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SITGES 2014 crónica día 7: Realismo sucio

Realismo sucio

Séptimo día de festival: Relatos
salvajes; Réalité; Alleluia; Automata

Por Chema Pamundi

 

<La organización del Festival de Sitges siempre ha tenido un marrón con las ruedas de prensa, una especie de mal necesario que no da la impresión de estar manejado adecuadamente. No me refiero a las ruedas de prensa multitudinarias, como la que dio el equipo de Musarañas (con el productor Álex de la Iglesia, los directores y casi todo el casting de la peli), o la que dio Roland Emmerich, sino las de directores muy estimables como Mike Cahill (Orígenes) o Jim Mickle (Cold in July) a las que no va nadie. Pero es que no va nadie, hasta el punto de que un cuarto de hora antes de la cita, los voluntarios de la organización suelen pasar por la sala de prensa, para reclutar voluntarios ociosos que nos prestemos a hacer bulto y claca. Una rueda de prensa vacía da mala imagen al festival (y resulta un poquito humillante para el invitado en cuestión), por lo que es un problema que debería resolverse.

   Para empezar (no sé, es una idea) podrían evitar programarlas a la misma hora que los pases de prensa de películas punteras como la última de David Cronenberg. A casi todos los acreditados nos encantan las ruedas de prensa, pero Sitges es un festival de cine, no un ciclo de conferencias; la mayor parte de nosotros tenemos como prioridad reseñar películas y no podemos estar en dos sitios a la vez (bueno, en el caso del Diario de Venusville sí, porque mientras yo me encargo de la parte cinematográfica del certamen, Ray Zeta hace una fantástica labor cubriendo las actividades paralelas como ruedas de prensa, photocalls y entrevistas). ¿Por qué no ponen los pases de prensa por la mañana y las ruedas de prensa por la tarde, y asunto arreglado? Durante las tardes, la mayoría de medios tienen poca cosa que hacer en el Auditori (al menos hasta las sesiones de noche, en las que se despliega la alfombra roja y aparecen los invitados de honor a recoger algún premio o presentar la película estrella del día). Estoy seguro de que tiene que haber una explicación lógica para que no lo hagan así, pero no se me ocurre cuál.

   Mis reseñas de hoy:

 

 

Relatos salvajes (Damián Szifron. España, Argentina, 2014)

> RELATOS SALVAJES ficha, fotos y tráiler

 

   Tirando sólo de memoria (es decir, sin recurrir a Google), la verdad es que me cuesta encontrar una película reciente con unos primeros diez minutos más potentes y bien ejecutados que los de Relatos Salvajes. El prólogo con el que arranca está película de episodios tiene un métrica humorística inmaculada, hasta el punto de que podría perfectamente ganar cualquier concurso de cortometrajes al que se presentara. Además, marca con bastante acierto el tono disparatado e irónico de todo lo que vendrá después. Las seis historias que componen esta antología parten de la misma premisa: un personaje que, sometido a una situación extrema, pierde los nervios hasta el punto de descubrir que la violencia, ya sea física o psicológica, es el único recurso que le va a dar la satisfacción moral que persigue. En ocasiones ese personaje llevado por la ira es el eje central del episodio, mientras que otras veces (curiosamente) es un secundario en la periferia de la narración.

 

CRÓNICA_7_1

"Más parda se liará cuando descubra que lo único que va a estrenar esta noche es el pijama"

 

   Toda película de relatos cortos es difícil de valorar globalmente, tanto por la calidad dispar de dichos relatos como por los cambios de tono y temática que suelen darse al pasar de uno a otro (sobre todo si están dirigidos por autores distintos). En este tipo de largometrajes la gente suele acordarse más de historias concretas que del conjunto de la obra. Ahí están, por ejemplo, el gag del trasplante de hígado en El sentido de la vida, el episodio Apuntes del natural que dirigió Martin Scorsese para la desigual Historias de Nueva York, o el de Quentin Tarantino en la aún más irregular Four Rooms. Sin embargo, la uniformidad visual y dramática que ha logrado en esta ocasión Damián Szifron, el director y guionista total de Relatos Salvajes, permite que la película pueda verse casi como una única narrativa que simplemente va cambiando de personajes, ambientación y argumento cada veinte minutos; y luego, claro, es que todas las historias que nos cuenta están bastante bien.

   Quizás se le pueda achacar a Relatos Salvajes que resulte mucho menos “salvaje” de lo que quiere hacernos creer. Lejos de ser una obra radical, es un producto facturado al milímetro para el gran público, y por lo tanto dominado por un discurso populista y bastante inofensivo (casi todas las víctimas de la película tienen lo que se merecen, lo cual arranca inequívocamente los aplausos y vítores de la platea); y cuando la cosa corre el riesgo de ponerse demasiado extrema, Szifron tira de humor negro para suavizarlo todo. Aún así, el filme consigue colar con efectividad su mensaje de que uno acaba convirtiéndose en aquello a lo que combate; y qué coño, a todos nos han entrado ganas alguna vez de quedarnos tan a gusto como hace el ingeniero interpretado por Ricardo Darín ante las reiteradas multas de tráfico que le caen sin motivo, o como la novia furibunda que decide liarla parda en medio de su banquete de boda.

 

 


Sentencia Quaid:
Copas de yate

 

 

 

Réalité (Quentin Dupieux. Francia, 2014)

> RÉALITÉ ficha, fotos y tráiler

 

   Mi madre dice siempre “sub-realismo” cuando quiere decir “surrealismo” (aparte, lo dice como haciendo hincapié en el guión: “SUB-realismo”; la verdad es que es muy graciosa). Sin darse cuenta, mi madre se ha inventado un palabro inexistente. Pero al igual que el “ostentoreo” que en su día popularizó Jesús Gil, opino que el término “sub-realismo” debería existir, aunque sólo fuera porque define de un modo especialmente certero el tipo de cine (o más bien, de no-cine) que hace Quentin Dupieux.

   En efecto, lo de este francés es una especie de realismo de gama baja, en el que todo está enlazado de alguna manera pero nada tiene consecuencias ni provoca reacción alguna en los personajes. Las situaciones absurdas se van acumulando sin que nadie arquee una ceja, ya sea la aparición de un neumático asesino (Rubber), una oficina dentro de la cual llueve todo el rato (Wrong), un policía que vende droga escondida dentro de ratas muertas (Wrong Cops) o, hablando ya de su nuevo trabajo Réalité, un director de cine que un día descubre que la película de la que aún está escribiendo el guión, y que aún no ha empezado a rodar, al mismo tiempo ya se ha estrenado en una sala.

 

"Hasta que no trabajemos con Wes Anderson deberemos conformarnos con Quentin Dupieux"

 

   Quentin Dupieux es un director que fascinó con su debut (Rubber), pero que ha ido perdiendo fuelle con cada nuevo proyecto, hasta que en Wrong Cops ya se hizo evidente que su idea de “nonsense por el nonsense” estaba creativamente seca, y que si quería que sus películas fuesen recordadas como algo más que episodios alargados de Muchachada Nui tenía que dar un golpe de timón y proponer algo distinto. Lo que se llama evolucionar, vamos. En Réalité al menos lo intenta, eliminando la necesidad de acabar cada escena con un gag, superponiendo de manera juguetona diversas capas de realidad y ficción que acaban por resultar algo parecido a ilusiones ópticas indistinguibles entre sí, y armando lo más parecido a un guión con continuidad que le hemos visto hasta la fecha (un aspirante a director de cine que tiene 48 horas para encontrar el grito perfecto, si quiere que los estudios den luz verde al rodaje de su primera película).

   Sin embargo, sigue mostrando demasiados vicios de los que no consigue despegarse, entre ellos su preferencia por los detalles antes que por el todo y su incapacidad (o su falta de autocrítica) para darse cuenta de cuándo una idea se está alargando demasiado o directamente no funciona (ésta es su primera película que se hace pesada). Resulta paradójico que un director tan obsesionado por dejarnos boquiabiertos en cada escena, acabe resultando tan previsible, convirtiendo lo extraño en formulaico, en una especie de naturaleza muerta. Con Réalité ha logrado comprar algo más de tiempo para decidir hacia dónde dirige su carrera. Pero las oportunidades se le acaban e incluso la paciencia de los fans tiene un límite.

 

Sentencia Quaid: Congelada en carbonita

 

Alleluia (Fabrice du Welz. Bélgica, Francia, 2014)

> ALLELUIA ficha, fotos y tráiler

 

   Algunas actrices a las que nos hemos pasado la vida viendo como secundarias (también actores, pero sobre todo actrices) se merecen el regalito que supone un papel protagonista como el que Lola Dueñas interpreta fantásticamente bien en Alleluia, película que me he metido a ver sin referencia alguna, simplemente para rellenar un hueco muerto a media tarde, y que ha resultado ser una de las sorpresas más agradables que me llevo de esta edición del festival.

   Gloria (Lola Dueñas) es una mujer metida de lleno en la cuarentena, madre viuda de una niña, y que no puede escapar a la agobiante sensación de que le están pasando por delante los últimos trenes para encontrar alguien con quien compartir su vida. En éstas, a través de una red social conoce a Michel (Laurent Lucas), representante de zapatos y que parece ser justamente lo que está buscando. Sólo que Michel es uno de esos vampiros emocionales que se dedican a ligar con mujeres, desplumarlas de todo su dinero y desaparecer. Pese a caer de cuatro patas, Gloria sigue valorando que, mientras Michel ha permanecido a su lado, la ha hecho sentirse feliz y querida como nunca antes, así que lo localiza y le propone ayudarle en sus estafas, a cambio de que siga con ella. Michel acepta, y ambos se convierten en la pareja más espeluznante que hemos visto en una pantalla desde los ya lejanos tiempos de Micky y Mallory en Asesinos natos.

 


"La próxima vez buscaré el novio por adoptauntio.com"

 

   En lo básico, Alleluia (que al parecer adapta libremente un caso real) es una historia de amor arrebatado, y el hecho de que se trate de un amor completamente tóxico, y que sus dos protagonistas sean un par de sociópatas de tomo y lomo, no le resta ni un ápice de intensidad, honestidad ni carisma. ¿Realmente podemos asegurar que, bajo las condiciones adecuadas, a ninguno de nosotros se nos iría la pinza como le ocurre a Gloria? Lo escalofriante de la película es precisamente que seamos capaces de empatizar con la protagonista. No la justificamos, pero la entendemos.

   Alleluia está estructurada en cuatro episodios, dedicados cada uno a una víctima distinta y que van aumentando poco a poco la sensación de mal rollo y perversidad. Lola Dueñas y Laurent Lucas están descomunales (la química entre ellos era crucial para que el resto de la película funcionase), la claustrofóbica fotografía no concede  un segundo de alivio y la dirección de Fabrice du Welz es exquisita, un ejercicio de contención sólo roto por puntuales momentos sanguinolentos que, justamente por eso, impactan de mala manera. Du Welz a menudo filma a los dos actores en planos cortos, siguiéndolos muy de cerca y haciendo hincapié en sus sonrisas amenazadoras y en sus arrugas. Los muestra como un par de monstruos, sí, pero esos monstruos nos resultan mucho más familiares de lo que nos gustaría…

 

 

Sentencia Quaid: Copas de yate

 

 

 

Automata (Gabe Ibáñez. Bulgaria, España, 2014)

> AUTOMATA ficha, fotos y tráiler

 

   En el año dos mil cuarenta y pico, la Tierra está hecha unos zorros, convertida en un macrodesierto por culpa del incremento de las tormentas solares, y deshabitada salvo por unas pocas ciudades en las que se concentra la escasa población que aún sobrevive. Jacq Vaucan (Antonio Banderas), es un agente de la megacorporación ROC, que fabrica autómatas para servir a los humanos en todo tipo de tareas. En principio dichos autómatas llevan en su programación dos protocolos de seguridad inviolables: 1) No pueden dañar a un ser humano, y 2) No pueden modificarse a sí mismos ni a otros autómatas. Sin embargo, a Vaucan le cae encima la investigación de un caso en el que un autómata de hecho sí que ha sufrido modificaciones bastante avanzadas. ¿Se lo ha hecho él mismo? ¿Es nada más un caso aislado o el primero de muchos? ¿Significa que las máquinas se están preparando para rebelarse contra sus amos? Ay mi madre, que las tostadoras nos la lían…

   Un error común en el género fantástico es estirar más el brazo que la manga, pensando que puedes contar cualquier historia porque los fans te van a perdonar que a tu película se le note el cartón; y no, los fans no perdonamos una mierda, somos unos cabrones desalmados a los que nos encanta la burla cruel. O sea, que si tienes dos duros de presupuesto para rodar, mejor asúmelo y haz algo que se ajuste a eso (un found footage, por ejemplo), pero no intentes imitar el look de una superproducciónporque vas a hacer el ridículo (a menos que lo conviertas en una parodia, que se pueda mirar con ojos benévolos y en la que la cutrez de medios se convierta en una baza a tu favor). En Sitges 2014 hemos visto algunos títulos que no consiguen llegar a donde se proponían, precisamente por intentar aparentar lo que no son. Uno de ellos es Automata.

 

"Ya sabía yo que si utilizábamos melones a modo de cabezas se darían cuenta"

 

   De verdad que no tengo especiales ganas de ponerme a rajar sobre la nueva película del autor de la muy interesante Hierro, que además es una producción de Antonio Banderas, con todo lo que supone que una megaestrella se implique para que en España se haga cine de ciencia-ficción. Pero joder, es que los robots de Automata caminan como Chiquito de la Calzada. La mayor parte del tiempo el director resuelve el brete filmándolos de cintura para arriba, pero aún así la suspensión de la incredulidad salta por los aires (porque todo el mundo ha visto cosas bien hechas como Yo Robot), y uno se hace consciente de que lo que está viendo no son androides sino marionetas.

    Este problema se puede aplicar al resto del filme. El arranque en plan investigación policial en un entorno urbano cyberpunk mantiene cierto interés, pese a una puesta en escena y un tono narrativo que intentan saquear demasiado de Blade Runner con resultados un tanto desangelados. Pero a partir del segundo acto, cuando la acción se traslada al desierto (presumiblemente porque rodar dunas solitarias es más barato que construir decorados de calles y llenarlos de extras), la película deviene en una murga de narices. Automata es como empeñarte en cocinar un pavo de Acción de Gracias cuando resulta que no tienes horno y te faltan varios ingredientes imprescindibles. Está cargada de buenas intenciones, pero tanto a nivel de imagen como de guión es previsible, rutinaria y aburrida como ella sola. Cuando resulta que el único elemento visual destacable de la película es el enésimo lifting de Melanie Griffith (que tiene un pequeño papel secundario), mal asunto./>

 

 

Sentencia Quaid: Congelada en carbonita

 

 

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