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ENEMY crítica: Dos iguales para hoy

   

Dos iguales para hoy

Jake Gyllenhaal encuentra un doble
suyo y se ahorra una pasta en espejos

Por Anna Bou

 

<“Encontrar a alguien exactamente igual que tú es un fenómeno que debería provocar  el mismo impacto en un ser humano que el que provoca un agujero negro en una galaxia.”, escribe Denis Villeneuve, el director. Cierto, encontrarse un clon exacto debe ser cosa de risa o de infarto, y está claro que Enemy, tal como nos sugiere el título, se decanta por lo segundo. Basada en el libro “El hombre duplicado”, de José Saramago (lo cual es toda una garantía),  Enemy narra la historia de un profesor universitario que un buen día descubre que un actor es un clon clavadito a él; mismo físico, misma voz, misma barba selvática.

   Lo que en otra película daría para la coña marinera, en Enemy se trata con una seriedad suprema en la que el poder del subconsciente tiene un poder determinante. Para servidora, esta primera parte de la película, introspectiva y lenta, es excelente. El horror vacui ante un doble exacto se palpa en los poros de cada fotograma, incluso los objetos parecen sospechosos... ¿Sospechosos de qué, si aquí no se busca ni a un asesino, ni al amante cojo de la mujer, sino a un doble de profesión inofensiva? Aquí está la gracia, en la angustia existencial que derrocha el personaje original de Jake Gyllenhaal (principalmente) ante tan desconcertante descubrimiento. Añadirle este Toronto color “perro pulgoso”, o esos mensajes sutiles que se esconden en la película, como la pizarra llena de la palabra “caos”, por tan solo una de “orden”, o la repetida visión de esos dos rascacielos retorcidos y gemelos bajo un cielo color “me piro de Toronto”...

 

"Pues si siendo sólo dos ya nos liamos, imagina a Michael Keaton en Mis dobles, mi mujer y yo"

 

   Así como la primera parte de la película está hecha hacia dentro, la segunda parte está hecha hacia afuera, de cara a la galería. Cuando entran en juego las figuras femeninas, la incómoda problemática existencial del doble se desvanece, y muta en una obviedad argumental que más se acerca al deseo de todo ser calenturiento que a la película que estábamos viendo, y hasta aquí puedo leer. El interés no decae, pero mengua.

 

  "La incómoda problemática existencial del doble se desvanece, y muta en una obviedad argumental que se acerca al deseo de todo ser calenturiento"  

 

   Aunque lo que más me molesta, y es una lástima, porque la película me estaba dejando muy buen sabor de boca, son las pistas falsas, ese atar cabos sin cabos (la madre, la cicatriz, la escena onírica del principio…). No sé si me explico, es como si alguien, ante el cuadro“Blanco sobre blanco” de Malevich, se empeñara en enseñarnos los trazos de un paisaje, y cuando por fin, medio abducidos o para que calle de una maldita vez, decimos que sí, que por fin lo vemos, este alguien nos pega una colleja mientras nos grita “¡bobos, si no hay paisaje!”.

 

"Que Arnie se tirara a la mujer del otro en El sexto día no te da derecho a ti a hacer lo mismo"

 

   Eso sí, la actuación de Jake Gyllenhaal y de Jake Gyllenhaal, es muy buena, y eso que no debe ser fácil interpretar a dos personajes sin caer en la pantomima, pero el actor logra que los distingamos perfectamente, no ya por su ropa sino por su expresión, su manera de andar: el original como un hombre de alma descamisada, el doble como un chulito de playa sin playa. Bien Gyllenhaal, bien. Pero, ¡ay los finales!... Siempre he considerado, quizás injustamente, que los finales o suman enteros o los cortan de cuajo con una guillotina cinéfila. Por ejemplo, la película Origen de Christopher Nolan, aunque tramposa como un trilero, me hubiera gustado mucho menos sin su final abierto. Origensería menos Origensin su peonza.

Perose me han puesto pestañas y pelos de punta con el final de Enemy, concretamente con el último fotograma, que para mi humilde gusto desmerece toda la película. ¿Pretende ser un atar cabos de qué? ¿Abre una puerta o la cierra? ¿Ida de olla o genialidad? Para mí, tan solo es un plano surrealista-onírico lleno de ridiculez que haría empalidecer al mismísimo Freud. Es como si el director, al llegar el final, como un  perro que marca territorio, nos dejara su huella mientras nos mira y nos dice: “chúpate esa”. Este final es como cuando estás a punto de terminar una acuarela, y se cae del pincel una última gota donde no debería y estropea todo el dibujo, con lo bien que nos estaba quedando, y no podemos más que exclamar: ¡mierda!/>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Dos Caras Harvey
     
     
 

Recomendada por Kuato a: los que les gusta hacerse preguntas más allá de: ¿qué camisa me pongo hoy, la azul o la semiazul?.

     
  No recomendada por Kuato a: los que se ponen bótox, que acaban teniendo todos la misma cara. Si encontrarse una sola persona clavada a ti debe ser un trauma, imagínense encontrarse una multitud.
     
 

Ego-Tour de luxe por: cuando se encuentran los dos protagonistas en el hotel, tan iguales, tan distintos, y con la ilógica reacción de uno de ellos, tan humana.

     
  Atmósfera turbínea por: que aunque el tema del doble es interesantísimo, y me pirran los dramatismos existenciales, si lo miramos muy, muy, muy de lejos, el asunto es un poco chorra: ¿si nos encontráramos un doble exacto, lo más natural no sería ir a tomar una cervecitas?

 

 

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