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GRAND PIANO crítica: Tócala otra vez, Frodo

   

Tócala otra vez, Frodo

Primero fue un thriller en un ataúd, ahora en un
piano… ¿será el próximo en una caja de cerillas?

Por Ray Zeta

 

<Grand Piano engloba dos de las tendencias más recientes en la actualidad cinematográfica: producir una película española que no parezca española por haber sido rodada en inglés con un reparto anglófono para venderla en el mercado internacional (es el caso también de Enterrado, Luces rojas u Open Windows. por citar tres ejemplos recientes), y rizar el rizo del más difícil todavía en un salto mortal sin red en lo que al thriller se refiere, proponiendo un juego de suspense entre un asesino y su potencial víctima en un espacio reducido sin escapatoria. Desde que Alfred Hitchcock mostrara el camino encerrando a asesinos y a detective improvisado en un piso en La soga, se ha ido repitiendo la fórmula en trenes, aviones, cabinas telefónicas, ataúdes, y ahora también ordenadores, hasta llegar al concierto de piano que nos propone este filme.

   Un francotirador amenaza a un pianista en pleno concierto. Si se equivoca en una sola nota, le disparará. Esta es la propuesta. Una libre versión de Última llamada pues (el pianista va hablando con el francotirador a través de un pinganillo), pero amenizada con música clásica tocada en directo. Elijah Wood y John Cusack protagonizan, y Eugenio Mira dirige con capital español de Antena 3 y Telefónica entre otros. Pero nadie lo diría, porque tanto a nivel de forma como de lenguaje cinematográfico, Grand Piano parece cien por cien americana. Un punto positivo pues para Eugenio Mira, que gracias a los actores, la puesta en escena, la fotografía y el montaje, sale airoso del primer desafío: colar una peli que ha sido realizada en Terrassa con un equipo completamente españolito, como si hubiera estado rodada en tierra del tío Sam.

 

"Como vuelvan a decirme `tócala otra vez Sam`, me levanto y llamo a Sean Astin"

 

   ¿Y del desafío de saltar sin red de cabeza desde cien metros a un vaso de agua? O sea, ¿lo que a la parte del thriller se refiere con tan ambiciosa propuesta? Pues a medias. El ritmo y el suspense es bueno y no decae en ningún momento, y entre las escenas identificamos ecos e influencias de Brian De Palma y Alfred Hitchcock, lo que no está nada mal para la tercera película de un director español (no es casualidad nombrar a ambos, ya que si por algo se caracterizó De Palma en sus inicios fue por imitar el estilo del “gordo” en todas sus películas). De hecho, casi toda la película parece una versión extendida del final de El hombre que sabía demasiado (la de 1956 con James Stewart y Doris Day, no la del 34), y no porque Elijah Wood interprete al piano el “Qué será, será” con todo el auditorio coreando el estribillo, pues de eso ya se encarga Kerry Bishé al cantar una pieza de musical desde el palco.

 

  "Por si la trama principal no es suficientemente poco creíble, el guión está trufado de momentos aún más inverosímiles que quedan ridículos hasta degenerar en una comedia involuntaria"  

 

   El problema es que por si la trama principal no es suficientemente poco creíble, para hacer avanzar ésta y que no decaiga la acción, el guión está trufado de momentos aún más inverosímiles que quedan ridículos hasta degenerar en una comedia involuntaria. Como cuando Elijah Wood intenta telefonear desde su móvil (mientras está tocando a dos manos), realizando mil y una acrobacias para conseguirlo (recuerda a un gag de Mr. Bean), o la discusión de la pareja que recibe la llamada sentada entre el público (llega a tener uno de ellos una bocina y estaríamos ante Una noche en la ópera), por no hablar de momentos tan previsibles como la muerte de los personajes secundarios que están a punto de descubrir el pastel, o la revelación de un mcguffin final tan forzado como innecesario.

 

"Llama a Sam, Merry y Pippin, y formaremos una banda pop llamada The Hobbeatles”"

 

   Por no hablar de la aparición de John Cusack como villano de la función. Si Elijah Wood aún da el pego como concertista de piano prodigio pese a pasar de la treintena y no aparentar más de 20 años (su cara de niñito le hace parecer el concursante de un programa televisivo del estilo de “Tú sí que vales” o “Lluvia de estrellas”, pero de una edición infantil por supuesto), John Cusack interpreta al malo tan exageradamente que parece salido de un tebeo (sólo le falta un letrero luminoso de neón en la frente encendiendo y apagando intermitentemente la palabra “villano”). Cusack siempre ha tenido cara de buen tipo algo bobalicón, por eso sorprende que ahora le dé por probar registros tan distantes de su personalidad (en El chico del periódico además de interpretar al villano, compone un villano guarro, calentorro y salido, lo que todavía provoca más vergüenza ajena). Mejor hubiera quedado un villano frío, calculador y refinado del estilo del John Doe de Seven o el mismo Hannibal Lecter, movido por su melomanía obsesiva en vez de por el macguffin apuntado.

   Dos Caras Harvey pues para Grand Piano, que supera con creces Agnosia, el anterior trabajo de Eugenio Mira (cada vez que cito este título no puedo reprimir acordarme de Eduardo Noriega con un bigote de época pegado con cola como el mostacho de Groucho Marx), por estar rodado con buen estilo y buen ritmo, pero que no alcanza la redondez de otros thrillers de propuesta similar como Última llamada o Enterrado. Elijah Wood aprueba con nota su examen de piano, veremos pero cómo se le da la informática en Open Windows, thriller también español dirigido por Nacho Vigalondo en el que se pasará toda la peli delante de un ordenador chateando con un asesino que le amenaza (sí, lo suyo es persecutorio). Será que aún le dura el cansancio por haber correteado por toda la Tierra Media con los pies descalzos y por eso sólo acepta papeles que pueda interpretar sentado./>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 

Recomendada por Kuato a: quien siempre tuvo curiosidad por saber cómo sonaría una banda de música formada por Frodo, Sam, Merry y Pippin, llamada “The Music Hobbit Quartet”.

     
  No recomendada por Kuato a: quien tenga el oído musical de una cacerola y prefiera los trompetazos del boy-scout gordito de Indiana Jones y la última Cruzada, a los pianos de Shine, El pianista o Ray.
     
 

Ego-Tour de luxe por: la idea de que Jack Taylor aparezca sólo en fotografía como profesor de piano. Igual que Laurence Olivier en Sky Captain y el mundo del mañana.

     
  Atmósfera turbínea por: ¿todo el viaje cargando en la mochila ese pedazo paquete que le mete la novia en secreto, y no se da cuenta? Por no hablar de la perfecta caligrafía del villano. Será que estudió en colegios de pago…

 

 

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