I CARE A LOT crítica: Entre pillas anda el juego

Rosamund Pike y Eiza Gonzalez son la nueva versión legal de Las seductoras en I Care a Lot

A grandes rasgos, el subgénero de los timadores/estafadores se sustenta en la combinación de atractivos protagonistas con los que se empatiza inmediatamente, aunque sean unos trileros con planes ingeniosos para enriquecerse a costa de los demás. El ejemplo más emblemático de este tipo de cine es la grandiosa El lobo de Wall Street, pero desde El golpe hasta Ocean’s Eleven pasando por Los impostores, el leit motiv de granujas que se quieren hacer ricos por la vía rápida es un tema recurrente en el mundo del cine. Como ya ha pasado con otros géneros y en una muestra más de ese creciente empoderamiento femenino en Hollywood, las mujeres granujillas y ladronzuelas han ido enseñando el palmito como en las recientes Estafadoras de Wall Street, Timadoras compulsivas (remake de Un par de seductores) y Ocean’s Eight.

Y ahora nos llega esta I Care a Lot, un intento de comedia negra con tintes de thriller de serie B, que se hunde a la media hora de haber empezado. Por un lado los dos personajes femeninos son absolutamente planos: ni Rosamund Pike ni Eiza González son capaces de dotar a sus personajes de ese desdoblamiento humorístico para destensar lo que se supone que es un film criminal con tintes de comedia. Aunque esa poca profundidad no es de extrañar cuando no habiendo pasado ni diez minutos, ya hemos escuchado varias palabras que marcarán el devenir de la trama: pene, vagina (o “vallaaaina” como dulcemente dicen los british), lobos, corderos, huevos… Una sarta de tópicos que no sugiere nada bueno.

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Siendo honestos con la película, aunque nos parezcan vomitivas las actividades de la pareja protagonista aprovechándose de pobres viejetes, la primera media hora donde nos exponen su método operandi no está del todo mal e incluso crea una cierta curiosidad. Pero todo se derrumba al entrar en escena Peter Dinklage, el mítico Tyrion Lannister de la serie Juego de tronos, interpretando a un “temible” capo de la mafia rusa. A partir de ese momento I Care a Lot se convierte en un absurdo juego de persecución del gato al ratón (y viceversa), donde la verosimilitud se va diluyendo como un azucarillo en una copa de absenta.

“I Care a Lot, un intento de comedia negra con tintes de thriller de serie B, que se hunde a la media hora de haber empezado”

Nos hemos acostumbrado a ver al gran Keanu Reeves luchando con cara de perro contra la mafia rusa en John Wick, y al viejuno Denzel Washington dando cera a un ruso con cara de ruso tatuado hasta los ojos en The Equalizer. Por eso nos resulta difícil imaginar al blandengue Lannister (sin rastro de acento cirílico, por cierto) y a sus exiguos secuaces, como unos auténticos asesinos soviéticos sin piedad. Sus enfrentamientos con las dos timadoras se convierten más en un intercambio de elocuencias de humor negro y bravuconadas con violencia light, donde las chicas tienen suficiente con una pistola taser para derrotar a los inocentes bolcheviques.

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Para acabar de redondear el desaguisado, la química entre la pareja de depredadoras empresarias convertidas en anti-heroínas es mínima o inexistente. La nueva musa de Hollywood Eiza Gonzalez, a la que podemos ver también en Godzilla VS. Kong, es una simple comparsa de Rosamund Pike, y ese look pasotilla ochentero no hace honor a su innegable belleza (seguro que nos podremos recrear con sus atractivas curvas latinas en la próxima película del zar Michael Bay, Ambulance).

I Care a Lot peca de una clara indefinición provocada por un guion a dos tiempos. Quizás el conjunto hubiera tenido mejor suerte con algún director con más personalidad como los hermanos Coen o Guy Ritchie, y con una protagonista con más registros y versatilidad como Sandra Bullock. Rosamund Pike se desenvuelve mejor en papeles más serios como en Madame Curie o El rehén, y J Blakeson se vuelve a quedar a medias como en La quinta ola, obsequiándonos en I Care a Lot con un desenlace muy discutible que dejará con mal sabor de boca a la mayoría de los espectadores. Otra película para olvidar.

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