CONAN EL BÁRBARO crítica: No escondas tu pelo con l`Oréal

No escondas tu pelo con l`Oréal No se pierdan a Conan tras una sesión de masaje y lavado en el salón de belleza El bárbaro coqueto Por Ray Zeta

<Qué barbaridad, cómo pasa el tiempo, 30 años ya del Conan, el bárbaro de John Milius con Arnold Schwarzenegger. 30 nada menos, por eso este Conan el bárbaro (sin coma) de Marcus Nispel no es un remake de su predecesora, sino una nueva adaptación del personaje que nada tiene que ver con ella a excepción del punto de partida. Bueno, ni con ella, ni con las novelas de Robert E. Howard, ni con los cómics editados sobre el personaje, pues los guionistas optan por pasarse por el forro toda la obra existente y crean una historia de cero con una venganza westerniana como leit motiv (piensen en Hasta que llegó su hora o Rápida y mortal y acertarán). Así que nada de ver a Conan en su etapa de ladrón en Shadizar, en la de pirata en la Costa Negra, en la de capitán de los bucaneros zingarios o en la de mercenario en Estigia. Niño cimerio barbarito cuyo papaíto que le inculca el respeto por el acero es vilmente asesinado por el malo de turno, y joven cimerio barbarazo que busca al malo de turno para vengarse y listos.

   Aún así la peli empieza de la manera más prometedora con un parto en plena batalla mugrienta tras practicarse una cesárea de un espadazo, para seguir por una vía menos imaginativa que copia descaradamente el prólogo de El señor de los anillos en el que el Anillo Único es substituido por la “máscara única”, donde se nos presenta a un Conan niño (un saludo desde aquí para Jorge Sanz) que miren ustedes por dónde protagoniza un prólogo que acaba relevándose como lo mejorcito de la peli. Con un Ron Perlman inconmensurable como papaíto Conan (más roña en él solo la encontramos en su troglo de En busca del fuego) y el citado niñato realizando una gincana a lo Rapa Nui en la que se enfrenta desarmado a media docena de pictos feroces armados hasta los dientes con las armas más cafres, y se los carga a todos de la manera más sanguinaria (y encima rematándolos con chulería), para el disfrute de nuestros sentidos.

"Imagina que yo soy Gimli con zancos y tú Frodo heterosexual"

   Pero ay, que después de que el pequeño Conancito clame venganza espada en mano igualito que Escarlata O’Hara lo hacía con un nabo, aparece Jason Momoa como Conan adulto, y entonces el producto pierde frescura. La personalidad de este Conan se asemeja más al de las obras escritas y dibujadas de lo que se parecía el Conan de Arnie, pero el hecho de que el ex-vigilante de la playa y actual Khal Drogo de Juego de tronos lo interprete: 1) entornando los ojos y frunciendo el entrecejo como si fuera estreñido hasta cuando da los buenos días; 2) impostando la voz para que suene a ultratumba como si fuera Darth Vader; y 3) con una melena rizada con espuma l’Oréal como si acabara de salir de la ducha pese a tratarse de un habitante hiboriano, no hace más que acentuar la sensación de que por muy cachas que esté el hombre no es Conan sino alguien que juega a ser Conan.

   Una lástima, porque los puntos donde más pinchaba la peli de Arnie en cuestión de formas, o sea la ambientación de la Era Hiboria (la acartonada y colorista producción de Dino de Laurentiis nunca fue la más indicada para llevar tal labor a buen puerto) y la recreación del villano (improbable James Earl Jones, recordemos: ¡negro!, como Thulsa Doom con peluca), el Conan el bárbaro actual los solventa de la mejor de las maneras: la ambientación con una digitalización prima hermana de 300 que cumple a las mil maravillas el cometido, y el villano con unas recreaciones de Stephen Lang como malo maloso de la función y Rose McGowan como bruja Pirula que están mejor que bien (se agradece además que sus motivaciones sean más complejas que el simple afán de conquistar y reinar).

   No se puede decir lo mismo de Rachel Nichols como Tamara, la chica florero, ya que pocos personajes están tan metidos en calzador en una película. Será que es lo que tienen las pelis de época (Keira Knightley en Piratas del Caribe y Gemma Arterton en Prince of Persia padecían el mismo problema), que si se intenta colar a las partenaires femeninas como mujeres con una personalidad más propia del siglo XXI que del año en el que se sitúa la acción, no acaban de encajar por mucho que se las apretuje. Así, en vez de mostrar aquí a una maciza ligera de ropa como en las portadas de los tebeos, o a una mujer guerrera como la Valeria de la primera peli, se opta por una guapita que por belleza, vestuario y decisiones, resulta un personaje tan anacrónico y gratuito como Pilar Rubio en la serie Piratas (ahora que lo dicen, se parece a Pilar Rubio), y miren por dónde, acaba erigiéndose en la causante de que este Conan acabe perdiendo gas hasta convertirse en la medianía más absoluta.

   Porque hasta que entra en escena y cobra importancia en la trama, con el prólogo citado y escenas de acción como la liberación de los esclavos y el combate con los fantasmas de arena, Conan el bárbaro se revela como un producto la mar de entretenidito, que aún con todos sus defectos, gana nuestras simpatías gracias a la sugerente ambientación de la Era Hiboria y a su sangrienta y cafre violencia. Pero ay, que a la que la bella damisela irrumpe en escena, el ritmo baja en picado y el guión se convierte en un ir y venir sin ton ni son que lo hace avanzar a trompicones, gratuito y patillero romance incluido (desde el chiste del elefante y la pulga que no veía una historia de amor tan forzada), que infantiliza la peli hasta límites alarmantes. Ni siquiera la irrupción de la serpiente gigante como monstruito conanero habitual salva la papeleta.

"El secreto para que quede con este volumen es aplicarle una mascarilla hyrkaniana"

   Y la culpa de todo la tiene el director Marcus Nispel, que si bien en la primera mitad de metraje es capaz de ir presentando los diferentes personajes hilvanando postalitas digitalizadas de manera correcta, fracasa estrepitosamente en su segunda mitad cuando debe desarrollarlos y combinarlos con otros elementos como el guión y el tempo cinematográfico. Podíamos esperarlo viendo cómo convirtió los remakes de La matanza de Texas y Viernes 13 en insulsas operetas infantiles, y cómo con El guía del desfiladero no pasó de mero ejercicio formal (peli por la que Millennium Films lo contrató para realizar este Conan, olvidando que adaptar un universo existente con personajes propios es mucho más complejo).

   La película de John Milius puede tener también muchos defectos como adaptación de Conan (entre ellos la libre personalidad del protagonista respecto a las obras originales), pero sus personajes están bien desarrollados y los pasajes de su guión suficientemente bien combinados como para facturar una obra épica (a lo que ayuda la banda sonora de Basil Poledouris) antológica en cuanto a estilo. En el Conan el bárbaro actual, lo más épico es ver a un cimerio de la era Hiboria recién salido de la ducha luciendo melena rizada con l’Oréal./>

INFORME VENUSVILLE
		Sentencia Quaid: Dos Caras Harvey
		Recomendada por Kuato a: quien crea que Conan el bárbaro es un personaje de videojuego cuyos espadazos son dirigidos a golpe de joystick..
		No recomendada por Kuato a: quien tenga a Arnie como único Conan aún llamándose Kalidor en una peli tan cómica como El guerrero rojo.
		Ego-Tour de luxe por: la personalidad de este Conan, que apunta maneras, y la recreación digital de la Era Hiboria (¡y aún nos quieren hacer creer que ha sido íntegramente filmada en escenarios naturales!).
		Atmósfera turbínea por: el ridículo personaje de Tamara, la chica florero de la peli. A su lado, el de Pilar Rubio en la serie Piratas era tan complejo como el de una obra de Tennesse Williams.

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