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300 artículo: Sexo en Nueva Esparta

   

Sexo en Nueva Esparta

Recordemos que los griegos clásicos no son unos
nenazas sino unos machos alfa de tomo y lomo

Por Dr. Bishop

 

<¿Qué es lo primero que uno recuerda de la historia clásica griega, tal como nos la enseñaron en el cole? Pues básicamente que los griegos eran unos maricas de tomo y lomo y toma otro cacho. Haciendo memoria, aún vemos a nuestro profesor contar cómo la Ilíada fue escrita por un Homero con el cogote acosado rítmicamente por un aliento masculino, cómo Mikonos y Lesbos superaron a Sodoma y Gomorra como destinos de turismo sexual, o cómo el truco de tirar la pastilla de jabón en la ducha fue inventado por un revolucionario Platón, el muy bujarrón. Y en eso que nos llega el cacho peliculón de 300, y nos demuestra que todo lo que nos enseñaron era más falso que la caridad de Angelina Jolie.

   Los griegos no sólo no pierden aceite sino que además son unos machos alfa, tienen unos vozarrones de Dolby Surround y todas sus frases son sentencias que merecen encabezar el mejor tráiler. ¡Espartanos! Unos cuerpos esculpidos por la mismísima mano de Zeus, una conducta heterosexual intachable de las de toda la vida y una reina espartana exigiéndole a su rey un polvo como es debido, con esa traviesa afición por ser cabalgada ya sea por su marido o por enemigos políticos salidos. ¡Si incluso los presuntos hombres de Dios emborrachan a vírgenes para meterles mano! Todo lo que sabíamos, pues, era mentira: ahora, con 300, al fin una Grecia mítica pero ahora de verdad.

 

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"Ven Leónidas, que probarás yogurt griego del bueno..."

 

   Sin embargo, la pluma siempre ha sido poderosa y seguía allí esperando una entrada furtiva, dolorosa y traicionera. Hablamos de los persas, civilización arábiga, tradicionalmente depositaria de los modelos machistas más rancios. Pues otra mentira y de las gordas, ya que sus tropas son encabezadas por la loca de Jerjes, cuya primera visión le clava a uno el culo en la butaca, y no por tensión sino por precaución. El líder aficionado a los piercings se autoproclama divino y no podemos más que asentir, pues es aún más que divino, es una auténtica divina de la muerte.

 

  "Los griegos no sólo no pierden aceite sino que además son unos machos alfa, tienen unos vozarrones de Dolby Surround y todas sus frases son sentencias que merecen encabezar el mejor tráiler"  

 

“No temen mi látigo”, advierte Jerjes mientras apoya sus manos en los hombros de Leónidas y le pide por enésima vez que se arrodille (¿por sumisión o por otra cosa, Jerjes, cariño?). Tantas muertes, tantas desgracias por una simple vendetta gay, por el infantil despecho de Jerjes al ver que Leónidas no se pliega ante él en todos los sentidos, posiblemente porque Leónidas calcula que si Jerjes mide tres metros de altura, otras de sus medidas pueden ser igual de imponentes. Una guerra de primer orden cuyo objetivo final es probar yogurt bueno del griego. ¡Jerjes, menudo/a depravado/a!

 

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"Relájate que esto es como la tónica, la primera vez no gusta siempre"

 

   Quien sí se apunta al lado persa y de cabezón es Efialtes, y uno pagaría por haber nacido tan deforme y al menos haber podido acceder a la tienda de campaña más lasciva de la historia, con varias bailarinas bellísimas, otras desfiguradas, otras con los brazos cortados… Pero ojito con las señoritas porque hay trampa, ya que en los títulos de crédito finales se citan tres “arabian transexuals” (!) que nos dejan con una inquietud casi insoportable. El campamento persa es un festival de lujuria, un circo de freaks con combinaciones sexuales infinitas, con absolute guest stars como un cenobita manco con sierras por antebrazos y con cierta retirada a la Pantoja de Puerto Rico. O ese gigante monstruoso encadenado cual esclavo sexual (¿qué tipo de tortura recibió para estar tan desquiciado?). Más que un ejército el frente persa acaba degenerando en un campo de nabos de invertidos, con un avanzado gusto por lo grotesque (ahí sólo faltaba Marilyn Manson) y con el vicio por bandera (bandera arco iris, claro está).

   La batalla de las Termópichas, el veni, vidi, pichi por antonomasia... No es raro que los iraníes se hayan sulfurado por la visión ofrecida, por lo que apoyamos que su primer misil nuclear arrase Hollywood con toda justicia. Sin embargo, los europeos sí podemos enorgullecernos de 300, una película que nos reconcilia con nuestra verdadera herencia histórica, con el mare nostrum, con los griegos como los machos que siempre han sido y con la lucha de 300 espartanos por impedir la profanación física y espiritual de nuestro anus sanctorum. Ahora más que nunca… ¡Fuerza y honor!/>

 

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Jerjes, reinona indiscutible de Chueca

 

 

No se vayan todavía, ¡aún hay más!


   

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1 Respuesta

  1. Anónimo
    xenophonte<br />Joder que mano a reir me he pegado leyendo la referencia. Vaya, vaya, y vaya con el doktor Bisbe o Doctor Obispo. Me duelen los cóndilos de la mandibula d e tanto reirme. Los aqueménidas eran el descojone del Medio Oriente al pasar la barca o el punete de barcas del Helesponto. En fin, mas.

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