael tiene más escenas de lucimiento que él).

   Ya ven pues que esta adaptación de los Pitufos está destinada a las generaciones actuales que no han leído a los Pitufos. Es más, que no conocen los Pitufos. Incluso aún diría más, que se la pela quiénes son los Pitufos. Porque si en vez de pitufos hubieran puesto a David el gnomo, a Belfy y Lillibit o a los Diminutos, hubiera funcionado exactamente igual (de mal). O incluso mejor, porque al menos así no la hubieran vendido como homenaje por el 50 aniversario de los personajes y no hubiéramos depositado esperanzas en la película (ingenuos de nosotros por sentimentales, nunca aprenderemos) y ahora no nos sentiríamos estafados. Si hay una secuela que la hagan con los Fruitis./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Condenada a alforfones
     
     
 

Recomendada por Kuato a: el padre Abraham. Imperdonable que no se haya incluido en la banda sonora su “Canción de los Pitufos”.

     
 

No recomendada por Kuato a: quien leía los tebeos de Los Pitufos de la colección Olé en los 70, y veía la serie de dibujos en los 80.

     
 

Ego-Tour de luxe por: que hagan que buscando información sobre los pitufos en internet, salga que Peyo creó su historietas basándose en personajes reales. Pura metaficción.

     
 

Atmósfera turbínea por: ¿por qué coño el Pitufo Valiente es escocés? ¿Acaso ha venido desde Escocia como estudiante en intercambio de “pitufoerasmus”?.

 

 

¿Desea saber más?


   

> LOS PITUFOS ficha + sinopsis

> LOS PITUFOS carteles de los personajes

> LOS PITUFOS tráiler


   

> LOS PITUFOS crítica: Pitufator, una odisea en el tiempo

Si no han leído los tebeos o no han visto la serie de
dibujos, no se preocupen, los guionistas tampoco

Por Ray Zeta


   

> LOS PITUFOS artículo: Pitufo Valiente, pitufo escocés

Que alguien nos lo explique, porque esto no es David
el gnomo
, que había gnomos de todos los países...

Sony Pictures


 

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