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ASTÉRIX Y OBÉLIX: AL SERVICIO DE SU MAJESTAD crítica: ¡Qué rollétix, por Tutatis!

   

¡Qué rollétix, por Tutatis!

Astérix y Obélix regresan por cuarta vez para
acabar de hundir la obra de Goscinny y Uderzo

Por Robert Thornhill

 

<Hay que reconocerles una gran astucia a nuestros vecinos los galos por haber visto que esto del cine, aparte de servir para culturalizar y lanzar mensajes encriptados a la peña (sin ir más lejos, la última  rareza soporífera, ganadora en el Festival de Sitges, Holy Motors de Léos Carax), es una manera tan buena como otra cualquiera de ganar pasta aunque para ello hayan de utilizar los trucos más sucios del negocio. No hay duda que se han mirado en el espejo de los putos amos del tema, que son los yanquis, quienes no paran de apedrearnos con horrorosas comedias facilonas con la única y honorable objetivo de que la gente (sea de la condición, edad, raza y religión que sea) pase por taquilla para alegrar sus cuentas bancarias repletas de 0’s.

   Así las cosas, a parte de alguna perla de buen cine de acción de la mano (casi siempre) de Luc Besson (la última vista hace poco: Venganza: Conexión Estambul), lo que mayoritariamente nos llega del país gabacho son comedietas simpaticonas de aire optimista que destilan un repulsivo espíritu complaciente con un descarado propósito comercial que rehúye cualquier tipo de expresión inteligente o chispeante, acudiendo al siempre fácil sentimentalismo del espectador y recurriendo al humor facilón, que parece ser que es el que atrae a los franchutes a acudir a los cines galos. Para entendernos, los hermanos Coen no se comerían un rosco en el país de latTorre Eiffel y se tendrían que dedicar a vender esos lienzos tan majos, y a la vez tan falsos como los Milly Vanilly, que todos nos traemos como souvenir para tener contentas a las amistades de turno.

 

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"Creo que en esta entrega salimos perdiendo... ¡En la segunda teníamos a Monica Bellucci!"

 

   Este previo nos ayudará a explicar cómo puede ser que ya se hayan estrenado en Hispania hasta CUATRO entregas de una franquicia como la de Astérix, donde la calidad argumental ha ido decreciendo como la credibilidad de Mel Gibson, y las esencias guasonas del cómic se van pisando sin piedad entrega tras entrega. Es un caso muy similar a lo que ha ocurrido con Mortadelo y Filemón del genio Francisco Ibáñez. Personajes únicos e ideales en su versión en papel para echar unas risas mientras hacemos aguas mayores en el lavabo, pero que en la gran pantalla apenas nos dan para hacer alguna risilla nostálgica. No nos engañemos: no nos hacen gracia las mismas cosas en la mágica soledad de un cuarto de baño que en la oscuridad perversa de una sala de cine. Cada cosa en su sitio.

 

  "Nos encontramos con un guion redactado por alguien que parece que no se haya leído un puto cómic de Astérix en su vida con una incapacidad absoluta de crear situaciones cómicas"  

 

   Muchas son las grietas que presenta este Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad. Para empezar el título, que parece más una parodia del agente 007 al estilo de Austin Powers: La espía que me achuchó, que una adaptación que se precie de un cómic legendario como es el de Uderzo y Goscinny. Pero bueno, esta osadía la pasaríamos por alto si se desarrollara una historia con un espíritu aventurero como el de Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio o simplemente mantener el nivel de las pelis de dibujos animados sobre la pareja de galos que mantienen una fidelidad aceptable con la inigualable versión en papel. Lejos de eso, nos encontramos con un guion redactado por alguien que parece que no se haya leído un puto cómic de Astérix en su vida, con una incapacidad absoluta de crear situaciones cómicas ni un gag que recuerdes diez minutos después de salir del cine.

 

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"No te preocupes por los demás actores que hicieron de Astérix, eran igual de malos que tú"

 

   Se intenta, sin suerte, fusionar las historias de dos publicaciones, “Astérix en Bretaña” y “Astérix y los normandos”, añadiendo personajes de cosecha propia (como una institutriz llamada Miss Macintosh, una Srta Rottenmeier peinada como la princesa Leia que britaniza a un bárbaro normando y logra enamorar a Obelix. Patético) e inventándose subhistorias que no vienen a cuento y que sólo hacen que ridiculizar a nuestros míticos irreductibles galos. Tampoco esta vez se logra resolver ese mal crónico de la saga, que es el encontrar un partenaire a la altura del verosímil Gerard Depardieu en su papel de Obélix (esa barriga cervecera y su prominente nariz facilitan la caracterización). Si ni Christian Clavier (en las dos primeras) ni Clovis Cornillac nos habían convencido ni habían captado la esencia de Astérix, tampoco esta vez Edouard Baer da la talla como ese astuto bajito con ansias de aventuras y capaz de todo con su ración de poción mágica. Más bien se comporta con una insólita chulería y además se dedica a flirtear con las bretonas, acabando camelando a la mismísima reina de Inglaterra (sic). 

   Desde este rincón de la red de redes, sólo nos queda aconsejarles que, ¡por Júpiter!, no se dejen engañar por estos malvados galos que quieren invadir nuestras carteleras por cuarta vez, además sin Monicas Belluccis o Laetitias Castas que nos alegren la vista. ¡Oh la la, qué descarados!/>

 

 
INFORME VENUSVILLE
     
 
Sentencia Quaid:
Condenada a alforfones
     
     
  Recomendada por Kuato a: quien las palabras de “Astérix” u “Obélix” le suenen a un líquido corrector o al último modelo de sujetadores que perfila la figura y realza los pechos. Es posible que les haga gracia cómo Obélix aporrea a diestro y siniestro con su menhir a cuestas.
     
 

No recomendada por Kuato a: los que no soporten esas series con carcajadas enlatadas y con gags que se ven venir a vista de pájaro, como Dos hombres y medio, o en el ámbito español la “inteligente e irónica” Aida.

     
  Ego-Tour de luxe por: la invención en la que ante las acusaciones de que Obélix y Astérix son una pareja gay (¿?), ambos se dejen llevar por un sentimentalismo oculto que lleva a Obélix a enamorarse de una bretona estirada y a Astérix a lanzar la caña por las posadas de Londiniun.
     
  Atmósfera turbínea por: lo de siempre: ¿era totalmente necesario el recurso del 3D en este tipo de pelis? Como no se empiece a poner un poco de rigor en su uso se van a cargar su invento sacapasta y luego… que no se nos quejen.

 

 

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Lauren Tirard intenta (sin éxito) convencernos
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